Las mil caras de la locura

¿En qué momento nos volvimos locos todos y no lo supimos? No estamos ni cerca de tomar conciencia sobre los padecimientos mentales serios y lo expuestos que estamos a ellos. Tanto que muchos de nosotros podemos padecer alguno y no saberlo y andar por las calles de la vida siendo una amenaza social, pero sobre todo arrastrando cadenas de sufrimiento que nos atormentan a nosotros y a quienes conviven con nosotros todo el tiempo.

¡Mi ex se volvió loca!

¡El presidente está loco!

¡Los de tal o cual ideología están locos!

La locura sin duda es algo que obedece a la moda. No puedo estar más lejos de ser una experta en el tema pero si se que cada época ha temido y señalando diferentes comportamientos llamándolos locura peligros cuando no conviene a nuestras tradiciones y convicciones.

Y ni siquiera hay que rascar tanto en la historia y viajar tanto al pasado, obviamente podríamos mencionar cientos de episodios históricos en los que enherbolando la bandera de la cordura se han discriminado y exterminado a quienes pensaron o se comportaron diferente en cada época.

Los homosexuales fueron llamados torcidos; los revolucionarios locos; las mujeres histéricas; los enterados en herbolaría brujos; los científicos herejes; al mismo tiempo que el machismo, los celos, la sumisión y la religión extrema han sido vistos como virtud.

En esta sociedad que parece un eterno juego del “Reto Coca cola” (aquel en el que le tapaban los ojos a los participantes y les daban a probar los dos refractos de Cola más famosos y aseguraban los organizadores que siempre se decidían por el mejor), andamos nosotros asegurando que quien no piensa como uno está loco, sin investigar más allá y mucho menos pensar que todos podríamos tener algún trastorno mental, solo porque a nuestros ojos no luce desagradable, por eso si vemos a un grupo de personas vestidas de negro con la cara pálida, estoperoles y uñas negras están locos, si una mujer se rebela en contra de los usos y costumbres que la han sometido y violentado está loca, igual que la primeras mujeres que quisieron trabajar, estudiar o votar, si conocemos a alguien con preferencias sexuales distintas está loco, desviado, torcido o enfermo y así podemos seguir sin reconocer qué tal vez la locura sea una salida que encuentran las mentes diferentes tal vez más finas y agudas que las nuestras.

Mucho me gustaría saber cómo seremos vistos en el futuro en caso de que finalmente el pensamiento científico se imponga sobre la religión, todos aquellos que vivimos creyendo en la divinidad y eso que hasta en temas de religión hay niveles, en el pasado y todavía en el presente toda persona que asegure tener revelaciones divinas, contactar con ángeles, santos o espíritus, presentar estigmas o síntomas de ser elegidos por la divinidad son vistas como especiales y santos, siempre y cuando la alucinación tenga que ver únicamente con el tema católico porque si las voces, mensajes o revelaciones no vienen de una divinidad católica entonces la persona en cuestión es candidata a ser ingresada con camisa de fuerza a un hospital psiquiátrico.

Dicen los estudios científicos que una de cuatro personas padece algún tipo de enfermedad mental y que prácticamente todos habremos sufrido algún trastorno antes de los 7 años. Yo reconozco haber tenido episodios serios de ansiedad, incluso ataques de pánico que mejoraron muchísimo con el uso de medicamentos y también he tenido la experiencia de conocer y convivir de forma cercana con personas diagnosticadas formalmente como Bipolares tipo 1, depresivas clínicas, autistas, con trastorno límite de la personalidad, narcisistas, pero también sé que todos convivimos diariamente con gente afectada de forma importante por el abuso de drogas y/o alcohol o por haber vivido alguna experiencia traumática que desequilibró su química cerebral y también sé que la locura nos brinca y asusta mucho más cuando es evidente en gente de escasos recursos económicos o ideologías distintas que en la que se alguna u otra manera es compatible con lo políticamente correcto.

Es un hecho que lo bueno y lo malo igual que la locura y la cordura son algo subjetivo en esta época de la historia, como lo fue en su momento la inquisición y la supremacía aria por mencionar dos casos en los que la intolerancia y la virtud se volvieron monstruosos genocidios. 

En fin, antes de señalar con nuestro lúcido dedo a quien nos parece loco o trastornado deberíamos de preguntarnos cómo dice alguien a quien quiero mucho: ¿Y por casa cómo andamos?