Autor: Jared Mondschein Director of Research, US Studies Centre, University of Sydney
Después de tres semanas de dolorosos debates en los medios de comunicación y dentro de la propia administración Biden, el 61 % de los estadounidenses que querían que Joe Biden se echara a un lado han visto su deseo cumplido.
Sólo unos minutos después de anunciar que no se presentaría a la reelección, Biden dejó claro que apoyaba a la vicepresidenta Kamala Harris para sucederle. Y los principales incondicionales del Partido Demócrata, incluidos Bill y Hillary Clinton, siguieron rápidamente su ejemplo.
El presidente del Comité Nacional Demócrata, Jaime Harrison, ha prometido un “proceso transparente y ordenado” para elegir al sucesor o sucesora de Biden, aunque sin dar más detalles.
En cualquier caso, los significativos apoyos a la candidatura de Harris la convierten en la candidata con más probabilidades.
¿Quién es Kamala Harris?
El ascenso de Harris, que ha pasado de ser la primera vicepresidenta negra y asiático-estadounidense a encabezar la candidatura de un partido importante, es histórico.
Hija de inmigrantes de la India y Jamaica, Harris comenzó su carrera como fiscal y pasó casi tres décadas en las fuerzas del orden. Se estrenó como fiscal local, luego se convirtió en fiscal de distrito de San Francisco, para finalmente ser elegida fiscal general de California en 2011. En 2003, fue la candidata a fiscal de distrito que más votos obtuvo en las elecciones municipales, derrotando a un candidato que llevaba dos mandatos en el cargo.
Su primera candidatura a un cargo estatal en 2010 no se decidió hasta semanas después del día de las elecciones, y Harris ganó por menos de un punto porcentual.
A día de hoy, Harris nunca ha perdido unas elecciones generales, incluida su candidatura al Senado en 2017, cuando se convirtió en la segunda mujer negra elegida al Senado de EE. UU.
Su paso por el Senado y su primera derrota electoral
Una vez en el Senado, Harris fue nombrada miembro de los comités de seguridad nacional e inteligencia y, más tarde, del Comité Judicial del Senado. Eso le dio una plataforma para interrogar a los jueces nominados por Trump. Ya fuera cuestionando al entonces nominado al Tribunal Supremo, Brett Kavanaugh, sobre si el Gobierno había hecho alguna vez leyes relacionadas con el cuerpo masculino, o la investigación de Mueller sobre la complicidad de Rusia en la campaña de Trump, Harris se hizo conocida por utilizar su experiencia como fiscal para impulsar los objetivos demócratas.
Sin embargo, su momento más conocido en el foco nacional se produjo justo antes de ser elegida vicepresidenta. Y fue a costa de Biden, durante su campaña para ser la candidata presidencial demócrata en 2020.
En el primer debate del Partido Demócrata, Harris se dirigió directamente al entonces exvicepresidente, criticando a Biden por los comentarios positivos que había hecho sobre los políticos favorables a la segregación con los que había servido en sus 36 años en el Senado estadounidense.
Biden había afirmado durante mucho tiempo que su voluntad de trabajar con políticos diversos era un punto fuerte político y legislativo, a lo que Harris replicó:
“También trabajaste con ellos para oponerte al ‘busing’ [en Estados Unidos, el ‘busing’ consistía en llevar a los alumnos a escuelas dentro o fuera de sus distritos escolares locales para rectificar la segregación racial]. Y, ¿sabes?, había una niña en California que formó parte de la segunda promoción que instauró la integración en sus escuelas públicas, y a la que llevaban en ese autobús a la escuela todos los días. Y esa niña era yo.”
A pesar de lo convincente de su presentación y de su actuación en el debate, la campaña presidencial de Harris para 2020 se vio afectada por la desorganización y la ausencia de propuestas políticas convincentes. La caída en las encuestas y la falta de financiación la llevaron a suspender su campaña.
No obstante, sus actuaciones en los debates se hicieron virales y la consagraron como una formidable política y contrincante, habilidades que fueron especialmente bien valoradas cuando las desplegó contra el entonces vicepresidente Mike Pence en el debate de 2020.
La vicepresidenta de Biden
Aunque dejó vacante su escaño en el Senado californiano tras asumir las funciones de vicepresidenta en 2021, un Senado dividido al 50 % entre demócratas y republicanos provocó que Harris pasase gran parte de sus dos primeros años en el cargo en la Cámara Alta sirviendo como un desempate decisivo a la hora de aprobar leyes clave de la administración Biden-Harris.
Pero al margen de sus tareas senatoriales, Biden decidió encomendar a Harris algunas carteras clave. Entre ellas destaca la inmigración, una cuestión especialmente complicada que sigue siendo un punto débil electoral para los candidatos demócratas de todo el país. De hecho, Harris ha sido ampliamente criticada por su ineficacia a la hora de abordar las “causas profundas” de la afluencia récord de inmigrantes a Estados Unidos.
Harris ha tenido más éxito defendiendo otras causas políticas, por ejemplo el aborto. Aunque Biden, católico practicante, se sentía incómodo con esta cuestión, Harris lideró en muchos sentidos los esfuerzos de la administración en este tema después de que el Tribunal Supremo anulara en 2022 la sentencia Roe contra Wade, que había legalizado el aborto durante décadas.
Preocupaciones persistentes
El abrazo demócrata a la vicepresidenta no se produce sin preocupación.
Tras sus primeros nueve meses en el cargo –y, sobre todo, la controvertida retirada estadounidense de Afganistán en septiembre de 2021–, los índices de aprobación de Biden nunca superaron el 45 %, mientras los de Harris no han dejado de empeorar, convirtiéndola en una de las vicepresidentas menos populares de la historia de Estados Unidos. Sólo en el último año, su índice de aprobación ha caído de una media de alrededor del 41 % en julio de 2023 a alrededor del 38 % en junio y julio de 2024.
Sin embargo, las encuestas publicadas en julio de 2024 indicaban, por primera vez, que superaba a Biden (ahora en el 38 %) en índice de aprobación. Y lo que es más importante para los demócratas, las encuestas en los principales Estados indecisos también indicaban que probablemente le iría mucho mejor como cabeza de lista demócrata que a Biden contra Trump. En otras palabras, Harris no es la heredera de Biden porque haya remontado, sino porque Biden tiene aún peor imagen.
Un difícil camino por delante
En muchos frentes, el camino que Harris tiene por delante sigue siendo incierto. Aunque el cargo de vicepresidente suele percibirse como un trampolín hacia la presidencia, Biden, George H. W. Bush y Richard Nixon son los únicos exvicepresidentes que han llegado a liderar el país tras unas elecciones en casi siglo y medio. Un total de 17 vicepresidentes han aspirado al cargo, pero sólo cinco lo han conseguido.
Harris nombrará en breve a su propio compañero de campaña para la vicepresidencia, y se anticipa que será un hombre moderado que servirá para tranquilizar a los votantes preocupados por el hecho de que ella sea más progresista que Biden. En caso de que acabe ganando la nominación demócrata, para tranquilizar a los votantes conservadores escépticos probablemente también mencione con frecuencia sus muchos años en la fiscalía.
Aunque Harris no tiene oficialmente asegurada la nominación, su campaña, que solo lleva activa unas horas, hará que parezca que sí la tiene. Igual que la campaña de Biden, ahora suspendida, luchó contra la perspectiva de que existiesen alternativas a él en las primarias demócratas de 2024, la campaña de Harris hará ver que resistirse a su nominación no sólo es inútil, sino también innecesariamente perjudicial para la candidata de cara a las elecciones generales contra Trump.
En caso de que gane la nominación demócrata, podemos esperar que Harris contraargumente con fuerza la campaña de Trump, una campaña que confía tanto en su triunfo en noviembre que nombró a un compañero de fórmula que, según las encuestas, es poco probable que impulse las perspectivas electorales del republicano. Harris ya fue contundente en sus apariciones en medios y durante la campaña tras la mediocre actuación de Biden en el debate, en las que defendió apasionadamente el historial de la administración al tiempo que destacaba las amenazas que, en su opinión, plantea una vuelta de Trump.
Dado que en sus primeros comentarios a la nación tras recibir el apoyo de Biden, Harris se comprometió a “unir al Partido Demócrata –y a nuestra nación– para derrotar a Donald Trump y su programa extremista Proyecto 2025”, podemos esperar que la carrera de 2024 siga estando definida por un partidismo negativo. Con la vicepresidenta haciéndolo sólo un poco mejor que Biden en los enfrentamientos cara a cara contra Trump, Harris tiene un gran reto por delante en un período de tiempo excepcionalmente corto.
Como senadora que persigue a sus oponentes políticos, como aspirante presidencial que cuestiona la idoneidad de Biden para el cargo y como vicepresidenta que moviliza a los votantes en torno al derecho al aborto, Harris ha obtenido buenos resultados en el pasado. En este momento, tendrá que hacer mucho más y lo tendrá que hacer mucho mejor que nunca.
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