Mientras que la muerte camina firme por Chiapas, aunque nos hayan puesto malamente en semáforo Verde, simple y llanamente, a las autoridades ya nos les importa lo que suceda con la población. No se sabe a ciencia cierta cuántos muertos van por COVID-19 en nuestro país (aunque el conteo oficial supera ya los 102 mil decesos). No hay pruebas accesibles para todos y los médicos no creen en ellas. Desgraciadamente la aplicación de la prueba viene a remarcar lo que la pandemia ha traído: una brecha económica más pronunciada entre los sectores sociales, entre los ciudadanos de primera y segunda.
Así, vemos en los noticieros que en la CDMX los “Quioscos” de pruebas del COVID-19 son una realidad; mientras que en Chiapas, el gobernador indolente y guardadito, Rutilio Escandón, sigue ensimismado en ser un fiel seguidor de lo que mande el presidente Andrés Manuel López Obrador y el “genio” de López-Gatell. Nada que ver la situación que se vive en la CDMX, donde su gobernadora Claudia Sheinbaum vio que si no tomaba medidas como las pruebas, el tapabocas y la selectiva manera de aislar a los grupos contagiados, la CDMX se convertiría en una ciudad de muerte.
Claro, la gente no coopera. No se puede confiar en la gente porque ya no hay respeto ni decoro. Los valores morales se están extinguiendo y ahora la gente hace lo que quiere. López Obrador lo sabe, pero no quiere aceptar la realidad. Esta disociación de la realidad con lo que viven los políticos en turno, sean quienes sean, es una bofetada diaria que nos da a todos los ciudadanos diariamente.
En este tenor, el secretario de Desarrollo Social del Estado de Veracruz, Guillermo Fernández Sánchez, dijo en la tribuna del congreso del Estado de Veracruz, que una persona vive con mil pesos en un mes y que incluso puede adquirir carne roja y hasta pescado… ¿De cuál fumó? Nadie puede vivir dignamente con mil pesos. Claro que hay gente que sigue viviendo con menos que eso, pero viven como parias de la sociedad y otros luchan diariamente para ganar 100 pesos si bien les va en el día.
Vivir en la pobreza es muy difícil, vivir sin un trabajo es estar a la buena de Dios, es sentir que a nadie le importas, es vivir pensando en lo que quieres tener y no puedes, es vivir buscando una oportunidad seria de trabajo, es vivir con esos mil pesos como paria de la sociedad que no podrá comprarse una ropa decente que no se vea vieja y roída, es vivir con alguna o varias enfermedades a cuestas, es vivir con la muerte rondándote esperando ver cuándo caes para tomar otra víctima de la desigualdad.
El gobierno de Veracruz de Cuitláhuac García Jiménez forma parte de esa 4T recalcitrante del socialismo extremo, que busca que la gente esté mal económicamente y jodida para que sigan necesitando de los apoyos que dé o deje de dar su gobierno. Ese gobierno se ha caracterizado por buscar castigar a los veracruzanos por haber vivido casi toda la vida bajo los gobiernos PANistas… ¡Deberíamos todos a poner nuestras barbas a recortar!
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