La Chofis es el apodo de un joven futbolista, a quien ofrezco mi respeto y aclaro que no es mi intención utilizar su apodo…
La Chofis es el apodo de un joven futbolista, a quien ofrezco mi respeto y aclaro que no es mi intención utilizar su apodo en sentido peyorativo, sino en el sentido festivo que se utiliza en la camaradería que se da en los equipos deportivos.
Corre el rumor de que al presentarse este joven a un nuevo grupo de entrenamiento le llamaron “la Chofis” por su parecido con la novia de uno de los compañeros, el mote mereció el beneplácito del grupo y pasó a formar parte de lenguaje; algunas jovencitas me dieron su opinión en el sentido de que el muchacho era “bastante bonito” y que el mote le sentaba.
Resulta que como futbolista es prometedor y le espera un futuro brillante.
Me pregunto: si gracias a su aspecto físico y al apoyo de un nutrido grupo de jovencitas, fuere llamado a la Selección Nacional a pesar de su inexperiencia, falta de madurez y desarrollo técnico y fracasara, ¿sería su culpa? Si estando en la cancha se le asignara el cobro de un penalti decisivo, en una final, de visitante y ante un estadio lleno y lo errara, ¿sería su responsabilidad?
¿Qué sería de las jovencitas que lo impulsaron a ese puesto, presionando al entrenador, a los medios y al público en general?, ¿qué sería de él?
Creo que la responsabilidad debería ser compartida por todos los involucrados en el proceso, y todos deberían recibir su castigo, a menos la censura generalizada. Habríamos fabricado un ídolo de barro y su fracaso sería el nuestro.
Algo similar pasa con el actual presidente. La imagen que logró proyectar el joven político lo colocó a la altura de un Rock Star y el decidido apoyo de la deslumbrada legión femenina le concedió el triunfo, a pesar de las opiniones diferentes. Su popularidad estaba en los cuernos de la Luna, aprovechó su capital político en la Alianza por México y logró la aprobación de las Reformas que su partido bloqueó durante doce años y que le permitieron permanecer en lo alto del Hit Parade.
A la hora de la verdad ya mostró de lo que está hecho, los penalties decisivos los falla inmisericordemente, enseña el cobre que algunos ya le conocíamos y que ocultaba con grandes golpes publicitarios, bla, bla, bla, sin acciones, aunque se le ofrezcan en bandeja de plata como el despido del impopular jefe de la CONADE, quien sigue contando con su apoyo.
Sin lugar a dudas deja mucho que desear, pero “haiga sido como haiga sido”, es el jugador que tenemos en la cancha y es una muestra válida de nuestra cultura, producto de nuestra inmadurez, ignorancia política y la influencia de los valores vigentes, equivocados y no debidamente jerarquizados, pero nuestros; trata de cumplir con una responsabilidad que nosotros le asignamos, para la cual evidentemente no está capacitado.
Ya somos conscientes de que ni tirando un penal sin portero es capaz de meter un gol, pero el partido sigue y si queremos un marcador decoroso no debemos repetirle lo maleta que es, hay que apoyarlo, cuando menos dejando de insultarlo. Reconocer que en algunas cosas está haciendo su mejor esfuerzo y con toda la capacidad que tiene.
Por eso creo que el ensañamiento periodístico y mediático debe cesar, por nuestro propio bien, enfocar los resentimientos hacia otros objetivos totalmente justificables.
Al mentiroso y defraudador “honesto y valiente” promotor, en otro momento, de la República Amorosa, desairado apoyador de guerrilleros disfrazados de maestros y otras monerías, que cambia de bandera conforme la dirección de los vientos, no me he percatado que la vigilante investigadora de suciedades le revise el origen de sus fortunas, hoy dadas en usufructo vitalicio a fin de ocultarlas en sus honestas declaraciones y poder presumir de pobre.
Creo que será interesante la forma de obtención de su título universitario, que si bien descalifica a Peña por una nimiedad, podría ser que a López se lo hayan otorgado por “huma-nidad” después de trece años de espera en una carrera plagada de materias reprobadas o acreditadas en varios intentos de exámenes extraordinarios. Con certeza debe haber material investigable en tantos años de carrera y nos pondría al corriente de la personalidad de quien va a limpiar al país de la corrupción poniendo al frente de la lucha a Bejarano, el experimentado señor de las ligas.
Así como pusieron nuestras adolescentes votantes en la presidencia a Enrique y podrían poner a “la Chofis” en la Selección de futbol, tendrían que asumir su responsabilidad y buscar no repetir el error (a eso se llama experiencia).
Información completa acerca de los candidatos, objetividad y equilibrio en la decisión, medios transparentes y equilibrados, integran la consigna para el siguiente sexenio y permitir que Peña llegue a su fin con crítica sana sin el ensañamiento similar al de los hospitales deshonestos que se niegan a desconectar los aparatos que mantienen con vida artificial al moribundo con el único propósito de extraerle a los familiares hasta el último peso posible.
Ya ganaron la batalla del desprestigio, nobleza obliga a no pisotear al vencido, a menos de que el vencedor carezca de calidad.
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