La propuesta de Reforma eléctrica pareciera ser la madre de las batallas legislativas del sexenio. Al tratarse de una enmienda constitucional, al oficialismo le faltan unas decenas de votos en la Cámara de Diputados para su aprobación. Estos votos faltantes, en teoría, provendrían de los legisladores del priistas. El Partido Revolucionario Institucional debe recordar su talante histórico enmarcado en el nacionalismo revolucionario mexicano, emanado de una convulsión social verdadera y profunda, que dio lugar al Estado mexicano moderno regido por la Constitución de 1917. El PRI surge como consecuencia de la primera revolución social del Siglo XX, y para bien y para mal fue constructor del México de hoy. Y así fue hasta que a Salinas le explotó, por sus enfermizas ambiciones, el país en las manos en aquel fatídico año 1994.
Pese a todo lo anterior, por más que el presidente les recuerda la naturaleza se su origen nacionalista y patriótico desde sus conferencias de prensa, giras, o por medio de su Director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Manuel Bartlett Díaz. A los legisladores priistas les gana su nueva (y tristemente real) naturaleza, que es la de servir a intereses privados nacionales y hasta extranjeros, por medio de los tercos dogmas neoliberales que, desde hace larga data, profesan.
En virtud de lo anterior, lo más viable es ya no apelar más al glorioso origen del partido tricolor; sus militantes, la mayoría, han ido abandonado el partido, desde la escisión llamada “corriente democrática” en 1987, que devino en el año 88 en el Frente cardenista de reconstrucción nacional y al el año siguiente, el PRD, hasta los abandonos en desbandada más recientes.
El PRI es ya de extrema derecha. Sus militantes no tienen pudor ni siquiera en haberse convertido en un penoso apéndice de su otrora máximo opositor: Acción Nacional. No queda más remedio que, como afirmó explícitamente hace algunos años Porfirio Muñoz Ledo, el fenómeno de la corrupción sea utilizado como instrumento (o arma) político de control vía expedientes a manera de “calambres” a priistas que se envalentonen. No por nada regresó la exsecretaria de Gobernación al Senado, Olga Sánchez Cordero para operar la discusión de dicha Reforma, en parte con información de sobra, la mayoría proveniente de la Unidad de Inteligencia Financiera, que seguro comprometen seriamente a actuales Diputados del PRI en muy delicados asuntos de corrupción.
De esta forma, si no es por medio de la figura ejemplar del presidente Adolfo López Mateos, quien nacionalizó la industria eléctrica, tendrá que ser mediante amagos de judicialización de dichos expedientes. Y por si alguno pensara que este gobierno solo es “mucho ruido y pocas nueces”, ahí está Emilito Lozoya, durmiendo en una fría, pequeña y dura celda en el Reclusorio Norte.
La Reforma eléctrica, en los términos en los que la envió el ejecutivo al Congreso, será aprobada y publicada en el DOF (Diario Oficial de la Federación) para su posterior implementación.
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