El pasado 8 de agosto el senado de Argentina votó en contra de permitir el aborto voluntario en forma legal y gratuita…
El pasado 8 de agosto el senado de Argentina votó en contra de permitir el aborto voluntario en forma legal y gratuita, con lo que las reacciones en el mundo y en México, no se hicieron esperar. En el caso argentino, la sociedad se polarizó en este tema tan polémico que siempre despierta debates airados sobre el derecho a la vida, o si es un derecho femenino más que se debe incorporar sin limitaciones ni ambigüedades. En la tierra natal del papa Francisco, no era menor el surgimiento del movimiento feminista verde que luchó por llevar a pleno la votación histórica a favor de la despenalización de la interrupción legal del embarazo, cuyo código penal en esta materia ha permanecido inamovible desde 1921.
Cualquier sociedad que se diga moderna e incluyente debe tener un sistema de salubridad que permita a las mujeres que así lo decidan, acudir a practicarse un aborto en forma gratuita, segura y con el respeto total del personal médico y la ciudadanía en general. En Argentina solo se permite el aborto en casos de violación y cuando el producto pone en riesgo la vida de la madre, por lo que si una argentina decidiera abortar sin estas causales, podría enfrentar penalidades de hasta cuatro años de cárcel, que es también aplicable al personal médico encargado de practicar la interrupción del embarazo.
Decidir interrumpir un embarazo es de las decisiones más difíciles para una mujer, además de los riesgos a su salud naturales en cualquier intervención al cuerpo humano, están las costumbres y las cuestiones morales que dificultan el definir una u otra opción. En México existen 17 estados que criminalizan el aborto, incluidas las legislaciones locales de los estados de Guanajuato y Querétaro que son las más estrictas. En la ciudad de México se permite el aborto legal y gratuito, hasta la semana doce de gestación, pero dicha jurisprudencia no se aplica en la totalidad de los estados de la república mexicana.
El Estado mexicano debe apoyar a la mujer que se ve en este terrible dilema, garantizando el derecho a la interrupción legal del embarazo, cuidando que no se contamine de cuestiones religiosas ni ideologías conservadoras. La decisión informada de todas las opciones de una mujer que enfrenta un embarazo no deseado, deben ser claras e incondicionales, en un país donde el género femenino es acosado, perseguido, menospreciado y estigmatizado en cuestiones sexuales.
En México, según cifras oficiales hasta el año 2017, un total de más de 178 mil mujeres han interrumpido su embarazo en la ciudad de México, siendo las mujeres capitalinas en su mayoría las atendidas en los centros de salud autorizados. Sin embargo, muchas mujeres mexiquenses y de otras entidades federativas han acudido a interrumpir su embarazo a la capital del país, mediante la aplicación de medicamentos, aspiración y legrado intrauterino, al no existir la posibilidad de realizarlo en sus lugares de origen.
De haber existido una votación similar a la de Argentina en nuestro país, podría haber sido el resultado similar al del senado argentino, donde la iglesia operó políticamente para incidir en el voto en contra. Son muchos sectores y asociaciones civiles en contra del aborto que están enquistados en muchos partidos políticos mexicanos y sobre todo en la sociedad mexicana que es adversa a aceptar el aborto como un derecho más de de las mujeres.
El mismo presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, tiene una formación cristiana, conservadora en cuanto temas polémicos como el aborto, aunque no lo manifieste de manera pública. En repetidas ocasiones ha preferido rehuir a dar un posicionamiento claro, para llevar estos temas polémicos y complejos, como el derecho de las familias homoparentales a la adopción y la despenalización total del aborto a consulta ciudadana. Estos temas, de ser sometidos a la consulta popular, terminarían siendo derrotados ante la antiquísima tradición católica-cristiana y sus valores religiosos arraigados en nuestra cultura.
Incluso ningún excandidato presidencial se manifestó a favor de realizar foros de consulta o debatir sobre el tema, cuando tuvieron que pronunciarse, lo hicieron a favor de la vida. Los temas polémicos estuvieron lejos de los reflectores de las campañas, seguramente no serán tratados de forma importante en lo que resta del sexenio y el nuevo gobierno electo tampoco buscará comprometer un posicionamiento a favor de este derecho.
La lucha en Argentina continuará, el siguiente año podrán intentar volver a votar a favor de la legalización del aborto gratuito y seguro, pero mientras eso llega, posicionamientos polémicos, como el del senador Rodolfo Urtubey, continuarán incendiando un ambiente polarizado entre los dos bandos irreconciliables. Las desafortunadas declaraciones del senador antiabortista que insinuó que en las relaciones interfamiliares no existía una violación con violencia, demuestran el nivel de irresponsabilidad que muchos representantes populares mantienen, con tal de justificar e imponer sus particulares formas de moral y creencias religiosas a sus gobernados.
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