EL PAPEL DE LAS MUJERES EN LA RELIGIÓN

A pesar de que en la mayoría de las religiones se veneran deidades femeninas, en la práctica cotidiana las mujeres no tenemos permitido sentarnos en la cabecera de la mesa.

19 de abril, 2022

Barbara Lejtik

Ya en los estertores de los festejos por motivo de la Semana Santa que este año, como debería ser siempre porque una fiesta precede a la otra coincidió con La Pascua Judía conocida como Pesaj, el mundo judeocristiano sin duda la religión que más seguidores congrega en el mundo occidental estuvo de fiesta, hasta quienes no practican ninguna religión se ven beneficiados por las tradiciones derivadas de estas tradiciones; Días de asueto, reuniones familiares, festejos precedidos por ayunos, ceremonias públicas y privadas.

Es imposible que estos días pasen inadvertidos para alguien, para muchos tiempo de reflexión sobre lo bien o mal que llevamos nuestras vidas y lo obedientes que somos de las leyes espirituales que rigen la fe de cada individuo.

Este año de confrontación y lucha por ser visibilizadas las mujeres, no puedo más que cuestionarme sobre el papel que hemos desempeñado nosotras en la historia de las religiones del mundo.

Tantas religiones como individuos, aquí si aplica la premisa de que “Cada cabeza es un mundo” y yo estoy convencida que la gente adecua la religión a su particular forma de pensar y sentir, es decir, cada persona se apega a la religión con la que más se identifica y en donde se siente más cómoda y para eso hay tantas opciones como colores, religiones permisivas y laxas, religiones estrictas, tanto como cada comunidad lo quiera permitir, religiones elitistas y otras inclusivas, siempre he pensado yo que si algo define a las culturas y diferencia a los pueblos es como hablamos y en que creemos, en las religiones politeístas derivadas del judaísmo (Cristiandad, Judaísmo e Islam) tenemos una certeza de ser semejantes a Dios, de ser descendientes suyos y gozar del privilegio de ser atendidos personalmente por el creador de todo el universo y lo que existe que desconocemos, es la razón sin duda por la que solemos vivirnos como el centro del universo, dando por un hecho que somos superiores a los demás seres que caminan sobre la faz de la tierra y teniendo la seguridad de que lo que hagamos por muy malo y dañino que sea será perdonado pues somos los hijos del todo poderoso, o sea, en pocas palabras somos sus protegidos.

¿Pero eso funciona igual para hombres que para mujeres? Sin querer ahondar en esta ocasión en temas de preferencias y orientación sexual, sino simplemente viendo la forma tan distinta como hombres y mujeres vivimos la religión en este planeta.

Me di a la tarea de investigar un poco sobre las prácticas de las religiones más representativas del mundo, incluso de las que ya casi no quedan feligreses, pero que sin duda fueron base para las creencias que tenemos hoy en día y en la mayoría me topé con los mismos lineamientos, con sus rarísimas excepciones, las religiones del mundo fueron hechas por hombres y para hombres.

En un inicio, cuando éramos nómadas y vivíamos de la cacería, las mujeres tuvimos que quedarnos cuidando la casa por dos importantes razones, la primera era que el olor de nuestra menstruación atraía a los animales salvajes y la segunda era el embarazo y la lactancia, la mujer se vio restringida con o sin su consentimiento a las labores del hogar y el cuidado de los hijos.

Ahora no hay bestias salvajes que puedan atacar a la tribu guiándose por el olor de las mujeres, ahora hay otro tipo de depredadores aún más peligrosos que se sienten amenazados por nuestra presencia, señalándonos como incitadoras al pecado: Los machos sin conciencia, y tal vez sea por eso que la mujer ha sido excluida de las decisiones más importantes y no ha tenido oportunidad de llevar un papel preponderante como líder o jefe de ninguna jerarquía.

A lo largo de los siglos nuestro papel ha sido el de transmisoras, es decir, dar hijos, alimentarlos y educarlos en la religión (Que no es para nada poca cosa y debería ser mucho más reconocido) para que más adelante ellos sean quienes tomen la batuta y guíen a los demás fieles.

Me llama mucho la atención que a pesar de que en la mayoría de las religiones se veneran deidades femeninas, en la práctica cotidiana las mujeres no tenemos permitido sentarnos en la cabecera de la mesa, sin importar el grado de preparación y desempeño, nos tenemos que conformar con el servicio anónimo y sumiso disfrazado de humildad y amor a Dios.

Un tema polémico sin duda alguna pero real, en todas las fuentes que consulté me encontré con noticias sobre reformas todavía muy recientes, países más desarrollados en los que después de años o siglos de lucha mujeres están apenas siendo consideradas para cargos de liderazgo dentro de sus distintas iglesias: La primera Pastor mujer, La primera Sacerdotisa, La primera monje, de hecho no existen ni siquiera nombres inclusivos que ellas puedan usar, haciéndonos sentir tal vez sin pretender que además de ser las primeras, serán las únicas.

¿Seremos las mujeres objeto de veneración en la fe y de pecado en la vida cotidiana por siempre?

Tristemente me siento poco optimista al respecto

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