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Fachasos justicieros

La lógica del fachaso justiciero mexicano es montarse en su mitomanía para negar los verdaderos logros del régimen.

28 de agosto, 2025

El juego de palabras de facho y payaso se conjugan para proponer un nuevo término para describir a la derecha mexicana tan mitómana como cómica involuntaria, y ahora más confrontativa físicamente.

El payaso en la concepción mexicana es una figura que se ridiculiza a diferencia del “clown” artístico que usa sus recursos dramáticos para conectar con emociones más profundas.

El término facho es una descripción tropicalizada de los ciudadanos que son simpatizantes del fascismo como forma de gobierno al que defienden muchas veces de forma velada, pero en la era de los populismos de derecha, ahora sin filtro alguno.

Nuestra derecha mexicana no tiene una base fuerte real, mucho menos la simpatía por las acciones extremas, aunque sí existen personalidades políticas y de los medios masivos de comunicación que vierten sus posicionamientos que terminan en verdaderos ridículos y bulos desmentidos. Nunca dejarán de ser peligrosos, como todo extremismo, pero debido a los altos niveles de aceptación ante el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, por ahora están condenadas al ridículo más histriónico.

Si bien la senadora Lilly Téllez, cuyo intervencionismo confeso la desnuda políticamente frente a la sociedad mexicana, es la personalidad más mediática en torno al golpismo político contra nuestra nación, aunque no es ella en realidad quien mueve los hilos conspiranoicos.

El principal poder fáctico lo representa el evasor fiscal y aun magnate Ricardo Salinas que, desde el poder de una concesión mexicana de televisión, promueve campañas negativas contra el régimen morenista al que desprecia por no condonarle sus enormes adeudos con el erario y quien sueña con ser el moderno Berlusconi, con simpatías por el gobierno represor y dictatorial de Nayib Bukele en el Salvador.

Como se recordará en el cierre de la sesión plenaria del senado, el impresentable “Alito” Moreno agredió al nuevo socialité y aun presidente del senado, Gerardo Fernández Noroña en la tribuna, junto con el senador Carlos Mancilla quien golpeó también a Emiliano González, camarógrafo de comunicación social, que termino en el suelo, pateado con alevosía. La justificación del acto desnuda a los agresores, y tampoco es fortuita, todo forma parte de una defensa de las posturas intervencionistas de la senadora Téllez y todo ese PRIAN facho y valentón.

Noroña, ese político polémico, evidenciado por el rompimiento con la austeridad, es victimizado por las agresiones priístas y de las coberturas maniqueas como la de José Cárdenas a quien el senador morenista le interrumpió la entrevista al acusarlo de no ser imparcial y buscar manipular una agresión directa para presentarla como un enfrentamiento.

Disfrazados en la falsa libertad que promueve el negacionista político de la extrema derecha que hizo posible el ascenso al poder de Javier Milei en Argentina, estas nuevas figuras ajenas a los partidos tradicionales, se dicen diferentes a las elites políticas a las que atacan. En un usufructo ideológico se llaman libertarios, evitando definirse como ortodoxos del capitalismo salvaje, además de ser represores de sindicatos, movimientos sociales afectados por su agenda económica neoliberal, y de la libertad de expresión cuando se les confronta en los contados espacios periodísticos a los que acuden.

La lógica del fachaso justiciero mexicano es montarse en su mitomanía para negar los verdaderos logros del régimen, como lo fue la salida de la pobreza de más de 13 millones de mexicanos, según las métricas de organismos nacionales e internacionales de prestigio. Ante ese hecho consumado, la derecha mexicana en su mayoría salió a intentar menoscabar el dato, intentar minimizarlo, sugerir que era propaganda oficialista, que las metodologías había sido modificadas tramposamente y en general tratar de impulsar otros escándalos morenistas, con tal de evitar hablar de este logro tangible. Así como justificar la violencia ejercida por Alito Moreno, contra el presidente del senado en medio de un acto protocolario.

Como todo en México, los avances de gobierno siempre son insuficientes, si bien es innegable la materialización de la máxima obradorista de por el bien de México, primero los pobres, no se puede simplemente olvidarse de las políticas inclusivas que continúen ofreciendo oportunidades de desarrollo a los millones de mexicanos que continúan en altos niveles de pobreza. Este logro de la izquierda mexicana, con sus contradicciones y sus impresentables políticos, no puede ser menospreciado sobre todo porque da una alternativa económica a la ortodoxia neoliberal que condenó a varias generaciones de mexicanos a sobrevivir con sueldos de hambre.

En los niveles más bajos de la pirámide facha se encuentran los comunicadores que se dicen imparciales y cuya agenda se estanca en la persecución de los privilegiados hijos del expresidente AMLO, a quien no pueden sacar de su inconsciente colectivo, en un revanchismo digno de un trastorno psicológico. Su obsesión contra la figura política más poderosa y popular del siglo, no cederá aun cuando el político tabasqueño en retiro trascienda la vida terrenal. Para muy probablemente transformarse en una figura exageradamente venerada.

Si bien el sexenio de AMLO es de amplios claroscuros, para la fachisa un análisis más frío y certero no es posible, sino es por repetir sus mantras libertarios del narcogobierno, la dictadura de López, el algoritmo perverso, y la infaltable ruta trágica hacia el chavismo venezolano. Es en este estadio de inmovilidad ideológica donde se instalan los dos programas insignias de los fachasos justicieros: Atypical Tv y LatinUs. Quienes entran en la escena nacional de la comedia involuntaria, ya que no existe nada más digno de la comedia barata de pastelazo, que el autodenominarse paladín de la justicia y símbolo de la resistencia.

Recicladores de auténticos cartuchos quemados, el desfile de figuras políticas impresentables se presentan sin filtro para advertir en cada acción de gobierno un intento más por la instalación de un régimen autoritario, que no termina de conformarse. En la egolatría total, cuando sus múltiples predicciones de un apocalipsis político no se cumplen, evitan reconocer su error, o en el caso más tragicómico se montan en la fantasía de ser los responsables de detener un acto más de la dictadura.

Consumidores de análisis sesgados realizados por asociaciones civiles afines, o de periodismo de oligarquías neoliberales internacionales, se auto elogian como los mejor informados, aunque en el caso de la falaz encuesta de Masive Caller, la realidad electoral les golpea de forma inmisericorde.

Ahora con la justificación y protección a “Alito” Moreno, se inaugura la era del abrazo descarado al fascismo que violenta al adversario y busca destruirle, olvidando las formas democráticas. Lo que queda del PRI es como una pareja violentadora que justifica las golpizas y agresiones a la mujer, por no obedecer y ser sumisa ante la voluntad masculina, en una lucha por la justicia facha divina.

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