Hace poco más de un año escribí una colaboración en este mismo espacio: “Democracia vs Egocracia”. Ahí señalé los riesgos de los Estados con democracias defectuosas, como México, por la aparición de personajes con prácticas autocráticas que son electos democráticamente en las urnas, pero que, en el ejercicio del poder, pervierten los valores de las instituciones y las leyes a través de su “ego” y su visión “populista”. Estos personajes dan la apariencia de ser demócratas pero no lo son. En su lugar, desmantelan las dependencias y los equilibrios del poder desde sus entrañas y manipulan la Constitución y a sus seguidores para que el Estado de Derecho y la calidad democrática vayan debilitándose y desapareciendo.
Hay que tener en cuenta que no todo personaje que se dice demócrata lo es, y más si en lugar de llamar a la unidad nacional con profundo respeto a la pluralidad social, política y cultural, se escuda y se encumbra con una narrativa en favor del pueblo oprimido por la pobreza, la corrupción, la ilegalidad y la inseguridad, donde distorsiona la historia, la realidad y la política nacional para promover la división entre la sociedad y ganar adeptos de las fallas de sus antecesores, pero sin que haga un cambio positivo en crecimiento y desarrollo para quienes dice defender.
Lo mismo ocurre con el Estado de Derecho, cuando personajes con poder político y económico se escudan en la aplicación de la ley, pero en la realidad también la están manipulado, sobre todo, cuando la Constitución no la respetan y la quieren cambiar a su voluntad para plasmar su “ego” en un monopolio del poder que se traduce en “egocracia” que es una distorsión de la democracia que la coloca en riesgo pretendiendo restringir y debilitar a las instituciones, a los derechos y a las libertades, asimismo, pretende intimidar, pervertir y manejar las conciencias de la sociedad y de la ley, a través de una legitimidad aparentemente democrática basada principalmente en actos coercitivos de poder político, económico y fácticos.
El Informe Anual Freedom in the World 2022, señala que la libertad global se enfrenta a una terrible amenaza y riesgos por los regímenes autoritarios, los cuales se apropian y perturban para servir a sus propios intereses al Estado de Derecho y las instituciones democráticas destinadas a apoyar las libertades básicas y prestaciones sociales. Al respecto, el mismo Índice indica que México continúa con una democracia parcialmente libre, teniendo una puntuación de 60 (escala de 0 a 100), cayendo dos lugares en comparación a 2019 y un lugar más en relación al 2020.
En este sentido, México, de acuerdo al Índice de Democracia publicado en 2022, por la Revista The Economist, durante 2019 y 2020 se mantuvo con una democracia defectuosa, pero en 2021 bajó a una democracia híbrida. Esto significa que en nuestro país hay una parte de mecanismos democráticos y otros con rasgos autoritarios, los cuales han avanzado en los últimos años, por ello tiene una calificación de 5.57 y ocupa el lugar 86 de 167 países analizados. Cabe mencionar, que este Índice cataloga 4 tipos de democracia: la plena, la deficiente, la híbrida y la autocrática. Esto quiere decir que México está en riesgo de tener un régimen autocrático que marcha impulsado por el “ego” y la centralización del poder, el cual podría adueñarse del espacio público, la realidad social y la narrativa histórica, política, económica y cultural.
Es crucial que en México se fomente un Estado de Derecho sin simulaciones, por uno que dé garantías, certeza, confianza y valor a las prácticas democráticas para que se aspire a una democracia plena, lo cual es importante para evitar el riesgo de un declive democrático alentado por las tentaciones egocráticas que existen en el ejercicio del poder, en la política y en el derecho. Por ello es necesario que en México haya una permanente formación de la ciudadanía donde se inculquen y promocionen los valores democráticos alejados de adoctrinamientos basados en el “ego”, el revanchismo y en una visión sesgada de la historia y nuestra identidad como país.
Será fundamental para insistir en la construcción de un país plural, con valores, libertades y derechos, donde el respeto a la Constitución, a los derechos humanos, al equilibrio entre los poderes y al sistema democrático sean los principios rectores de quienes gobiernan o pretenden gobernar, por lo que el Estado de Derecho y la democracia mexicana se deben blindar ante las tentaciones y los riesgos que trae consigo la egocracia que lleva a la autocracia y al populismo.
Ante este escenario latente, lamentable y de alto riesgo, el Estado de Derecho y la Democracia en México viven momentos decisivos desde la ciudadanía organizada, la no organizada, la clase política y hasta las más altas esferas del poder, porque tienen que decidir si se inclinan por un gobierno donde se fomente la reconstrucción del tejido social bajo una democracia plena, con controles en el ejercicio del poder, Estado de Derecho y sin simulaciones o deciden acompañar y ser omisos ante un modelo de gobierno egocrático, sin controles, ni equilibrios en el poder y con un Estado de Derecho debilitado y a modo.
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