¿Se acabó el “abrazos no balazos”? porque de resultar eficiente la operación de la Guardia Nacional con el mandato presidencial de no enfrentamientos violentos, no habría por qué sumar 50 mil millones de pesos al presupuesto de 35 mil 600 millones de pesos anuales que se le venía destinando.
Cien mil elementos equivalentes a 3 mil efectivos en promedio por estado y la CDMX no parecen suficientes. Con el aumento, el gobierno federal pretende cuando menos duplicar la formación antes de terminar el sexenio. Como todo, la capacitación y búsqueda de los perfiles adecuados son obstáculos en el tiempo.
Sin embargo, este fin de semana Andrés Manuel López Obrador reveló que solamente un estado de la República no registró muertes dolosas, y que estas ascendieron a 236 en 48 horas. Los números son de fracaso, mayo alcanza casi los 3 mil homicidios (2963) es un incremento mensual de 3,57 % frente a los 2.861 asesinatos reportados en abril y un aumento anual de 1,26 % ante los 2.926 registrados en mayo del año pasado.
Esto es, a pesar de la pandemia, la reducción del 2% que dice la secretaria de Seguridad Rosa Icela Rodríguez, es un mal resultado por la contracción del mercado en todos los sentidos, y las restricciones de movilidad que se relajaron hasta el primer trimestre del 2021.
A la decisión de la Guardia Nacional habrá que agregar el desmantelamiento de elementos del Ejército y la Marina que pasaron a formar parte de este grupo, aproximadamente 30 mil elementos.
Sin embargo, el otro problema en puerta de la Guardia es que la cadena de mando puede sufrir fuertes repercusiones si el presidente no logra la reforma constitucional para pasar a la Guardia Nacional al Ejército. El próximo presidente podría optar por desligarla totalmente del mando castrense y trazar una ruta vertical a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, lo que devendría en tres organismos castrenses.
De hecho la Guardia ya se puede considerar más fuerte que la Secretaría de Marina. El problema de extirpar el carácter civil de la Guardia es que, de llegar a los 200 mil elementos, resultaría en una fuerza muy cercana al Ejercito Mexicano, solo le restaría la Fuerza Aérea, una institución muy debilitada.
El otro dilema que mete un alto grado de incertidumbre es qué hacer con la Secretaría de Seguridad si López Obrador logra la reforma para fusionar la Guardia al Ejército. Ni siquiera en el papel tendría razón de ser de la dependencia de Rosa Icela Rodríguez.
La estrategia de Palacio Nacional para militarizar un gran número de funciones civiles es análoga a la de Hugo Chávez en Venezuela, que cimentó la fuerza del Partido Socialista Unido de Venezuela a través de las Fuerzas Armadas. De los 33 ministerios de Venezuela, nueve están dirigidos por militares retirados o en ejercicio. Dicho número de funcionarios gubernamentales representa 26,4% de un gabinete donde la milicia tiene gran relevancia.
La hegemonía militar comenzó cuando Hugo Chávez dio inicio al “Plan Bolívar 2000”, la primera de muchas misiones donde oficiales del ejército caminaban de puerta en puerta por casas y escuelas para coordinar programas sociales, educativos y de salud, dando así una mejor imagen entre la población.
Maduro continuó desde el 2013 con esa dinámica y hasta el 2019 el 26% de los ministerios están en manos de militares activos y retirados, sin embargo, no todo ha sido la fidelidad esperada. El miércoles 7 de julio renovó la cúpula militar al cambiar a los comandantes del Ejército, la Armada, la Guardia Nacional Bolivariana (GNB, policía militarizada) y al jefe del comando estratégico operacional, aunque ratificó al ministro de Defensa, Vladimir Padrino.
Dijo Maduro en un acto de ascenso de oficiales: “Como se acostumbra cada 7 de julio, he tomado la decisión de hacer una renovación necesaria para la continuidad de los planes, pero para imprimir nueva energía, nueva fuerza a nuestros mandos militares fundamentales”.
Minutos antes y por sorpresa, mientras anunciaba su ascenso, Maduro nombró como responsable del comando estratégico operacional al mayor general Domingo Hernández Larez, quien hasta ahora estaba al frente del Ejército.
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