El pasado 21 de marzo se inauguró el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) en Zumpango (Estado México). Se trata de la obra emblemática del régimen que representa el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Esta importante obra de infraestructura podría complementar el sistema aeroportuario nacional, si se logran concretar de forma certera la intercomunicación entre el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), el AIFA y el aeropuerto internacional de Toluca.
Luego de la cancelación de los trabajos del aeropuerto en Texcoco, las expectativas en torno a la viabilidad del AIFA fueron tema de conversación entre los técnicos y la oposición. Ellos siempre acusaron a la obra de insuficiente, en el mejor de los casos, y de inviable en otros, llegando a su punto más beligerante con la batalla legal de amparos promovidos por los poderosos articuladores económicos de eso que llaman la alianza opositora.
Los organismos internacionales de aviación quienes certifican la industria aeronáutica mantienen sobre el recién inaugurado aeropuerto reservas para que funcione como puerto internacional. Sobre el país pesa una degradación en el grado de seguridad aérea que no permite abrir nuevas rutas comerciales internacionales, por lo que las poderosas empresas aeronáuticas en lo inmediato no volarán desde el complejo de Santa Lucia.
Sin embargo, una vez subsanadas las condiciones que se requieren para recuperar la certificación internacional, con la paulatina incorporación de medios de transporte como trenes, autobuses y la construcción de carreteras y ampliación de las vialidades existentes, el AIFA cumplirá con ser un importante aeropuerto internacional que despresurice las saturadas salas del AICM.
La necesidad de un nuevo aeropuerto internacional era innegable. Se sabía desde administraciones pasadas que comenzaron un proyecto transexenal en la zona del lago de Texcoco que, como se ha denunciado en información del exsecretario de infraestructura, comunicaciones y transporte, Javier Jiménez Espriú, era un terreno inviable, proclive al hundimiento, en una zona sísmica, demasiado oneroso para el erario en su finalización y mantenimiento. Sumado a la probable generación de una crisis hídrica en la zona, además de que tramposamente se había vendido como una obra predominantemente financiada con capital privado y que en realidad, la mayor parte del costo corría a cargo de las finanzas públicas.
De haberse explicado en estos términos las condiciones legaloides, las corruptelas y el verdadero nivel de atraso del proyecto aeroportuario en Texcoco, la polémica decisión de su cancelación, hubiera tenido una mejor acogida en la opinión pública, pero sobre todo con la iniciativa privada que desde ese momento, mantiene una ruptura real con el régimen de AMLO.
La decisión presidencial fue escudar la cancelación mediante una consulta popular con poco rigor y sin una ley de participación ciudadana existente, provocando una oleada de críticas, campañas negras que junto con los naturales retos de la pandemia mundial y la crisis económica, hicieron que la materialización del AIFA fuera un verdadero reto.
Gracias al profesionalismo y disciplina de los ingenieros militares, encabezados por el general Ricardo Vallejo, el aeropuerto fue entregado en tiempo y forma. El exitoso proyecto permitió la transformación de la imagen de las fuerzas castrenses asociadas históricamente a labores de seguridad y enfrentamientos con grupos delincuenciales, por una percepción más amable de una empresa gubernamental constructora de infraestructura de primer nivel. El complejo aéreo cuenta con pistas de aterrizaje, torre de control, zonas de abordaje, descarga, una pequeña ciudad militar, museos, conserva la base militar aérea, así como zonas comerciales y culturales.
El puerto aéreo es propiedad de la nación, será administrado por una empresa paraestatal por los próximos años. Para su realización no se requirió de realizar concesiones, ni la adquisición de créditos o endeudamiento. Aunque para poder iniciar la obra, se debieron pagar importantes liquidaciones económicas a proveedores del fallido aeropuerto en Texcoco que podrían elevar el precio final de construcción.
La obra tiene un potencial crecimiento con las décadas si se logra convencer a las poderosas trasnacionales aeronáuticas de viajar desde el aeropuerto en Santa Lucia, la derrama económica que dará a la zona conurbada, tradicionalmente pobre, permitirá que sus habitantes logren el bienestar social incompleto históricamente. El impulso económico permitirá que los estados de Pachuca, el Estado de México y la Ciudad de México trabajen en forma coordinada para un beneficio mutuo en los años por venir.
Felipe Ángeles es el general que da nombre a la emblemática obra. Fue el primer general en unirse a la causa revolucionaria y murió en defensa de las libertades democráticas. Su figura sirvió de inspiración para el presidente AMLO quien busca dar un toque personal a las obras emblemáticas que realiza, en medio de la crisis mundial provocada por la pandemia y la invasión a Ucrania por parte de la militarista Rusia.
El simbolismo del AIFA no es simplemente la aspiración natural de una obra que trascienda el legado del presidente López Obrador, es una forma diferente de realizar infraestructura que rescate la figura del Estado como un buen administrador público, frente a la lucha ideológica del neoliberalismo constructor que históricamente ha abusado de las arcas públicas y de las cuotas de los usuarios quienes padecen cobros excesivos por servicios de muy mala calidad.
Si bien para muchos parecía una difícil encrucijada el cómo construir un aeropuerto sin los avales internacionales, sin los recursos económicos suficientes y sin la experiencia previa del material humano, el presidente fue bendecido con la determinación y el espíritu de servicio de los talentosos ingenieros militares que salvaron el reto gigantesco, en una misión que parecía por momentos imposible.
El golpe sobre la mesa que significó la cancelación del aeropuerto en Texcoco y las constantes diferencias con el capital privado fueron una constante en la relación con el gobierno y las fuerzas productivas. Con la conclusión del AIFA los actores económicos inmiscuidos en tantos desencuentros observarán de forma diferente las políticas públicas del gobierno que gracias a la disciplina del ejercitó demostró que puede ser una eficiente empresa productiva cuando se le requiere.
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