Margarita Ceceña, vivía en Cuautla (Morelos) y es una víctima más de violencia de género. Fue rociada con gasolina y quemada por su cuñado, murió días después en un hospital a causa de las quemaduras.
Luz Raquel Padilla de Zapopan (Jalisco) también fue quemada viva; sin embargo, las autoridades sugirieron que se había inmolado pese a que ya había sido amenazada por vecinos que estaban molestos por los ruidos que hacía su hijo que padece autismo. La realidad es que las autoridades actuaron con negligencia, pues como bien apuntaron las organizaciones de derechos humanos, la policía no actuó ante una orden de alejamiento y protección obtenida por Raquel después de que alguien escribiera en una pared frente a su departamento: “te voy a quemar viva”.
El cuerpo de Leydy Yarabi de 33 años de edad, madre de tres hijas, fue ubicado a orillas de un dren en Guasave (Sinaloa).
Al igual que ellas, otras mujeres fueron, están siendo y serán víctimas de feminicidio. La lista es intolerablemente larga y dolorosa. Nos faltan miles de mujeres y nos sobran motivos para exigir un alto a la violencia en contra de nosotras.
De enero a junio del 2022, México tiene un registro de 59 feminicidios de niñas, lo que significó un alza de 13.5% comparado con el año pasado, de acuerdo al reporte de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM).
Conforme al informe publicado por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (Sesnsp), el pasado mes de junio se registró una cifra récord en cuanto a mujeres asesinadas. Se reportaron 281 muertes en comparación de mayo donde hubo 265, es decir hubo un aumento del 6%.
Por otro lado, México ocupa el tercer lugar a escala global en trata de personas; es el segundo país destino para la explotación sexual infantil en centros turísticos; tiene el primer lugar mundial en consumo de pornografía infantil, el segundo como productor y distribuidor mundial y el primero en América Latina. Además, entre los países que integran la OCDE, ocupa el primer lugar en violencia sexual en contra de niñas, niños y adolescentes.
En nuestro país el delito de trata de personas, principalmente, tiene lugar de manera interna, ya que, según el Diagnóstico sobre la Situación de la Trata de Personas en México 2021 de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), se identificaron 4 mil víctimas, de las cuales 75% eran niñas y mujeres, y a su vez, 93% de ellas de nacionalidad mexicana.
No solo la violencia feminicida como dijo el presidente del Poder Judicial de la Federación es una “tragedia colectiva” que vive el país, sino también la trata de personas. Violencias que tenemos que detener ya, debido a su aumento, tanto en cifras como en la crueldad con que son cometidos estos aberrantes delitos.
El destino de las niñas, de las adolescentes y de las mujeres no puede ser el horror y el sufrimiento. El cuerpo de ninguna mujer merece ser mancillado por los golpes, el abuso sexual, las balas, los cuchillos, el ácido o los bates. Las mujeres no somos mercancías que se puedan vender y comprar a placer. El cuerpo de ninguna mujer debe yacer sin vida en un basurero, desmembrado en un terreno baldío, en una cisterna, en un bordo, en un río o en una fosa clandestina.
Las mujeres tenemos derecho a ejercer plena y libremente todos y cada uno de nuestros derechos humanos y fundamentales, a que nuestra dignidad humana sea respetada, así como a vivir una vida libre de violencia. Tenemos derecho a la verdad, al acceso a la justicia, a la reparación integral del daño y a ser protegidas por el Estado; también a saber cuál es la relación que guardan entre sí las desapariciones, la trata de personas y los feminicidios.
La literatura y las religiones se quedaron cortas en la descripción de lo que es el infierno. Se equivocaron al decir que éste podría ser uno de los destinos que le secunda a la muerte. No, el infierno para las mujeres es en vida.
A los incrédulos, les digo que el infierno sí existe, está presente aquí y ahora para las mujeres. Mientras yo escribo y ustedes leen, en nuestro país habrá mujeres que están viviendo en este terrible lugar, al que la norma penal llama feminicidio y trata de personas. Un lugar al que se llega fácil debido a la violencia institucional y social, que por complicidad o por omisión arrojan permiten que las mujeres sean arrojadas a ese infierno cruento.
@larapaola1
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