El proceso presidencial adelantado tiene como característica inherente la lucha política en internet, pero sobre todo el uso de la inteligencia artificial que llegó en forma disruptiva para modificar muchos aspectos de la vida cotidiana. Olvidando lo obvio (que es la ilegalidad de los actos anticipados de campaña en los dos frentes políticos, la guerra sucia y lo irresponsable de muchos actores políticos), el proceso continuará sin freno posible ante lo pragmático y trascendente que es la lucha por el poder en el país.
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En esa lógica propagandística la aspirante presidencial, Xóchitl Gálvez sigue su tour de medios electrónicos tradicionales, con la idea de inundar su presencia frente a los posibles electores. No es de extrañar que la oligarquía mediática ya la vislumbre como la virtual candidata de la oposición que buscará arrebatar a Morena el poder presidencial.
La batalla en internet es un lugar lleno de propaganda a favor y en contra de la empresaria de origen indígena, que no ha sabido aún contrarrestar los señalamientos por conflicto de intereses, además de ya haberse originado denuncias legales que la acusan de apoyar a empresas a cambio de contratos privados a sus empresas, cuando fue jefa delegacional en la alcaldía Miguel Hidalgo.
No obstante, lejos de la tradicional batalla de “bots” en internet, destacó el video del pasado 23 de julio donde se presenta a Xóchitl Gálvez modificada en sus rasgos físicos por la inteligencia artificial. En el video motivacional se nota que la suspirante tiene una pigmentación de piel más clara, así como facciones más refinadas que contrastan con la redondez característica de su rostro. Su aspecto indígena se cambió por facciones de una mujer más joven y con tintes semi caucásicos.
La deformación de los rasgos físicos de Xóchitl no es casualidad. Como se sabe, las derechas internacionales no tienen una particular simpatía por las fisonomías de los pueblos originarios, que rompen con su molde de candidatos blancos de belleza estereotipada en el mundo de la moda y su industria discriminatoria.
Al interior del PAN, existen grupos de extrema derecha que no comulgan con la posibilidad de que la senadora sea su abanderada presidencial, pues tienen postulados añejos de lo que debe ser un candidato o candidata que represente las ideología de derechas y sus extremos fascistas. Si bien es cierto que la divulgación de esas ideas extremistas no concitan un apoyo mayoritario en un país etnológicamente mestizo, los militantes conservadores siempre han buscado defender sus agendas de forma más o menos velada.
Nadie como el expresidente Vicente Fox representa el pensamiento retrogrado, xenófobo, racista y clasista que lo desnudo en su mensaje de Twitter, al atacar a las figuras oficialistas que buscan de facto la candidatura presidencial. Ante el cataclismo político que afectó a la candidatura de la senadora Gálvez, ésta debió salir a deslindarse de las posiciones discriminatorias de Fox, y asegurar que todos los mexicanos somos iguales, independiente del origen de sus familias y que los dichos impresentables del expresidente no la representan.
Apenas unos días después del autogol Foxista, se dio en las redes el fenómeno del video de Gálvez con modificaciones polémicas en su fisonomía normal de rasgos indígenas, que dificulta la narrativa en construcción de una mujer orgullosa de la cultura del esfuerzo y el éxito emprendedor. Estos mensajes claramente contradictorios hacen pensar que la aspirante presidencial pretende jugar un doble papel, donde a conveniencia puede presentarse ante los electores comunes, como una mujer representante de los pueblos originarios. Pero ante las elites y oligarquías económicas, como una virtual representante de sus intereses, su ideología y su agenda neoliberal, con la una renovada fisonomía producto de la inteligencia artificial, en un proceso de europeización más ad hoc con los poderes de facto.
Aunque el negocio de las encuestas atraviesa por otro episodio que concita el escepticismo, las últimas mediciones demoscópicas de las empresas que tienen una seriedad más arraigada, han indicado que en los careos directos, Xóchitl Gálvez está aún muy lejos de Claudia Sheinbaum en las preferencias presidenciales. Con la dificultad que en otros careos con las denominadas corcholatas, aún no se marca una tendencia, que por el momento, augure una contienda presidencial más cerrada.
Si bien es cierto que de ser ungida como candidata presidencial de la alianza opositora su figura crecerá de manera lógica y será más competitiva ante la candidata o el candidato del oficialismo, nadie puede determinar cuál será el desenlace de su proyecto político. Aunque la sucesión presidencial está muy avanzada, con un desenlace todavía incierto por la lejanía de los comicios, la candidatura de Gálvez enfrenta un largo peregrinar para concretarse. Sin un proyecto político conocido desde la oposición, mucho menos algún esbozo desde la visión de la senadora, el apostar simplemente por ganar la elección sin un rumbo fijo, hace que los ciudadanos que si requieren de respuestas a los problemas que persisten, estén sumidos en la orfandad desde la oferta opositora.
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Ninguna contienda presidencial está ganada desde antes que inicie, pero sí existen condiciones que la pueden decantar a favor del oficialismo, como lo es el enorme poder de gobernar 23 entidades federativas, además de contar un nuevo aparato electoral que puede cambiar las preferencias en donde no les son favorables. Para un triunfo de la oposición abanderada por Xóchitl Gálvez se requiere de un hartazgo mayor al existente al régimen, mucho trabajo de campo en zonas donde la senadora es totalmente desconocida, y sobre todo la conjunción de toda la oposición conformada por los partidos políticos tradicionales que son aborrecidos por los electores.
Por mucho que la candidatura de Gálvez logre tener una gran aceptación popular, y aglutine al voto de Movimiento ciudadano (hasta ahora renuente) al ser la abanderada por la alianza cargará con el descrédito de cientos de personajes impresentables y cartuchos quemados del pasado, que hacen muy cuesta arriba el camino al triunfo en las urnas. Sin olvidar que el régimen cuenta aún con una popularidad suficiente entre sus bases sociales históricamente ligadas a eso que fue el priismo, ahora dominado por el partido del presidente AMLO.
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