- William González BaqueroInvestigador predoctoral. Sociología y Comunicación, Universidad de Salamanca
- Bruno Daniel Ferreira da CostaProfessor of Political Science, University of Beira Interior
- David Blanco-HerreroInvestigador en Comunicación, University of Amsterdam
Las elecciones al Parlamento Europeo del pasado junio confirmaron tendencias que se venían observando en años anteriores: un giro hacia la derecha, polarización y dificultad para formar mayorías de gobierno. Países como Austria, Francia o algunas regiones alemanas evidencian estos cambios.
Estas tendencias también se reflejaron en las elecciones presidenciales de Estados Unidos el pasado 5 de noviembre, donde Donald Trump resultó claro vencedor.
Este año 2024, más de la mitad de la población mundial ha sido llamada a votar. Aunque esto incluye países no democráticos como Rusia o Venezuela, los resultados en algunas de las principales democracias del mundo han intensificado la preocupación por la polarización política y la legitimidad de los procesos democráticos.
En los casos de elecciones libres, estas han estado generalmente muy reñidas y ha sido difícil predecir cuestiones como la distribución de escaños o los acuerdos de gobierno.
Nuevos métodos para estudiar la opinión ciudadana
La relevancia y la incertidumbre de estos eventos electorales resaltan la importancia de estudiar las opiniones de la ciudadanía. Con este objetivo, la red OPINION recibió en 2022 financiación de COST, la agencia de Cooperación Europea en Ciencia y Tecnología. Este consorcio reúne a más de 160 investigadores de más de 35 países para avanzar en un enfoque transdisciplinario y colaborativo en el estudio de la comunicación de opiniones.
En el contexto actual, donde las opiniones se difunden principalmente en plataformas digitales, los métodos tradicionales como encuestas y sondeos no captan la complejidad de la opinión pública. Su incapacidad para prever eventos significativos, como la primera victoria de Trump o el Brexit, ambos en 2016, subraya la necesidad de complementarlos con nuevas herramientas analíticas.
Los métodos tradicionales no bastan para entender cómo se forman y difunden las opiniones en el entorno digital. Las encuestas no reflejan la dinámica de las redes sociales, donde interactúan usuarios, políticos, periodistas, activistas e influencers. Por ello es útil recurrir a estrategias computacionales que permitan analizar la comunicación en estos espacios digitales a gran escala.
La formación de opiniones ya no depende exclusivamente de unos pocos medios de masas, sino de un ecosistema complejo con numerosos actores. Analizar millones de comentarios y publicaciones en redes sociales es imposible sin herramientas avanzadas de análisis de datos. Estas estrategias, que incluyen técnicas de big data, permiten procesar grandes cantidades de información y comprender mejor los temas que preocupan a la gente, las fuentes que consultan y los argumentos que guían sus opiniones.
La inteligencia artificial (IA) y el procesamiento de lenguaje natural (PLN) permiten estudiar eficazmente las opiniones expresadas en redes sociales. Estas técnicas aprovechan la gran cantidad de datos disponibles para proporcionar una visión detallada de las creencias y actitudes ciudadanas, descubriendo patrones que los métodos tradicionales no pueden detectar.
Un enfoque sin fronteras académicas
En la comunicación política es esencial adoptar un enfoque interdisciplinario que cierre brechas entre distintas disciplinas académicas. Áreas como la lingüística han sido poco utilizadas, limitando el desarrollo de enfoques integrados. La falta de colaboración entre disciplinas dificulta la comprensión de las complejidades de la comunicación y la formación de opiniones en un mundo globalizado. Aunque se trata de otro campo, esta interdisciplinariedad fue destacada en la selección del Nobel de Física de este año.
La investigación transdisciplinaria mejora el estudio de la opinión pública al integrar perspectivas históricas, lingüísticas, comunicativas, computacionales, psicológicas, sociológicas o geográficas.
Para entender cómo se forman, difunden e impactan las opiniones en decisiones políticas y otros aspectos de la sociedad, es esencial aprovechar contribuciones de todas las disciplinas que estudian textos de opinión. Ciencias sociales, computacionales y humanidades han desarrollado enfoques variados que pueden aprender unos de otros para brindar una comprensión más matizada de los procesos de formación de opiniones.
Por su parte, el análisis transnacional permite evaluar tendencias de opinión en diferentes países y regiones, clave para entender fenómenos como la polarización y la influencia de la desinformación y los contenidos generados por IA. Eventos en una región suelen repercutir en otras partes del mundo. Por ejemplo, la victoria de Trump no solo intensificará las divisiones políticas en EE. UU., sino que influirá en otros países, ya sea por sus decisiones geopolíticas o sobre el comercio global.
Las crisis, los debates sociales y la formación de opinión pública no tienen fronteras geográficas. Para comprender la comunicación de opiniones se requieren expertos que conecten distintas disciplinas para formar una visión global.
La era digital ha contribuido a que la comprensión de la política y la opinión pública sea más compleja. El análisis de programas de debate, noticias o periódicos se complementa, y a menudo se sustituye, con el estudio de nuevos formatos como TikTok e Instagram. Temas como la polarización social y política, la influencia de la desinformación o el efecto de las redes sociales en la formación del discurso público ganan relevancia. La elección de Trump ha evidenciado cómo la retórica polarizante y la desconfianza en las instituciones pueden afectar la legitimidad democrática de un país.
Profesionales de distintas áreas deben trabajar juntos, más allá de disciplinas y países, para encontrar soluciones. Frente a un contexto cada vez más complejo, con crisis globales, polarización y desinformación, es necesario profundizar en investigaciones internacionales e interdisciplinarias. Aprovechar nuevos métodos y amplias perspectivas empíricas permite abordar los desafíos de la dinámica de opiniones y proteger principios democráticos en un mundo interconectado. El desafío es integrar la evidencia científica basada en datos, más que en percepciones o intereses.
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