Creo llegada la hora de hacer una radical transformación para que se imparta JUSTICIA autóctona, originaria, como la que gozaban hace 500 años los vecinos de los aztecas, similar a la que le impartió el pueblo bueno y sabio de Ixtayopan Tláhuac a los tres policías federales sacrificados a Huitzilopochtli la noche del 23 de noviembre de 2004.
En noviembre de 2004, Topilzin Lopezcóatl era apenas mini tlatoani del Distrito Federal, que no había despertado a la esplendorosa plenitud de sus orígenes, que apenas ha ocurrido el pasado 13 de agosto de 2021.
Yo quisiera escribir estas líneas en Náhuatl, pero al igual que nuestro gran tlatoani tabasqueño, me fue negado aprender la lengua de mis mayores y se me impuso el idioma español que me veo obligado a utilizar, si es que quiero ser entendido.
¡Chingatzin madritzin quemalpedotzin!
Necesitamos reconstruir los mecanismos de JUSTICIA AUTÓCTONA sin el lastre putrefacto de los abogados y sin el estorbo de leyes rígidas que impiden a nuestro amado tlatoani Nopalzin Topilzin Lopezcóatl la reinstalación de las normas originarias.
Se han descubierto códices antiquísimos que los españoles habían ocultado; códices que narran y describen la inmensa felicidad que gozaban tarascos, olmecas, tlaxcaltecas, tepacnecas, purépechas, chichimecas, iztapalacras, totonacas, tlahuaqueños, oriundos de la Chingada y demás pueblos originarios encabezados por los pacíficos, democráticos y generosos Aztecas que los guiaban fraternalmente desde la gran Tenochtitlan.
El actual SAT no se compara con el expedito, incorruptible y eficaz servicio de recaudación tributaria de los gobernados por Moctezuma donde los contribuyentes que no pagaban de todo corazón, pagaban con el corazón.
Si en vez de permitir que nos frenen las tradiciones jurídicas europeas, impuestas por el criminal Hernan Cortés y sus cómplices gachupines, nos decidimos a rescatar las viejas prácticas justicieras del grandioso Imperio Azteca, nuestro gran Tlatoani tabasqueño, puede dejar atrás la tímida cuarta transformación para lanzarse a encarnar al Quinto Sol, convirtiéndose en Ilhuicamina, ¡flechador del cielo!
Nopalzin Topilzin Lopezcóatl y Betycóatl Flachocotzlin no deben sufrir teniendo que habitar el palacio de los odiados virreyes de la Nueva España (fuchi caca); ellos son dignos de mudarse al Templo Mayor, en cuanto se haya reparado el techo que colapsó hace poco, como la línea 12 del Metro.
Fue un error jugar el pasado 1º de agosto con las reglas del Instituto Hispánico Electoral.
La consulta para ajusticiar a los expresidentes fue saboteada por el chipilín Zaldívar que convirtió la pregunta original en un trabalenguas incomprensible.
La pregunta debió ser formulada clara y directamente:
¿Te gustaría ver a Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto sacrificados con el corazón de fuera en el Gran Teocali?
El clamoroso SI habría sido imparable; nadie habría podido acallar el ronco rugido de los teponaztlis, las chirimías la voz impresionante de las conchas y los cuernos clamando al viento por justicia y anunciando el regreso del Imperio Azteca bajo el penacho de Topilzin Lopezcóatl.
La gran pirámide de tabla roca no habría sido puramente decorativa sino que se habria estrenado con los sacrificios rituales de los cinco neoliberales criollos cuyos ancestros nos esclavizaron 300 años.
¡Pero todavía es tiempo!
En vez de conformarnos con una réplica del Gran Teocali en tabla roca, debemos demoler el edificio de la Suprema Corte y sustituirlo con un maravilloso reflejo del palacio de Axayacatl en el que las sacerdotisas sean las bellas MORENAS: Geraldine Ponce y su gemela Ana Elizabeth García Vilchis, las dos bellamente emplumadas.
Mi propuesta de este sitio para construir el nuevo tribunal de justicia azteca, no puede ser mejor, puesto que justo enfrente, se ubica el monumento que conmemora la llegada de nuestros ancestros al islote donde se cumplió la profecía cuando vieron al águila que devoraba a la serpiente neoliberal.
Hay que desaparecer la Suprema Corte, los Tribunales Colegiados y Unitarios de Circuito y los Juzgados de Distrito. Hay que abolir el poder judicial federal y los poderes judiciales de todos los estados.
En lugar de esos falsos tribunales donde la justicia se administra pero no se imparte y se rigen como las subastas del sapo y la pedrada, deberemos seguir la línea marcada por Nopalzin Topilzin Lopezcóatl:
A los amigos (como Bartletcoatl o Romero Deschamptzin Petrolitzin) justicia de CUATECOATL.
Después del tres de mayo de 2021, Lopezcóatl aplicó JUSTICIA DE CUATECÓATL a los mexicanísimos Marcel Ebrard Casaubon Garcin, y Claudia Netanyahu Sheinbaum.
El futuro de la gran transformación de México Tenochtitlan más allá del 2024, solamente pudo salvarse por las dotes del insustituible Tlacatecutli tabasqueño.
A los fifís, emisarios del pasado, como Rosario “no te apures” Robles, “justicia de la BERLANGA” y bote a huevo.
Pero ya encarrerado el ratón, sigamos adelante y desmantelemos el Tribunal Electoral Federal.
¡En materia electoral, regresemos a la austeridá azteca!
El penacho imperial de los aztecas no era hereditario por descendencia dinástica; a los aztecas les bastaba un solo GRAN ELECTOR como TLACAELEL, que fue el más famoso.
TLACAELEL escogía de entre tres posibles tlatoanis, al que le pareciera mejor calificado, y sin el altísimo costo que pagamos por elegir diputados serviles, gobernadores narcos y burros, senadores pillos y presidentes ineptos.
TLACAELEL solito aseguraba la sucesión de tlatoanis sin necesidad de soportar al INE que en la sabia y ancestral opinión del tlatoani de Macuspana, es INEcesario.
¿Qué de malo tiene que TODO EL PODER se concentre en un solo gran elector, si el güey Tlatoani que hoy rige los destinos de Tenochtitlan es el más grande de todos los güeyes tlatoanis desde que los aztecas llegaron al islote?
Para la radical transformación que propongo, ni siquiera es necesaria una reforma constitucional; ¡AL CARAJO LA CONSTITUCIÓN!
No necesitamos una ley suprema impuesta en castellano que perpetúa nuestro sojuzgamiento; ¡sigamos la ley no escrita de los usos y costumbres originarias que hasta permiten vender o alquilar a las hijas menores de edad.
Basta que el tlatoani de Nacajuca proclame desde el Salón Tesorería el renacimiento de la gran Tenochtitlan, siempre y cuando lo haga acompañado por los jefes de los caballeros águila (SEDENA) y los caballeros tigre (SEMAR) debidamente emplumados y con sus macanas y escudos listos.
Conmovido hasta las lágrimas como el anciano sentimental que soy, imagino a Andrés Nopalzin Topilzin Lopezcóatl flanqueado por las dos bellezas MORENAS napaloli Geraldine Ponce nayaritzin, (1) y la no menos bella y juvenil istlakati teyaochiuani Ana Elizabeth García Vilchis. (2)
Y como gran sacerdotisa, y única autorizada para sacarle el corazón a los elegidos para ser inmolados, la ueuejkayomatilistli Betycóatl Gutierretlapali Mullemextli. (3)
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Glosario de vocablos Náhuatl
- Napaloli. Abrazo tierno juvenil e inocente.
- istlakati teyaochiuani. Luchadora contra la mentira.
- Ueuejkayomatilistli. Gran historiadora
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