Hay un sinfín de cosas que no ayudaron a Marcelo Ebrard Casaubón a no ser el ungido como el virtual abanderado del oficialismo para suceder en la presidencia a Andrés Manuel López Obrador. Una de esas tantas es, sin duda, su cuenta de la popular red social TikTok. Con el supuesto fin de acercarse a los jóvenes y ganar terreno en ese segmento del electorado, lo vimos hacer payasadas, “chorradas”, estupideces y demás episodios francamente ridículos, de “pena ajena”.
Torpe, sin gracia, de figura desproporcionada, como aquel enorme pajarraco llamado “Montoya” de la serie infantil PLAZA SÉSAMO, de plano faltó al respeto, al subestimar a la juventud mexicana (y a todo usuario de TikTok) al realizar contenido que se adivinaba dirigido a estúpidos, como si los jóvenes eso fueran.
Por su parte, el Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea incursionó también en dicha plataforma. A diferencia de Ebrard, respondía a dudas legítimas e inteligentes de los jóvenes, respecto a las funciones que el propio Ministro de la SCJN y el poder judicial en general desempeñan, haciéndolo de una forma clara. Así logró despejar las dudas de su audiencia con un lenguaje, si bien jurídico, didáctico a la vez para los que no están familiarizados con todo ese apasionante mundo.
En fin, que Ebrard subestimó a su audiencia, la ofendió de plano, al tomarla como de casi nula inteligencia y/o cultura política… y pensar que, todavía, se tuvo que pagar (seguro a elevados precios) el manejo de esa cuenta, claro, con recursos ajenos a Marcelo Ebrard, con dineros pertenecientes a las arcas de la Nación.
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