¿Libre expresión o abuso de poder de López Obrador contra los jueces?

El presidente tiene sus cartas abiertas desde la toma de posesión, es claro y no le teme subir al ring ni enfrentarse a nadie ni a nada. Esto se ha interpretado como abuso de poder por el...

22 de marzo, 2021

Hugo Páez

El presidente tiene sus cartas abiertas desde la toma de posesión, es claro y no le teme subir al ring ni enfrentarse a nadie ni a nada. Esto se ha interpretado como abuso de poder por el podio privilegiado en Palacio Nacional en las conferencias mañaneras, desde el cual lleva a la hoguera a tirios y troyanos, pero también es una arena en que ningún otro presidente puso a disposición de sus críticos.

López Obrador puede equivocarse con el juez Juan Pablo Gómez Fierro y también pudo hacerlo con Joe Biden al apoyar abiertamente a Donald Trump, pero juega de frente. Este juego frontal también lo hace vulnerable, sobre todo porque está expuesto a tratar todo tipo de temas y, como es obvio, domina los menos que los más, y a veces eso lo hace mentir o decir impresiones desastrosas.

Pero tira golpes de frente, y en el caso del juez que suspendió temporalmente la Ley de la Industria Eléctrica, el Poder Judicial se muestra pasivo y esperó largas horas para ser defendido por los enemigos de Andrés Manuel y no por los ministros de la Suprema Corte de Justicia.

Nada impide que salgan los once ministros a posicionarse en público sobre el caso donde la mayoría del Consejo de la Judicatura piensa que está equivocado (no solamente el ministro presidente Arturo Zaldívar Lelo de Larrea que está entre dos fieras).

La carta enviada al presidente de la Suprema Corte de Justicia es una elegía contra el mal encarnado en todo lo que pasó en los últimos 80 años en México, antes de junio del 2018, aunque todavía en 1983 López Obrador era el dirigente estatal del PRI en Tabasco, con Enrique González Pedrero como gobernador.

Palabras más palabras menos, la respuesta de Zaldívar fue verdad de Perogrullo, atento a las miradas de su gremio indignado por los ataques presidenciales, para no manchar su imagen como títere del Ejecutivo.

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