Los traicionados: El fraude de “la Transformación”

El interés del presidente nunca ha sido contribuir a aliviar o superar la pobreza en México.

26 de abril, 2024 ¡Que siga la campaña de López hacia 2024!

En 2018, la arrolladora victoria electoral de López Obrador se explica muy bien porque, como ningún otro candidato, supo poner los dedos en las llagas de las  heridas dolientes en nuestro cuerpo social. A diferencia de los planos y continuistas discursos de José Antonio Meade y Ricardo Anaya, Andrés Manuel hizo de las históricas deudas sociales de la nación, sus banderas de campaña: con una retórica pegajosa y directa, prometió combatir radicalmente la pobreza, acabar con la corrupción, recuperar el poder adquisitivo del salario de los trabajadores, mejorar las condiciones de la seguridad pública –devolviendo al ejército a sus cuarteles-  y, en general, hacer valer los beneficios de un estado social que compensara o corrigiera las fallas asociadas a la ideología neoliberal imperante desde la década de los 80’s. 

Sin embargo, a escasos meses de que finalice el sexenio de la llamada Cuarta Transformación, es preciso señalar que ha sido, sobre todo, una gran traición a los millones de electores que en junio de hace seis años creyeron las promesas del hoy presidente tabasqueño. Los testimonios de esta gran traición electoral se multiplican por cientos tanto en redes sociales cotidianamente como en libros diversos de reciente publicación y en los periódicos y revistas que conservan su reputación de seriedad analítica y compromiso con la verdad sobre lo que acontece en este país, a pesar de las brutales presiones que la administración lópezobradorista ejerce sobre sus dueños, directivos, periodistas y comentaristas. La verdad es que ni se ha abatido la pobreza, la corrupción ha crecido, el poder adquisitivo del salario es peor que hace 6 años (a pesar de los incrementos al SMMG), la inseguridad pública está desbocada y el país vive una militarización sin precedentes en su historia. 

Particular atención merecen algunos libros que documentan con seriedad y profundidad analítica el desastre acumulado que ha sido la 4T, realmente en todos los ámbitos de nuestra vida pública, eso sí, adornada con una cantidad descomunal de mentiras expuestas, en una fantasía delirante, cada mañana desde el púlpito presidencial y repetidas ad nauseam por sus sicofantes como si fueran loritos amaestrados. No recuerdo ni tengo conocimiento de ningún otro periodo de la historia de México, ni antigua ni reciente, en que se haya escrito tanto y con tanta sensatez denunciando los errores, estupideces y mentiras de un gobierno en funciones, que verdaderamente se ha esmerado -y con éxito- en destruir institucionalmente al país. 

Entre los libros recientemente publicados que documentan este horror, destaco los dos de Macario Schettino (“México en el Precipicio: El fracaso económico de la 4T” y “El Dinosaurio Disfrazado: de opositor a demagogo”); también dos de Pablo Hiriart (“2,520,000,000,000.00: AMLO, el costo de una locura” y “El Destructor”); de María Amparo Casar “Los Puntos sobre las Íes: el legado de un gobierno que mintió, robó y traicionó”; de Xavier Tello, “La Tragedia del Desabasto” (sobre la criminal política de salud de este gobierno); de Marco Levario Turcott, “Los Farsantes de la 4T” (en dos volúmenes, sobre el entramado comunicacional para difundir y aplaudir las locuras y mentiras del presidente) y de Elena Chávez “El Rey del Cash: el saqueo oculto del presidente y su equipo cercano” y “El Gran Corruptor”, que resultan particularmente valiosos por la cantidad de testimonios directos denunciantes de la grave y escandalosa corrupción sobre la que se ha construido el capital político y social de López Obrador y que se mantiene viva y operante en este sexenio. Incluso cabe hacer mención del libro de Hernán Gómez Bruera, singular aplaudidor de Morena que, sin embargo, escribió “Traición en Palacio: el negocio de la justicia en la 4T”, que documenta muy bien el escándalo que hoy embarra hasta las orejas a Arturo Zaldívar Lelo de Larrea mientras fue presidente de la Suprema Corte de Justicia, aliado del presidente, de su director jurídico -Julio Scherer Ibarra- y hoy importante actor en el equipo de Claudia Sheinbaum. 

En todos estos trabajos, se da cuenta puntual y rigurosa de las acciones de un grupo político que al parecer sí se despierta cada mañana pensando “en cómo joder a México”, contradiciendo en los hechos aquella curiosa declaración de Enrique Peña Nieto cuando trataba de defenderse en la debacle de su popularidad. Pero hoy, en las postrimerías del que sin duda ha sido el peor gobierno de nuestra historia, acaso comparable al último periodo de Antonio López de Santa Anna o a la breve tiranía de Victoriano Huerta, ¡hasta extrañamos a Peña Nieto!

Uno de los libros de reciente publicación sobre el tema, que no ha recibido la atención mediática que merece por su gran calidad de investigación y el significativo cúmulo de datos que aporta es el de Jacques Lartigue Mendoza, doctor en Economía por la Universidad Estatal de Nueva York y miembro del Sistema Nacional de Investigadores: “Los Traicionados: Pobreza y políticas públicas durante el sexenio de AMLO”. Trabajando con datos duros de INEGI, CONEVAL y distintas dependencias del Gobierno Federal, argumenta con profundidad y rigor cómo es que las políticas públicas de la actual administración han afectado particularmente a la población más vulnerable del país. Esto es: Los principales traicionados por las promesas incumplidas de la 4T son, precisamente, los más pobres.  

Lartigue analiza comparativamente los resultados de las políticas sociales en los gobiernos de Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto contra los mismos del gobierno de la 4T, para acreditar que, entre el 2019 y 2023, los pobres en México viven hoy, en general, mucho peor que como estaban “bajo el yugo de los nefastos gobiernos neoliberales”. Destaco algunos puntos clave: 

  • El presidente que nos convenció -con absoluta razón- que “por el bien de todos, primero [tendrían que tener prioridad] los [más] pobres”, ha dejado sin servicios de atención a la salud a 30.3 millones de personas que sí contaban con esa cobertura antes de diciembre del 2018 y que, por supuesto, ocupan los estratos socioeconómicos de menores ingresos. Además, los dejó sin medicinas gratuitas y, cuando pueden atenderse por su cuenta en lo que ha sido la mayor privatización de servicios médicos en nuestra historia, gastan 40% más que antes. Como muchos ya no pueden darse el lujo de recibir atención médica, la esperanza media de vida al nacer se ha reducido ¡4 años!
  • En el sexenio de la “gran transformación”, hemos tenido índices de mortalidad sin precedentes, con excepción del periodo de la Revolución (1910-1923), debido a una combinación letal que suma homicidios dolosos (más de 220,000) y alrededor de 700,000 “muertos en exceso” derivados de la pésima atención durante la pandemia. Nuevamente, en esto, los más afectados son los mexicanos de menores niveles socioeconómicos. Incluso el índice de suicidios se disparó en casi 50% (de 6,000 anuales en el sexenio de EPN a 9,000 en promedio durante el régimen actual), con la mayor incidencia ocurriendo en la población de menor escolaridad (y menores ingresos).
  • Por otro lado, el rezago educativo se incrementó en dos millones de personas, en buena medida por la ausencia de políticas y estrategias compensatorias frente a los efectos del COVID. Nuevamente en esto fueron los más pobres los más afectados. (Además, se le devolvió el poder a la mafia sindical de maestros y, aunque en educación el gobierno gastó mucho menos, el gremio magisterial -que sí cuenta electoralmente- incrementó sus ingresos salariales notablemente).
  • De particular impacto negativo hacia la población en situación de pobreza resultó la eliminación absoluta del programa “Solidaridad-Progresa-Oportunidades-Prospera” que, durante 5 sexenios, transfirió recursos directos a millones de personas (25.3 en 2018) condicionados a su aplicación en educación, nutrición y salud para romper los factores determinantes de la pobreza estructural y coadyuvar a superar el círculo vicioso de la marginación. No es de extrañar, entonces, que el número de personas en situación de pobreza extrema haya crecido en 8% durante este sexenio. En cambio, las transferencias directas de la nueva Secretaría del Bienestar no tienen ninguna orientación específica para superar estructuralmente la situación de pobreza y sí se perciben dirigidas a fortalecer las clientelas electorales de Morena. 

A todo esto debemos sumar el infame derroche de más de dos y medio billones de pesos (o sea, millones de millones) en las ocurrencias del presidente donde la racionalidad económica ha brillado por su ausencia. ¿Qué tanto se podía haber hecho con ese dineral en favor de la salud, la educación, la seguridad y el fortalecimiento de competencias para el desarrollo y el bienestar de los más de 50 millones de pobres que siguen viviendo en nuestro país?

El punto es claro: El interés del presidente nunca ha sido contribuir a aliviar o superar la pobreza en México. De hecho, no es casual que haya sido el mismo López Obrador quien declaró: “Morena obtiene sus votos con la gente más ignorante: entre más analfabetismo, más apoyo a Morena”.  Esta es la gran traición de la 4T. Tomemos nota. 

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