“Si todos los niños tuvieran el mismo acceso a la enseñanza, el ingreso per cápita aumentaría un 23% en los próximos 40 años. Si todas las mujeres cursaran la educación primaria, los matrimonios precoces y la mortalidad infantil podrían disminuir en una sexta parte y la mortalidad materna, en dos tercios”.
-UNESCO
Apenas hace un par de días celebramos el Día Internacional de la Educación, fecha proclamada por la ONU con el objetivo de contribuir a la concienciación mundial en lo que a este tema se refiere y de tratar de motivar a los gobiernos del mundo para lograr la meta en cuanto a los objetivos de desarrollo sostenible de la UNESCO, de los cuales la Educación de Calidad ocupa el número 4.
Sin embargo, y a pesar de que los esfuerzos son muchos, de acuerdo con datos de la propia ONU y de la UNESCO, a 3 años de cumplir el primer cuarto del siglo XXI, 617 millones de menores en el mundo no saben leer, escribir o realizar operaciones matemáticas básicas, y 268 millones de niños ni siquiera están matriculados en alguna escuela.
Solo por dar algunos ejemplos (duros), además de eso, las estadísticas reportan que en el mundo:
- 1600 millones de estudiantes interrumpieron sus estudios en el peor momento de la pandemia.
- Todavía hoy, hay 31 millones de estudiantes afectados por el cierre de escuelas.
- Si no se toman medidas, en los próximos años la proporción de niños en los países en desarrollo que dejan la escuela y no saben leer podría aumentar del 53 % al 70 %.
- La mayoría de países no alcanzará los objetivos mundiales de educación para 2030, incluyendo 17 de América Latina y el Caribe (incluso antes de tener en cuenta los problemas causados por la pandemia).
- Una quinta parte de los países no tiene planes con metas para lograr los objetivos en educación.
Pero, si la tecnología ha avanzado vertiginosamente, si los dispositivos nos permiten acercarnos a lugares remotos y si cada vez tenemos más y mejores maneras de transmitir el conocimiento… ¿por qué seguimos con un atraso tan alarmante en términos educativos?
¿Se lo debemos todo a la pandemia?
La respuesta es no. Si bien es cierto que la aparición del COVID-19 (con el cierre de escuelas, la falta de tecnología y/o preparación de las instituciones educativas, la reasignación de presupuestos públicos, la acentuación de las desigualdades y la exaltación de la polarización que trajo consigo) provocó una situación de crisis en el ámbito educativo y un rezago académico que llevará años poder subsanar, la realidad es que los niveles de analfabetismo reportados por estos organismos ya existían mucho antes de esto.
Por desgracia, aun cuando la UNESCO ha definido la educación como un derecho humano fundamental, un bien público y una responsabilidad colectiva que desempeña un papel crucial en la paz y el desarrollo de las sociedades, muchos gobiernos aún no están listos para permitir que los presupuestos en este tenor sean más robustos, otros se encuentran en medio de conflictos de todo tipo y otros reportan tales niveles de pobreza, que ni siquiera cuentan con recursos para atender las necesidades más básicas de su población.
Y entonces… ¿No hay solución?
¡Claro que la hay!
Aunque, en términos de presupuesto, la obligación de proveer una educación de calidad (o al menos alguna educación “como se pueda”) recae en los gobiernos, la sociedad en general y, de manera especialmente importante, las instituciones educativas, también jugamos un papel determinante en la lucha por lograr un verdadero cambio en la educación de los niños del mundo.
Pero… ¿Cómo?
En palabras de Audrey Azoulay, directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, “En esta época excepcional, no podemos seguir haciendo lo mismo de siempre. Si queremos cambiar el rumbo, debemos repensar la educación y rediseñar los sistemas educativos nacionales de aquí a 2030, (…) Tenemos que reparar las injusticias del pasado y orientar la transformación digital hacia la inclusión y la equidad”.
La educación es una tarea de todos
Quizá suene a slogan publicitario trillado o a propaganda política de la vieja escuela, pero la realidad es que si queremos ver un cambio, si lo esperamos y sobre todo, si en verdad creemos que se puede lograr, debemos empezar por nuestra casa.
Ciertamente, los gobiernos tendrán que hacer su parte, aumentando los presupuestos de educación al menos al mínimo porcentaje al que se han comprometido (4% del Producto Interno Bruto o al menos el 15% del gasto público) e invirtiendo en la tecnología, infraestructura y capacitación docente que realmente permita llegar a todos los rincones de sus respectivas naciones, pero nosotros, como padres de familia y colegios, también debemos repensar nuestras obligaciones ciudadanas, rediseñar nuestros programas de ayuda social y, en general, contribuir, desde nuestro “pequeño lugar”, a mejorar la educación en nuestras comunidades.
Algunas metas que podríamos poner en acción a partir de ya, por mencionar algunas:
- Voluntariado (de alumnos, padres y maestros) presencial o a distancia para educar a niños con bajos recursos.
- Donación de materiales escolares y recursos tecnológicos.
- Establecimiento de programas académicos que prioricen el liderazgo, la sustentabilidad, el trabajo social y la solución de problemas actuales para nuestros alumnos.
- Intercambio de ideas, modelos educativos y planes curriculares con las instancias gubernamentales que lo permitan, para la implementación de nuevos programas regionales o nacionales.
Problemas hay muchos y soluciones también. Como humanidad hemos recorrido ya un largo camino en el que si algo ha quedado claro es que los grandes cambios sociales solo pueden darse cuando todos formamos parte de ellos.
Es momento de aplicar lo aprendido, de empezar a movernos para cambiar el presente y de comenzar a darnos cuenta de que verdaderamente podemos reinventar el futuro. En el Colegio Mazenod empezamos ya, ofreciendo nuestra plataforma educativa a los colegios e instituciones gubernamentales que quieran conocer una herramienta pedagógica integral y de vanguardia, y reafirmando así nuestro compromiso con la educación de México y del mundo!

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