Hace algunos meses vi el cortometraje “Olla”, de la actriz y directora franco-griega Ariane Labed. En el film, un francés recibe en su casa a una mujer de Europa del este para que lo satisfaga sexualmente y de paso cuide a su anciana madre. La mujer cae en una especie de prisión de lo cotidiano y se desquita de su captor de la peor manera. La canción “What is love (Baby don’t hurt me)” (¿Qué es el amor?), originalmente de Haddaway, pero aquí en una versión en ucraniano, viene a ser el leitmotiv del filme. ¿Qué es el amor?
Todo mundo habla del amor, pero muy pocos pueden decir qué es. No es que yo lo sepa –no me voy a poner de ejemplo–, pero mi curiosidad y mis estudios en filosofía me han llevado a estudiar este fascinante tema. Para empezar, se dice amor de muchas maneras. Hay conceptos unívocos, equívocos y análogos. Los unívocos admiten solo un sentido. Los términos equívocos admiten significados totalmente distintos. El amor no es unívoco ni equívoco. Es análogo: tiene varios significados, pero no completamente distintos. Si uno amara a su mamá o papá unívocamente como ama uno a su perro o a su pareja sexual, habría que ir al psicólogo con urgencia. Sin embargo, hay algo en común en estos tres sentidos de amor: una tendencia al bien.
Quizá lo primero que llega a la mente de muchas personas cuando piensan en el amor es el sentido romántico, que incluye el deseo sexual. Sobre todo hoy, 14 de febrero, día de San Valentín, que los love-hotels van a estar muy concurridos. Pero antes de hablar sobre los diversos sentidos del amor, intentaré explicar qué es lo común a todos ellos.
El amor es el primer movimiento de lo que en filosofía se llama apetito elícito: tendencia al bien, un deseo de unión afectiva entre el sujeto que ama (el amante) y el objeto al que dirige su amor (lo amado). Se genera así una dinámica de búsqueda del objeto amado para poseerlo, y mientras no se tiene hay deseo, pero una vez alcanzado, el sujeto se deleita en el gozo y el placer. Esto es lo que subyace en todas las formas de amor.
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El amor erótico se llama así porque los griegos lo asociaban con Eros. La atracción sexual se explica en la indigencia del ser humano, que tiene que salir de sí mismo para obtener un placer más pleno, que se multiplica en la medida que se trata de dos que se aman y se entregan mutuamente para ser Uno. Aunque el onanismo puede ser muy satisfactorio y estar de moda, no deja de ser limitado y hasta cierto punto egoísta. El placer es para compartir y el acto amatorio es para dar-se (entregar-se) y recibir.
Sin embargo, el placer erótico no es la forma más alta de amor. Es más, es la forma primaria, que es la mera concupiscencia. El amor siempre se va a referir a una relación –relación en sentido filosófico–, así que el llamado amor propio es una forma un poco forzada de utilizar el término. El amor es alteridad, porque el amante se dirige a algo que no es él o ella. Y eso sucede en todas las formas de amor.
Por ejemplo, el amor hacia los hijos supone la relación entre la madre o padre, y los hijos. Los padres dirigen su deseo ilimitado de bien a las personas de sus hijos. Ya no se trata de una posesión material o carnal, como en el amor erótico –lo cual sería mórbido–, sino de un gozo espiritual: el padre o madre gozan con el bien de sus hijos, y sufren con sus males, como si fueran males propios.
Si el amor fraterno se da entre hermanos y comparte la benevolencia (bene volere: deseo de bien) característica del amor de padres a hijos, la amistad también es una especie de amor de benevolencia, muy valorada entre los griegos. Ya lo decía Sócrates: “vale más un amigo que todo el oro de Darío”.
Pero también hay formas de amor que no se dirigen solo a personas. El amor de utilidad, por ejemplo, se refiere a lo que el sujeto aprecia como instrumento para obtener un fin, aunque lo que propiamente se ama es ese fin, y no tanto el instrumento. Así, el amor por el dinero en realidad es amor por las cosas materiales que se pueden comprar con dinero.
La forma de amor más alta y noble es el amor de caridad, pero solo valdría para quienes siguen el cristianismo, porque supone la creencia en Dios. El amor de caridad consiste en amar a Dios sobre todas las cosas y en amar al prójimo como a uno mismo por amor de Dios. Se trata de una comunión con Dios y de una comunión en Dios con todos nuestros hermanos y hermanas. Yo soy muy mundano, y no llego a tanto, pero entiendo el concepto y comprendo a santos como San Francisco de Asís. Él sí sabía de estas cosas y alcanzó niveles sobrenaturales. Yo no soy más que un pecador, que además es muy crítico con todas las religiones, empezando por el cristianismo, y particularmente por el catolicismo, lo cual me hace doblemente pecador.
Hay más sentidos del amor, pero no puedo referirme a todos en este artículo.
Y para terminar, dice la canción de Foreigner: “ I wanna know what love is, I want you to show me…” ¿A qué amor se estará refiriendo? O esta otra, de José José: “Amor, amor, que te pintas de cualquier color…” Y no podía faltar una de Fito Páez: “El amor después del amor tal vez se parezca a este rayo de sol…” O esta otra, muy en el terreno de la concupiscencia casi porno, de Led Zeppelin: “I’m gonna give you my love, I’m gonna give you every inch of my love, want to whole lotta love…” Pero la mejor de todas, a mi juicio, es “You can leave your hat on”, del legendario Joe Cocker. Hay una frase que dice: “Suspicious minds keep talking, they try to tear us apart, they don’t believe in this love of mine, they don’t know what love is…” Cuatro veces dice “they don’t know what love is”, cada vez subiendo de intensidad, hasta que al final de la frase, con un sonoro silencio de la banda y solo su voz, Joe Cocker exclama: “I know what love is”: yo sé lo que es el amor. Una joya.
Les deseo un épico día del amor y la amistad.
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