Justicia ¿para todos?

En teoría la justicia debería de ser pronta, expedita e imparcial; sin embargo, hay veces que pareciera que la justicia en México empatiza con quienes más recursos económicos tienen. 

8 de noviembre, 2022

La semana pasada se suscitó un robo a mano armada en el semáforo de la Calle de Tamarindos, entre Bosques y Santa Fe. Para los que vivimos en la capital y para mucha gente decir “Tamarindos” es sinónimo de situación económica y social alta, de elite y de exclusividad. Ubicado en la zona de Santa Fe, es una calle en donde el metro cuadrado vale una fortuna y solo se pueden dar el lujo de vivir ahí un sector muy selecto de la población.

El robo fue contra un automovilista. Casi en tiempo real empezaron a correr por todas las redes sociales videos que tomaron otros automovilistas desde sus coches y que publicaron para denunciar los hechos y exigir la inmediata respuesta de las autoridades.

Efectivamente, el mismo día ya había sido detenido el presunto ladrón. La policía apoyada por los testigos y por las cámaras de seguridad actuó de forma impecable y dio con el culpable quien, sin duda alguna, será juzgado y castigado con todo el peso de la ley. Lo anterior nos demuestra que cuando la sociedad y las autoridades gubernamentales se juntan, el resultado es siempre mayor eficiencia en la persecución y prevención del delito. Así la próxima vez los amantes de lo ajeno se la pensarán mejor antes de intentar asaltar a un importante miembro de la sociedad qué transita por la vida en un Mercedes Benz rojo por una de las calles más exclusivas de la ciudad.

El testimonio del presunto agredido circuló también por las redes sociales, sobre todo en los grupos y chats de WhatsApp. El afectado describe al ladrón como un muchachito de entre 15 y 16 años, muerto de miedo y totalmente preso de los nervios, que temblaba y tartamudeaba y fue por eso que el agredido incluso le aconsejó que se fuera corriendo nada más con su reloj.

De ninguna manera estoy a favor del robo ni de ningún tipo de acto vandálico, pero en la noche, ya en el silencio de mi recámara y con la cabeza sobre la almohada, no podía dejar de pensar que “a nadie le importa N”. Y es que “como quiera que se llame N”, no es ni siquiera un miembro de la sociedad, no pertenece a ninguna comunidad, tal vez ni siquiera tenga un registro o algún papel que lo identifique; “maldito ratero N” no tiene padres y seguramente paso sus 15 o 16 años viviendo debajo de algún Puente, o dentro de alguna coladera en el subsuelo de este México que se ufana de buscar justicia pronta y expedita para todos.

“Hijo de su madre N” come desperdicios encontrados en la basura, jamás ha tenido nada propio ni nuevo, seguramente ha sido violentado y abusado tantas veces que para él ya es parte de la vida; “Desgraciado malnacido N” no merece una oportunidad y debe ser aislado porque representa un peligro para la sociedad, como si “Pobre diablo N” alguna vez hubiese tenido la más mínima oportunidad de una vida distinta.

Este ladrón es seguramente hermano o primo o hijo o amigo o compañero de coladera de muchos otros “hijos de nadie” que a diario salen a asaltar gente de bien que se gana la vida con el sudor de su frente, a robar en las esquinas a automovilistas, pero también en los transportes públicos, a muchos otros “sin nombre” que se trasladan todos los días a sus trabajos en Microbuses, peseros, en el metro o en el cable bus o cualquier medio de transporte público. El 61% de los robos con violencia son a estas personas. Tan solo de enero a abril de 2022 se registraron 218 casos de víctimas en carpetas de investigación de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México.

No he sabido nunca de una respuesta tan ágil y solidaria de la sociedad para estas personas que todos los días son despojadas de sus poquísimos artículos, de su celular y el poco dinero que lleven consigo y que seguramente al llegar a su trabajo después del trago amargo y el terrible susto sean reprimidos y castigados por sus patrones. Pocas veces he sabido de algún patrón o patrona que acompañe a su trabajador a denunciar el robo y que lo apoye mientras se le da seguimiento, por el contrario, de lo que sí me he enterado muchas veces es de la acusación como presunto culpable de alguno de sus trabajadores cuando algo les falta o sospechan que les han robado, independientemente de que pueda ser cierto o no. El primer acusado es siempre el trabajador, el migrante que pide ayuda en la esquina, la madre soltera que acude a hacer el aseo por unos cuantos pesos y hay una sola razón para ello: son pobres.

Seguramente muchos no estarán de acuerdo con mi punto de vista. Me tomarán por populista y resentida. No apruebo en ninguna modalidad el crimen. Lo único que de verdad quisiera con profunda inocencia, como un niño pide en sus oraciones de la noche la Paz mundial, es que la justicia, la indignación, el derecho al resarcimiento de daños, la confianza y la presunta inocencia sea la misma para todos.

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  Con una sonrisa nos fuimos reconociendo. Aquí sí les puedo asegurar sin el más mínimo ápice de duda que no hubo acarreadas. Nos vi llegando en Metro, caminando, reconociéndonos con una sonrisa, cantando y caminando juntas sabiendo que a todas nos movía la misma fuerza, la indignación y la fe de que el mundo pueda ser distinto para nosotras. -Es mi hija –me dijo una mujer que me solicitó llevar una pancarta con la foto de una joven–  Llevamos dos años buscándola. No dije nada, el nudo en la garganta me impidió hablar, tomé la pancarta y la levanté con mi mano derecha durante más de cuatro horas que marchamos. Podría hablar de cada historia, de cada letrero, de cada rostro, podría contarles que era increíble el espíritu de sororidad que se vivía, que cada consigna era más poderosa que la anterior, que los decibeles de nuestras voces y la resistencia de nuestras piernas nos sorprendieron a todas. También podría contarles –y esto es una impresión total y absolutamente personal– que a mí me pareció, a diferencia de otros años, una marcha bastante contenida, organizada desde fuera por fuerzas que sin darnos cuenta nos dijeron por dónde marchar. Vallas que obstruyeron y diseñaron nuestro camino, límites y señalamientos que hicieron de esta marcha más que una manifestación un tanto patriarcal. No es que uno salga esperando ver los más destrozos posibles ni mucho menos, pero para quien lo ve de lejos y no lo ha sufrido la radicalidad y violencia de muchas de las manifestantes obedece a una desesperada indignación y a una rabia de siglos de abusos y sometimiento. Este año no hubo eso, tampoco oradoras ni sorpresas. Tal vez por eso a mi hija le dijeron que no era una marcha concisa. Aun así sabemos muy bien todas porque fuimos, lo que demandamos y lo que esperamos cada que salimos a la calle a gritar ¡Justicia! Esta no es una marcha de intereses, esta es una marcha por nuestras vidas. De dignidad y de igualdad de derechos, una marcha para ser libres, para vivir seguras, para vivir sin miedo. Un grito por las que ya no están, una demanda por todas un voto de esperanza porque nuestras jóvenes tengan el derecho de vivir sin miedo. Una consecuencia, un reconocimiento a la lucha de nuestras ancestras, una obligación con nuestras hijas. ¡Mujer que escucha, esta es tu lucha! ¡Señor, señora, no sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente!  

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  • Lago Nabor Carrillo, Texcoco 
  • Presa Madin en Atizapán 
  • Presa Lago de Guadalupe en Cuautitlán Izcalli
  • Lago de Chalco, Chalco
  • El Caracol, Texcoco
  • Vaso regulador “Gran Canal”, Venustiano Carranza
  • Vaso regulador “ El Cristo”, Naucalpan
  • Presa el Capulín, la Herradura en Huixquilucan
  • Presa Endho, Tula
El desazolve gran problema de todos los vasos reguladores y presas de la ZM de la CM Cada año, previo a la temporada de lluvias, las autoridades de los organismos responsables, CONAGUA, el Sistema de Aguas de la CDMX y la Comisión de Aguas del Estado de México debieran llevar a cabo los trabajos de desazolve para devolverles su capacidad de almacenamiento y regulación, pero año con año la desatención del tema causa: inundaciones y daños materiales graves que se manifiestan en toda su crudeza en los asentamientos (irregulares en su mayoría) que sabedores del riesgo han desarrollado sus precarias viviendas en sus inmediaciones (a ciencia y paciencia de las “autoridades”). Las descargas no controladas de aguas residuales hacia presas y vasos reguladores La teoría (que en nuestro país es letra muerta) indica que los vasos reguladores deben contener agua de lluvia cuyo escurrimiento se controla para canalizarlas adecuadamente aguas abajo. En la práctica, desarrolladores, propietarios de inmuebles ubicados en forma inadecuada, descargan aguas residuales a esos cuerpos de agua, cuyo hedor aumenta considerablemente en la temporada de estiaje, pues el agua contenida queda estancada. Aguas con residuos orgánicos, con un alto contenido de basura que es arrastrada del cauce de los arroyos alimentadores al vaso, constituyen un área de extraordinario riesgo para la salud. Mal olor, presencia de fauna nociva, emisiones a la atmósfera con altos contenidos de gas metano (por los residuos orgánicos), plagas de insectos y altas concentraciones de CO2, entre otros son causa de problemas respiratorios y gastrointestinales… Agreguemos a esto la contaminación que por infiltración se da en los mantos freáticos. La presa del Capulín en Huixquilucan  Esta es un ejemplo de abandono, descuido y de la incompetencia de las autoridades del municipio de Huixquilucan y de la CAEM como responsable estatal del manejo del recurso hídrico y de la disposición y manejo del recurso hídrico y operación en su caso de plantas de tratamiento de agua residual.  La presa recibe entre otros el caudal de la cuenca del Río San Joaquín y teóricamente ese caudal recibe tratamiento de las aguas residuales de varias colonias residenciales como la Herradura, pero para el manejo y desalojo de esas aguas no se cuenta con un emisor construido para ese efecto, por lo que las aguas fluyen libremente en varios cauces que funcionan como colectores y receptores naturales (barrancas y algunos tramos entubados) que descargan en El río en  el Capulín , arroyo San Fernando, la propia presa y  Río Frío, de la Loma, la Pastora y Hondo. Te podría interesar: Los procesos de consulta a los pueblos indígenas y el derecho comunitario (ruizhealytimes.com) Hay que señalar que, si bien existen dos plantas de tratamiento para las aguas residuales, los asentamientos irregulares y las descargas de edificios vecinos sin control, neutralizan los efectos del tratamiento parcial de otras descargas. ¿Cómo resolver el grave problema de contaminación de vasos reguladores y presas?
  • Conteniendo los desechos orgánicos que escurren sin control en los cauces de los arroyos alimentadores.
  • Desazolvando con oportunidad los vasos para asegurar que cumplan su función y no sean causa de desbordamiento e inundaciones de calles, casas habitación.
  • Construyendo colectores “marginales” para evitar la llegada de aguas negras o con residuos peligrosos a las presas y desviar estas hacia colectores o emisores de aguas negras.
  • No olvidando que los vasos reguladores se diseñaron para dar cauce a las aguas de lluvia no para manejar aguas residuales.
  • Otorgar licencias de construcción a los desarrolladores inmobiliarios si se asegura la consideración para operar plantas de tratamiento de sus aguas residuales con el propósito de reusarlas….
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