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El algoritmo de la sobrerrepresentación

Con reglas claras, por más injustas que puedan ser, en todas las combinaciones de sobrerrepresentación, a la alianza morenista le corresponde la mayoría calificada.

22 de agosto, 2024

Israel Aparicio

La noche del pasado 21 de agosto la comisión de prerrogativas y partidos políticos del INE, aprobó el anteproyecto para la asignación de legisladores plurinominales, con la regla estipulada en la constitución. Destaca que los dilemas de la sobrerrepresentación no existían cuando el PRIAN se había beneficiado de esta compleja legislación.

A pesar de la hecatombe electoral los partidos tradicionales aliados, salen beneficiados por la regla que desean interpretar a su modo con una ganancia superior a los distritos electorales ganados por mayoría. Solamente que en su perversa tergiversación de la ley, buscan ganar mediante chicanadas, las curules que la ciudadanía mediante la votación emitida no les proporcionó, mientras se escudan en la falsa defensa de la representación.

Intelectuales orgánicos del PRIAN, los partidos coaligados, menos el PRD (que ya duerme el sueño de los justos) se desgarran las vestiduras y alertan en cada foro mediático de la comentocracia, que la incipiente democracia mexicana estará condenada a la tiranía, sino se les regala una sobrerrepresentación mayor para defender sus intereses político económicos. La andanada de falacias y desmemorias ya provocaron desangeladas movilizaciones, donde la alicaída excandidata presidencial Xóchitl Galvez, ya no convoca ni a sus familiares para mostrar el músculo político que dice haber desarrollado a lo largo de su tragicómico proceso electoral.

El mismo exconsejero presidente, Lorenzo Córdova, en una primera intervención aseguraba que la sobrerrepresentación que daría a Morena la mayoría calificada en la cámara de diputados, también muy cerca de lograrla en la cámara de senadores, se apegaba a las reglas democráticas que se habían aplicado a anteriores procesos electorales. Luego de las presiones de la derecha nacional, la oligarquía mediática, el poder judicial en rebelión por la reforma judicial de gran calado por venir y la intelectualidad orgánica, cada vez más autoridiculizada, hizo que don Lorenzo, se desdijera en un homenaje involuntario a la Chimoltrufia, personaje del finado cómico y escritor Chespirito, que como dice una cosa dice otra.

En ese tenor ya surrealista, el humorista involuntario de Pedro Ferriz de Con aseguró haber encontrado un algoritmo fraudulento que explicaría la terrible derrota de Gálvez Ruiz, con la teoría conspiranoica de que los votos otorgados para la ahora presidente electa, Claudia Sheinbaum, en realidad correspondían a la candidata opositora. Esta volada sensacional, digna del jocoso programa en internet que conduce el publicista Carlos Alazraki, representa el nivel de debate en el que se ha estancado la oposición, que no entiende, que no entiende la descomunal derrota.

El sistema político electoral mexicano no es exclusivamente representativo, además de la elección de legisladores por mayoría, coexiste un ingrediente mixto que permite una representación legislativa a las fuerzas que compitieron en un proceso electoral, pero que no lograron una victoria. Este sistema hizo posible un sistema multipartidista con institutos políticos menores, que nunca fueron representantes de las minorías, pero con ese falaz argumento lograron enriquecer económicamente a los verdaderos dueños políticos de esas agrupaciones que nunca han tenido como meta real, ganar una elección presidencial por sí solos.

La única razón de ser de un multipartidismo en el sistema democrático mexicano es la votación de sus ciudadanos, intentar leer los resultados de la pasada elección de otra forma que no sea la avalancha de votos a favor del régimen, es jugar a la deshonestidad y la manipulación. Con reglas claras, por más injustas que puedan ser, en todas las combinaciones de sobrerrepresentación, a la alianza morenista le corresponde la mayoría calificada, según los lineamientos que ya se han aplicado en otras elecciones juzgadas.

Si la lógica de los mexicanos al votar fue refrendar la confianza en el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, además de brindarle el carro completo para que obtuviera la mayoría calificada en las cámaras legislativas, teorizar sobre el retroceso republicano en nuestra incipiente democracia es simplemente menospreciar el sentir y actuar de los ciudadanos mexicanos. Si desde los tiempos del todo poderoso PRI no se habían visto votaciones mayoritarias a favor de un solo partido político, el contexto donde se origina este proceso electoral es diametralmente opuesto al del entonces partido de estado.

En la pasada elección, la oposición tuvo un acceso privilegiado a los medios de comunicación, manejo cuantiosos recursos económicos, e incluso pagó campañas negras en las redes sociales. La ciudadanía contó con la información allegada por parte de ambas coaliciones, y a pesar de las descalificaciones, existió un ente autónomo al frente de la organización y calificación de la elección. Si la oposición, repleta de cartuchos quemados y sin mayor aportación al debate nacional que esquizofrénicos ataques contra la figura presidencial, no fue capaz de convencer al electorado, la debacle política sufrida es responsabilidad exclusivamente suya.

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