La vanidad, mi pecado favorito

Así lo aseguró Al Pacino en la icónica película “El abogado del diablo”. Y es que de todas las tentaciones no hay ninguna más seductora e infalible.

Entre vítores genuinos de la población y letreros luminosos, claramente puestos a modo, el Presidente dio su último grito de Independencia en Palacio Nacional. Momento histórico y siempre recordado para millones de mexicanos que votamos y que, reconociendo errores y aciertos, nos sentimos en general satisfechos con su gestión. Muchos mexicanos, agradecidos y muy tristes por el fin del sexenio, se reunieron en la plancha del Zócalo para decirle adiós y gracias al presidente.

Todo iba bien. Muy bien pensados, desde mi punto de vista, los Vivas y los Mueras del discurso festivo, hasta que tentado por el diablito maldoso y chapucero que sabe de debilidades humanas, el Presidente López Obrador tuvo a bien gritar ¡Viva la 4T! Si yo como simpatizante sentí el efecto de un disco rayado en mi cerebro, no quiero pensar cómo sonó en los oídos de la oposición y de todos aquellos que no están de acuerdo con su gestión y con sus últimas apariciones y actividades.

En la semana que pasó hubo tres eventos importantes: la firma de la Reforma del poder Judicial que se había dicho no se llevaría a cabo ese día; el evento del día de la Marina, y el desfile del 16 de septiembre. En los tres el presidente se hizo acompañar por la Presidente electa Claudia Sheinbaum. ¿Qué nos dice directa e indirectamente?

Lo que tanto repite la oposición y que nos hemos cansado de defender quienes votamos por Morena, que efectivamente apuesta a en permanecer en el poder a través de la Doctora Sheinbaum, algo que me parece injusto y deshonesto. Quienes elegimos votar por ella lo hicimos sí, por la continuidad de la cuarta transformación en parte, pero sobre todo porque confiamos en su carrera, en su trayectoria, en su ideología y en su talento y honestidad. 

Me gustaría saber que la primera mujer Presidente llega al poder por méritos propios y no tomada de la mano como una niña chiquita, que fue lo que parecía en las imágenes de estos eventos. Un desatino, un exceso de protagonismo innecesario y hasta una burla que no sólo agravia a la oposición, también a los que esperamos una transición honesta y responsable, la mofa pública es baja y sucia.

Su tiempo fue muy importante, histórico, muy bueno para muchos y catastrófico para otros, pero como todo llegó a su fin. Se quedan sus iniciativas pero es hora de despedirse. No subestime, señor Presidente, el poder y la capacidad de una mujer ni la inteligencia de la ciudadanía aunque para usted sean oposición, ella ya es Presidente electa. Ya no es parte de su equipo, ya no es militante del partido y ya no es su mano derecha. Es la persona por la que votamos la mayoría y es un nombre completo, solo hay un o una Presidente, no dos ni uno y media.

No superemos que la sensatez y la llaneza hagan acto de presencia y no se sigan dando sucesos egocéntricos y narcisistas que crispen más los ánimos de la población.

Un hecho que no resultó insignificante ni gracioso y que manchó la despedida que debió haber sido una fiesta de orgullo y cordialidad con todos los absolutamente todos los mexicanos.

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