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El rescate de nuestra democracia y los partidos de oposición

Es factor crítico de éxito contar con partidos políticos fuertes de oposición, que permitan rescatar al Poder Legislativo y aporten la fuerza territorial necesaria para llevar a la Presidencia a un líder que tenga la fuerza para...

3 de noviembre, 2025

Adrian Ruiz de Chavez Villafuerte

El pasado 25 de octubre, el periódico El Mundo publicó una muy valiosa entrevista a Ernesto Zedillo. En ella, el expresidente que operó la transición democrática en México lanza una serie de verdades contundentes sobre nuestra realidad política bajo la 4T: [López Obrador] “en los últimos días de su mandato se dio a la tarea de cambiar las bases constitucionales. Desmanteló el Poder Judicial, se apoderó del control de los órganos electorales, anuló reformas consensuadas… Los pilares de la democracia mexicana han sido destruidos…”. El Presidente que entendió con gran lucidez que México no podía seguir jugando a la modernización de sus estructuras económicas y sociales cargando con los vicios del presidencialismo autoritario y un partido hegemónico, ahora denuncia con fuerza que estamos regresando a esos horrores, pero no a la manera del viejo PRI sino peor (“han copiado lo peor del PRI y nada de lo bueno”): Zedillo señala no solo la pésima gestión económica del gobierno actual sino, sobre todo, la gravedad de la destrucción institucional, que es la de la República y que debilita la capacidad del Estado para atender los problemas de la vida pública y, al mismo tiempo, advierte sobre el aumento de la capacidad represiva del nuevo régimen que hará, en los hechos, muy difícil sacar del poder a la autocracia que ha capturado al país: “Al controlar los mecanismos electorales y los tribunales, y militarizar la seguridad pública, [están cerrando] la puerta a una solución democrática.” Para el expresidente, cuando finalmente la ciudadanía libre pueda sacar a Morena de Palacio, habrá que reconstruir a la República y refundar nuestra democracia, restaurando la división de poderes y el entramado institucional demolidas por la 4T.

Para ello, es factor crítico de éxito contar con partidos políticos fuertes de oposición, que permitan rescatar al Poder Legislativo y aporten la fuerza territorial necesaria para llevar a la Presidencia a un líder que tenga la fuerza para restaurar a la República y refundar nuestra democracia. Es urgente realizar un significativo esfuerzo de liderazgo social capaz para despertar la conciencia de la ciudadanía en general que -en buena medida e increíblemente- aún no se da cuenta del abismo al que vamos cayendo como estado-nación y movilizarla hacia un gran propósito de salvación nacional. Históricamente, la única defensa contra un régimen autocrático es la consciencia y la participación de ciudadanos y esto es imposible, hoy, al margen de los partidos políticos.

En este sentido me parece muy digna de aplauso la iniciativa “de relanzamiento” del PAN. Aunque no ha sido en general bien recibida por la comentocracia de los principales medios, es necesario revalorar la aportación histórica del panismo al desarrollo democrático e institucional de México, haciendo votos y contribuyendo en lo posible desde la ciudadanía para que este relanzamiento sea exitoso. Para ello es preciso recordar que Acción Nacional se fundó desde un proyecto que combinaba, con mucha sensatez, los principios del liberalismo democrático con los del humanismo social-cristiano, con el propósito de hacer frente a la autocracia priísta del siglo XX mediante la formación política de ciudadanos hacia el ideal de una patria ordenada y generosa. Sus fundamentos doctrinales en torno al respeto a la dignidad de toda persona; la corresponsabilidad de cada ciudadano en pos del bien común y los principios de solidaridad, subsidiaridad, justicia y libertad son tan básicos que una sociedad no podría desarrollarse sanamente al margen de ellos y, por tanto, siguen siendo vigentes. Tanto así que algún filósofo los llamó “principios ordenadores de la vida social” y mal haríamos en despreciarlos tildándolos de “extrema derecha”. (Por cierto, el PAN ha renovado su viejo lema citado transformándolo en la defensa de tres valores: Vida, familia y libertad, que algunos malquerientes superficiales consideran un “slogan fascista”: Tildarlo así es una barbaridad, porque son precisamente estos tres valores la mejor defensa posible contra un régimen fascista o autocrático).

Así mismo, es imperativo revalorar en términos generales a los gobiernos panistas, tanto a nivel federal como en los estados y municipios, siempre conscientes de que ningún gobernante está libre de errores y horrores y que, precisamente por ello, se requiere un entramado institucional orientado al fortalecimiento del estado de derecho, la transparencia con rendición de cuentas y la posibilidad democrática, mediante el voto libre, de castigar el mal desempaño de cualquier gobierno (justamente lo que desde siempre ha defendido el PAN y que es -hay que insistir- lo que ha destruido Morena). En esto quiero destacar que los logros de las administraciones panistas a nivel federal, aunque insuficiente como los de cualquier gobierno (aquí y en cualquier otro país), nos permitieron convivir con estabilidad política, crecimiento económico, amplias libertades y desarrollo institucional, además de que tuvieron la generosidad de reconocer y asumir los aciertos de los gobiernos del PRI que le precedieron (de Salinas y Zedillo).

Ojalá podamos ver pronto un reposicionamiento similar por parte del PRI y el fortalecimiento de Movimiento Ciudadano (lejos de Dante Delgado y otros impresentables) para integrar un amplio y abierto frente ciudadano en favor del rescate de nuestra democracia y nuestra república. Esperemos que sus dirigencias tengan la visión estratégica y la estatura moral para comprender la gravedad de nuestro momento histórico y que, presionados por la ciudadanía, obtengan la fuerza necesaria para derrocar al régimen ineptísimo, corruptísimo y autoritario que hoy malgobierna a México.

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