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¿Es Dante Delgado el Puigdemont mexicano?

En la opinión de Ginés Sánchez, Dante Delgado juega con un asunto muy delicado: la amenaza velada de separar los estados en manos de MC del pacto federal.

5 de enero, 2022

Ginés Sánchez

Dante Delgado, actual Senador de la República y dueño del partido “Movimiento Ciudadano” (antes “Convergencia por la democracia”) cuenta, entre sus grandes legados a la Nación, con una pegajosa canción conocida como “Movimiento Naranja”; fue exgobernador de Veracruz y en su tiempo fue huésped del conocido centro de readaptación social en su entidad. Envió, en su momento, una carta pública al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, donde se atrevió a tratar de erigirse como el líder de la oposición extraviada y acéfala, criticando y dando “sugerencias” sin éxito alguno, claro está.

Y la casualidad en cuestión viene a cuento porque el señor Delgado y sus intentos (reducidos, hasta hoy, al ridículo), coinciden en el tiempo con una de las expresiones más ofensivas que haya hecho gobernador alguno en la Historia de México. Se trata de un amago velado para sembrar la semilla separatismo de Nuevo León y Jalisco de la federación. En dicha carta Delgado utilizó el eufemismo “una revisión del pacto federal”. Algunos actores políticos lo secundaron con la ridícula y disparatada amenaza abierta y sin tapujos de abandonar el pacto federal mismo. Esto equivaldría a los afanes separatistas alentados en Cataluña (España) por el hoy prófugo de la Justicia española, Carles Puigdemont, procesado por las autoridades del país ibérico y entes de la Unión Europea por eso, precisamente, intentar romper con el orden constitucional, ni más ni menos.

Y es que Dante Delgado y su acomodaticio, oportunista y patrimonialista partido naranja, prácticamente hicieron posible la llegada a la gubernatura de los estados de Jalisco y Nuevo León a los Señores Alfaro y “El Bronco” y recientemente Samuel García. Ambos, con escasos días a la publicación de la carta pública de Dante a AMLO, se pronunciaron abiertamente contra la Ley suprema para independizarse de México; otros gobernadores se vieron menos radicales, al solicitar la revisión del pacto fiscal, aunque eso supondría también, el hecho criminal de profundizar, aún más, la ofensiva brecha de desigualdad entre el México del norte y del sur, línea opuesta a las políticas de la presente administración federal.

Muchos dirán que Jaime Rodríguez en Nuevo León ganó como candidato independiente, pero no olvidemos que facilitó su triunfo la declinación del candidato naranja, Fernando Elizondo Barragán, político de importante trayectoria y buena reputación en aquel estado norteño, siendo entonces este partido el más identificado con el gobernador neoleonés. No por casualidad, la fuerza que tomó le alcanzó para ganar la gubernatura.

Ocioso resultaría enunciar aquí el desastre que sería para esos estados no contar con el apoyo de la federación. A bote pronto solo recordemos que la CFE los provee de energía eléctrica, para ya no entrar más en materia ante un hecho que, además, nunca ocurrirá. Dante Delgado y su partido naranja le apuestan al fracaso de López Obrador y su presidencia. Los que quedaron militando en MC lo hicieron más por mera conveniencia económica personal y política, con dudosas convicciones y patriotismo, máxime después de la desbandada que se dio por aliarse con el partido acción nacional, adversario número uno del hoy presidente y encarnación de la reacción al proceso de la cuarta transformación. Por lo anterior, el hoy presidente se negó enfáticamente a continuar llevándolos en alianza, dado las veleidades de ese instituto político. Tan seguro estaba Dante Delgado que eso no ocurriría que sin más plagió el logotipo de MORENA, desde que era solo un movimiento popular, esto es el águila juarista.

Ojalá que los gobernadores naranjas que han osado a desafiar nuestro orden constitucional, reciban el castigo y/o el trato que se merecen. Han llegado demasiado lejos, ya sea con la autoría intelectual del oscuro personaje de Dante Delgado, o sin ella. Lo que menos queremos en México serían problemas de “balcanización” a cuento del pacto fiscal federal, hecho que, por cierto, a los Estados Unidos no agradaría ni escucharlo: un frente abierto más de su vecino y socio del sur es lo que menos esperarían de México.

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