Morena primera fuerza política, con descalabros en la CDMX

8 de junio, 2021

Israel Aparicio

El pasado proceso electoral de 2021 consolidó a Morena como primera fuerza política en el país al adjudicarse 11 de las 15 gubernaturas en juego y una mayoría simple en la cámara de diputados. Con un importante descalabro en la Ciudad de México donde solo pudo conservar 6 alcaldías de 16, además de perder congresistas locales producto del voto de castigo de las clases medias que no comulgan del todo con la agenda morenista.

Morena y sus aliados el PT y el Verde Ecologista lograrían conformar el grupo mayoritario en el congreso, pero insuficiente en número para la mayoría calificada que permitiría cambios a la constitución. Por su parte la alianza opositora compuesta por el PAN, PRI y PRD lograron ser competitivos al partido en el poder y consiguieron avances importantes en varias ciudades y centros urbanos, sin importarles mucho venderse al pragmatismo electoral más rancio.

La alianza opositora, sin embargo, es la gran perdedora de esta batalla plebiscitaria ya que la justificación de este amasiato era la de obtener en lo inmediato el control de la Cámara de Diputados para determinar el uso del presupuesto federal para sus políticas públicas, y no solo el freno de las reformas constitucionales. Por más que los voceros de las cúpulas empresariales, que cooptaron a los partidos tradicionales, salgan a vender la idea que han frenado la posibilidad de enmiendas a la carta magna, en realidad dicho bloque de contención ya existía en el senado donde Morena no cuenta con la mayoría calificada.

La elección realizada en medio de la pandemia por Covid-19 fue sui generis. La gran jornada democrática se logró gracias a la participación de miles de ciudadanos que como cada elección desde 1997, dedican sus esfuerzos a dar certidumbre al proceso electoral. Los funcionarios de casilla son el alma del siempre cuestionado INE envuelto en últimas fechas en demasiados protagonismos por parte de algunos de sus consejeros, que hicieron del proceso más tormentoso de lo normal. Sumado a que como es costumbre la clase política no sabe respetar resultados cuando le son adversos.

El mapa electoral nacional se pintó de la pluralidad a pesar del avance de Morena, destaca el caso de la gubernatura de Nuevo León, donde Samuel García, a pesar de ser un personaje cuasi histriónico, logró para las filas del partido Movimiento Ciudadano, la joya de la corona de los estados en disputa.

Morena al parecer logró ganar Sonora, Sinaloa, Michoacán, Nayarit, Baja California, Baja California Sur, Tlaxcala, Guerrero, Colima, Zacatecas y Campeche. El PAN retiene Querétaro, en alianza Chihuahua y San Luis Potosí fue para el partido Verde que da forma al abanico plural y multi partidista del país.

Si bien el gran perdedor en la Ciudad de México es Morena, que cedió importantes alcaldías y distritos que había dominado en la elección de 2018, esta fue la única entidad donde la alianza opositora pudo demostrar su efectividad al ser el receptor del voto de castigo de muchos sectores que se sintieron traicionados por la izquierda morenista.

La capital del país es la más ilustrada y progresista; no obstante, los votantes de clases medias recurrieron al partido conservador y la rémora del PRD para acentuar su descontento con los probables agravios recibidos durante la cancelación de las estancias infantiles, la falta de medicamentos, la terrible estrategia federal en la pandemia y por supuesto, la tragedia del derrumbe del metro.

Como si se tratara de la vieja Alemania de la guerra fría, la ciudad quedó dividida en dos mitades donde el voto morenista se encasilló en demarcaciones del oriente. La alianza podría tener la oportunidad de pelear realmente la jefatura de gobierno en las próximas elecciones, pero dependerá del adecuado gobierno que ejerzan en las alcaldías conquistadas. Además de contar con un candidato viable que pueda enfrentar a la estructura morenista que aún se mantiene funcionando en la ciudad que ha sido su bastión desde hace décadas.

La supervivencia de la alianza ante Morena cumplió su cometido de ser competitiva a pesar de ser vista como instrumento de los poderes patronales cupulares. El hartazgo de la población que no simpatiza con el proyecto del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) encontró una forma de canalizar el sufragio opositor. Pero pensar que esta simple ecuación aritmética será suficiente para recuperar el poder presidencial, sería pecar de orgullosos al creer que muchos de sus petardos políticos abonaron realmente a la construcción de un proyecto de nación diferente.

A la alianza opositora solo la unió el repudio contra el presidente AMLO y su partido político lleno de contradicciones y pifias. Se guardó las ideologías y los proyectos políticos para mejor ocasión, apostó por hacer juego a la polarización presidencial, y se autonombró en salvadora de la democracia liberal. Sin una pizca de autocrítica, ni opciones reales de un cambio de viraje en el neoliberalismo que ya provocó profundas desigualdades y pobreza, salió a canalizar la animadversión de no pocos sectores afectados y defraudados por la política del régimen.

La lucha política tiene como única razón de existir el ganar elecciones y el poder, nadie niega esta premisa desde tiempos inmemoriales, pero si de verdad la alianza busca ser una opción de transformación social, económica y política deberá ofrecer al menos a la ciudadanía el impulso de una verdadera agenda feminista que permita la libre decisión reproductiva, proteger los derechos laborales de las mujeres en el sector privado y dotar de recursos al poder judicial para que los feminicidios sean perseguidos y sancionados.

Cualquier otra cosa que no sea una verdadera mejora para los ciudadanos, como la implementación de políticas públicas que permitan un mejor desarrollo educativo, económico y la adecuada repartición de la riqueza, terminará en la lucha por el simple regreso de las elites al poder, que ya provocó el contundente triunfo de un proyecto político antisistema que mantiene aún, amplias simpatías en los sectores más desposeídos.

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