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De Youtuber a Primer Ministro

Niko Omilana es una figura sui géneris. Su forma de hacer política desafía cualquier convención dentro de la política inglesa.

26 de noviembre, 2025

Juan Ruiz de Chavez Muriel

Con 23 años, el Youtuber Niko Omilana logró obtener 50 mil votos como candidato independiente para alcalde de Londres en 2021. No ganó, pero estuvo entre los primeros cinco lugares y marcó un precedente para la capacidad del pueblo para hacer política, así como el impacto de tener una comunidad y voz siendo creador de contenido.

Tres años después se postuló en las elecciones generales. ¿Su objetivo? Arruinar la reelección del ex primer ministro Rishi Sunak. A pesar, de obtener solo 160 votos en el día de las elecciones, su campaña logró cumplir con las metas esperadas. Y eso se reflejó con la imagen de Niko, colocándose detrás de Sunak, mientras este aceptaba su derrota frente al ahora ministro Keir Starmer. Omilana se paró detrás de Sunak, y le arrebató el foco mientras mostraba una hoja de papel con una gran “L” de “perdedor”.

Si le preguntan a Niko, él fue el ganador en las dos elecciones que participó. Y tiene razón, en un mundo donde la política se ha vuelto tan burocrática y circular. La participación de un creador de contenido, que en realidad se dedica a hacer videos de bromas en la calle, que se presentaba con traje, sin corbata y lentes de niño, nos recuerda que el lenguaje político actual carece de nobleza y repele la idea democrática de que el pueblo puede representar al pueblo.

Hay que entender una cosa, su participación electoral en el 2021 y en el 2024, fueron ironía. Un chiste político. Uno en el que se convirtió en “el mejor político de todo el mundo”. Las propuestas de campaña eran tan absurdas como proponer ponerle “un segundo ojo, al London Eye”, rentar el Palacio de Buckingham en AIRBNB o apagar la electricidad de la ciudad una vez al año, y reemplazar “London”, por “Londoff”.

Cuando se lanzó de Primer Ministro, se dedicó a hacer trabajo de campo, hablando con comerciantes, familias y peatones. Concentró su campaña en la ciudad de Richmond, lugar de alta relevancia electoral para la campaña del entonces Ministro Sunak. El joven creador de contenido se enfocó en crear comunidad, vínculos afectivos y entender a fondo la historia del lugar. Todo para restar el peso que podía tener un político del más alto cargo y con representación oficialista.

Omilana, se enfocó en territorios estratégicos, fue constantemente crítico de Sunak. La campaña no buscaba ganar el poder, sino quitárselo al político que Niko Omilana, para nada quería. En el proceso fue atractivo e ingenioso: tapó baches, que eran una queja constante de los habitantes de Richmond ( lo hizo disfrazado de Batman para evitar sanciones electorales); rentó buses para pasearse por las calles e invitar a los electores a votar por él; hasta mariachis contrató para hacer una canción de burla a Sunak en español. El punto era ser fresco, juvenil y hacerse presente a pesar de no contar con el dinero, ni la cobertura mediática ideal.

Sobre todo, enfatizó su descontento con políticas, que favorecen a los poderosos y castigan al pueblo. “Él es el mayor chiste en el escenario y se los dice un hombre con lentes de niño”, dijo sobre el entonces Primer Ministro, cuando este perdió las elecciones.

Pero lo más destacable es el sentimiento de interés por la democracia que logró entre la juventud. Se acercó a la política partiendo del descontento con las políticas del entonces mandatario, principalmente la propuesta de crear un “servicio nacional obligatorio”, con el que los jóvenes podrían ser forzados a ir a la guerra de ser necesario y arriesgarse a sanciones de no participar en el servicio.

Niko creía en la idea de que la indiferencia de su generación hacia la política, es peligrosa porque permite a los viejos lobos de mar tomar decisiones más abusivas y represoras. ¿Qué hizo? Se burló de la democracia, un medio de comunicación muy grande en Reino Unido se negaba a darle cobertura a su campaña, pues lo veían como un “niño burlón”. Entonces fue a sus oficinas el tiempo suficiente para que le concedieran un espacio en la televisión. Se puso con pies firmes a hacer política, sin ser el más formal, ni el mejor estudiado. Supo transmitir un sentimiento a la juventud, que ningún político establecido podría siquiera comenzar a entender.

Lo más sorprendente de este chiste político es que el candidato a Primer Ministro, Niko Omilana obtuvo 160 votos, y obtuvo también 740, 509, 311, 277, 273, 222, 156, 106. ¿Por qué? Convenció a diferentes jóvenes de cambiar sus nombres legales, por el de “Niko Omilana”, y lanzarse a las elecciones desde distintos estados.

Su nombre se convirtió en un movimiento político, que más de una persona podía representar. El símbolo era el de jóvenes que rechazan el racismo, la oligarquía y sobre todo que no entienden, ni buscan entender las formas de una política global que se siente rancia, distante, forzada y que parece estar siempre del lado de los oligarcas, del dinero y de las guerras.

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