La construcción de la figura política de la senadora Xóchitl Gálvez, que rescató del ostracismo a la alianza opositora, ha generado todo tipo de escenarios desde que se inició el proceso sucesorio presidencial, con la característica antidemocrática que en ambos frentes políticos, el oficialismo y la oposición, se viola en flagrancia la ley electoral que debería sancionar los actos anticipados de campaña.
La denominada figura disruptiva de la senadora Gálvez saltó al escenario nacional al aprovechar los enfrentamientos con el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) que le valieron triunfos en materia judicial, al solicitarle un derecho de réplica que no le fue concedido desde la mañanera, y una medida cautelar del INE a favor de que el presidente se abstenga de hacer mención contra ella y sobre el proceso de sucesión presidencial. Dichos procesos judiciales a favor de la aún senadora panista no fueron ni fortuitos, ni son el común denominador en el podrido sistema judicial, que tradicionalmente no le proporciona justicia rápida y expedita a los mexicanos de menores ingresos económicos. La precandidata presidencial declaró que dichos procedimientos legales eran millonarios y que sin el apoyo de despachos jurídicos de prominentes oligarquías de las elites económicas, sus resoluciones a favor difícilmente habrían prosperado.
En la comentocracia, tan predecible y hasta cínica, se recicló el caso del desafuero y la persecución política que padeció el entonces candidato AMLO desde el poder presidencial de Vicente Fox. Los intelectuales orgánicos de la alianza opositora manejan la teoría de que la senadora Gálvez padece una persecución política con todo el poder del Estado, convirtiéndola en una víctima que le asegurará la victoria en la elección presidencial. En esta lógica triunfalista dejan de lado a los otros cartuchos quemados y suspirantes a la candidatura opositora, en especial al alicaído Santiago Creel, que se siente traicionado, mientras ve claramente como la cargada se alinea en favor de la senadora.
El presidente AMLO al exhibir la situación fiscal de Xóchitl cometió delitos a la privacidad, que a estas alturas de la sucesión adelantada, ya parecen peccata minuta ante el común denominador de un proceso desaseado por todos los participantes. Importando poco las formas, el presidente exhibió lo endeble que es la figura de la senadora Gálvez construida desde las elites partidistas y oligárquicas que dominan el PRIAN.
Si bien es cierto que el dedicarse a la actividad empresarial no debería representar ningún estigma social, lo que se acusa a la senadora es la inconsistencia narrativa construida artificialmente en los costosos spots políticos, donde se le presenta como un caso exitoso del esfuerzo personal de una representante indígena. Venderla como una figura cercana a la izquierda democrática, es tan artificial como la idea de ser una indígena pura, ya que según las investigaciones sus dos apellidos no son herederos de las etnias que existen en la entidad hidalguense de donde es originaria. Además de no dominar ningún dialecto originario.
El frente de batalla donde Gálvez es más vulnerable, así como lo fue Vicente Fox, es su particular gusto por declarar sin mediar las consecuencias. Ante las acusaciones desde la presidencia de ser beneficiaria directa de contratos públicos para sus empresas privadas siendo servidora pública, la senadora se enganchó en el debate y ofreció innecesariamente renunciar a sus aspiraciones presidenciales si se le comprobaban los millonarios contratos. Al omitir declarar el conflicto de intereses de sus empresas que obtuvieron contratos públicos mientras era representante popular, la senadora cae en delitos que prefiere no reconocer, mientras gusta de lanzar bulos distractores mediáticos.
Cuando Xóchitl Gálvez se iniciaba al frente del único cargo en la administración pública que ha tenido al frente de la alcaldía Miguel Hidalgo, ella fue la pionera del reality político al implementar el uso del periscope en sus aventuras por la demarcación. Ella junto con el auto denominado city manager y exdelegado, Arne Sidney aus den Ruthen Haag, gustaban de exhibir a ciudadanos normales cuando se realizaban operativos locales en busca de sancionar faltas administrativas. Al final, dichas estrambóticas acciones culminaron con recomendaciones por violar los derechos humanos de los ciudadanos exhibidos, que valió a nombre de la autoridad de la alcaldía, una disculpa pública.
Pero el más famoso uso del periscope como deporte extremo, fue su aventura en el cumpleaños del jefe Diego Fernández de Cevallos, donde exhibió involuntariamente a los principales miembros de la clase política ahora conocida como el PRIAN. Pero que en aquellos tiempos, se negaba de su existencia ya que aún generaba vergüenza entre sus elementos.
Para las elites y oligarquías el producto mercadológico de Xóchitl Gálvez es útil para desligar todo lo humanamente posible, su muy probable candidatura de los partidos en decadencia que conforman la alianza opositora. Pues aunque se pretenda vender a la senadora como una figura limpia de corruptelas y lejana a los intereses político-económicos, al final será muy difícil desligarse de las figuras tan identificadas con la impunidad y el enorme descrédito político.
Xóchitl comparte la eterna contradicción ideológica con el exmandatario Fox quien dijo en una entrevista que espera que cuando ella sea presidenta. reinstale el pago de las pensiones a los expresidentes y que cancele los programas sociales que solo mantienen a los flojos que no trabajan. Obviamente ante el involuntario exhibicionismo clasista y discriminatorio de Fox, el mismo PAN desmintió que en su futuro plan de gobierno se plantee eliminar los exitosos programas sociales, que el mismo guanajuatense pretendía presentar como política pública de su gobierno.
El encanto que puede generar la posible candidatura opositora de Xóchitl es también el riesgo de su autodestrucción, pues a pesar del involuntario impulso que le puede dar los ataques del presidente AMLO, ese envalentonamiento y espontaneidad en su forma de hacer política ya demostró con Fox que es una apuesta lógica al fracaso político.
La larga ruta a la candidatura presidencial es de pronóstico reservado, pues ante los ataques y críticas en contra de la senadora, no se recuerda a las cúpulas partidistas salir en su defensa, por inconformidad ante su eventual candidatura, o por estrategia ante lo desacreditado de los partidos tradicionales. Se sabe que las facciones más extremas dentro de la derecha no ven con buenos ojos la posible candidatura de Gálvez, con la declinación de Lilly Téllez como su perfecta representante, no queda claro si estas facciones se sumarán al proyecto opositor. El abanderado de la alianza del PRIAN asegura millones de votos a su favor, lo que no queda claro es que si en verdad pueda competir para ganar la presidencia, que por lo pronto, parece más cercana al continuismo oficialista, que a la aventura opositora.
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