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Ernesto Zedillo, ¿en serio, a estas alturas?

Y es que hay heridas de aquel sexenio 1994 - 2000 que al día de hoy no sanan: el FOBAPROA, el error de diciembre…

30 de abril, 2025

En el sistema político mexicano el presidencialismo continúa imponiendo sus reglas no escritas, lo que no deja de aplicar para ninguno de los expresidentes vivos.

No por nada se dice que el año más importante de todos es el séptimo, en el cual han sido reprobados no pocos de los tlatoanis ya sin la banda presidencial al pecho. Pocos logran sortearlo y a pesar de que Ernesto Zedillo no pasó un séptimo año nada traumático, hoy se está metiendo el doctor en camisa de once varas.

La pregunta es como dijera nuestro filósofo de Ciudad Juárez: ¿pero, qué necesidad? Y es que hay heridas de aquel sexenio 1994 – 2000 que al día de hoy no sanan: el FOBAPROA, el error de diciembre, los rumores de cercanos al expresidente a un grupo del narcotráfico, la mala relación con su antecesor Salinas más lo que “mágicamente” pueda ir saliendo durante estas siguientes semanas, meses o incluso años, porque no sé quiénes ni cómo convencieron a Ernesto Zedillo de, a estas alturas del partido, salir de su sano ostracismo convertido en un golpeador de una ralea tan baja que estará al nivel de un Raymundo Riva Palacio o de un Carlos Alazraki, por sólo citar a dos.

Sabido es que el doctor Zedillo tiene conocimientos y habilidades pero entre ellas no está (ni estará) la de moverse en los pantanos de la política, menos como un opositor a una presidenta tan fuerte, y donde estará mucho más expuesto de lo que él pudiera pensar, frente al ya no digamos nulo, sino incluso de los buenos balones que le pondrá a la presidenta para, cada vez que escriba o declare algo, sentir todo el peso del Estado sobre su persona y su gestión pública.

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