De Frente y Claro | ALTA POPULARIDAD; CERO RESULTADOS

La popularidad de López no le redituó votos en las elecciones de 2021 a su partido como pasó en 2018. ¿Sucederá lo mismo en 2024?

9 de diciembre, 2021

Carlos Aguila Franco

Un tema que ha sido recurrente es la popularidad de López al tercer año de su administración, pese a que los resultados han sido nulos y, antes al contrario, sus ocurrencias, caprichos, imposiciones, han llevado al país a un enorme caos y retroceso. El primer aspecto a analizar es por qué se debe medir o evaluar la popularidad de un presidente. En teoría es mejor evaluar los resultados de una administración, que son los que finalmente benefician o perjudican a sus habitantes, y no su popularidad.

¿En qué se beneficia a los habitantes de un país que su presidente sea popular, o les caiga bien más allá del cumplimiento de lo que prometió y de los programas y acciones que aplica tienen resultados favorables? Y me atrevo a decir que para el país y para los mexicanos de NADA le sirve su alta popularidad. Pero para López y su partido de familia, MORENA, la popularidad les podría ser favorable para mantener unión en su movimiento, sobre todo en vías de las elecciones de 2022, 2023 y principalmente en las presidenciales de 2024.

En teoría, ante sus NULOS resultados y al comprobarse que sus promesas y compromisos han sido mentiras, esa popularidad tuvo que caer. No fue así. Las encuestas demuestran que su popularidad sigue al alza a tres años de gobierno: lo posicionan con el 58% y otras hasta con un 70%. Paradójicamente cuando las encuestas se refieren a sus resultados en economía, seguridad, salud, y en general, sus políticas importantes contra la corrupción, contra la violencia, le va muy mal. Una cosa es que López les caiga bien y otra que al enfrentar la cruda realidad en que vivimos, lo evalúen pésimo. La gente no se engaña al percibir día con día las enormes deficiencias en la economía, la grave inseguridad que se vive en todo el país, así como la pésima política social que tanto presume.

Ante estos dos puntos de evaluación totalmente opuestos –uno “supuestamente” a favor y otro totalmente en contra– nos demuestra que el que se la vivan afirmando que la mayoría de los mexicanos quieren al presidente y están muy a gusto con él, es parcialmente cierto, dado que al cuestionarle a la ciudadanía lo que piensa del manejo del gobierno, sale pésimamente evaluado.

Por ello la gran duda es conocer qué está detrás de esa “popularidad” de López. Llama mucho la atención que pese a los altos niveles de aprobación cuando fueron las elecciones en junio del 2021, su partido perdió un buen número de cargos de elección popular. Lo anterior nos indica que esa aprobación de López no le garantizó que MORENA y sus partidos lacayos tuvieran más votos y ganaran como en las elecciones de junio del 2018. Mientras tanto, la hoy oposición PRI-PAN-PRD-MC que no tenían niveles de popularidad como los de López, logró recuperar gran parte de lo que había perdido en 2018.

Lo anterior nos lleva a concluir que esa GRAN POPULARIDAD de López, no fue factor importante o determinante para definir las votaciones en esas elecciones. ¿De qué sirve tanta popularidad si no ayudó con los votos de 2021? El mismo escenario podría repetirse en las elecciones de 2022, 2023 y 2024. López no estará en las boletas electorales y no será a él a quien elegirán.

POPULARIDAD A MITAD DE SEXENIO

Vale la pena recordar, para aquellos que consideran que la popularidad de López a mitad del sexenio es “altísima”, que en ese mismo periodo Ernesto Zedillo y Vicente Fox llegaron más o menos con la misma popularidad. Si bien es cierto a López le tocó la pandemia, a Zedillo le tocó la crisis económica de 1995 y a Fox el alza en tarifas eléctricas de 2002. A pesar de ello, reitero, llegaron al tercer año con casi la misma popularidad de López, así que no es algo tan especial. No hay que olvidar que al inicio de sus administraciones, Zedillo arrancó con un poco menos del 50%, López con 53% y Fox con 43%.

Por otra parte, siguiendo con el porqué de esa popularidad de López, bien podría basarse a la forma de ser del mexicano, sobre todo tomando en cuenta la coyuntura que vivimos y que México es un país con una muy joven democracia; eso lleva a que la ciudadanía juzgue o evalúe a sus gobernantes de una manera muy particular o hasta benevolente.

Pongamos el caso de la pandemia en México. Los resultados son totalmente negativos en su manejo. En el nivel de vacunación nos encontramos entre los peores niveles del mundo, respecto a la población vacunada. Pero eso tal parece que la gente no lo sabe, o no le interesa y externan que están contentos con que los vacunen, a pesar del elevado número de muertos por la pandemia. Eso se nota al escuchar expresiones costumbristas como: “Ya ni modo”, “Ya estará de Dios”, “Así nos tocó”, “Así es la vida”. Por el contrario, en ningún momento externan reclamaciones a López porque no se haya vacunado a toda la población debido que no existe en México la costumbre de reclamar. Antes al contrario, terminan creyéndole a López que “vamos bien” con las vacunas; peor aún, que han manejado muy bien la pandemia. Sobre todo, porque consideran que con los datos que dan es más que suficiente, sin haber posibilidad de tener acceso a conocer la verdad objetiva.

Es muy importante que cuando se evalúa la popularidad de un presidente sea alta y sus resultados sean bajos, se analice por qué se da este fenómeno. Existen casos como el brexit con la Unión Europea. En concreto de lo que la UE hizo en favor de Inglaterra fue calificado de favorable, pero su popularidad fue baja por parte de los ingleses, ya que consideraban que la UE los trataba de una manera poco digna, siendo arrogantes y distantes con ellos. Y en el caso de López, es al revés: a pesar de que sus resultados son NULOS, siempre está embaucando al “pueblo” con que es uno más de ellos, que se debe a ellos, que los escucha, que habla por ellos, el pueblo primero, los defiende, bueno, hasta ha dicho que los militares son pueblo con uniforme y que el narco es pueblo.

Volviendo a las encuestas, lo que nos reflejan es que mientras que se aprueba a López por su popularidad, por otro, lo reprueban en resultados. Pero llama la atención que de una misma evaluación respecto a los tres años de gobierno, la encuesta de Reforma lo ponga en 58% de popularidad y la de Parametría de Paco Abundes en 72%. Esos 14 puntos de diferencia en porcentaje nos lleva a sospechar que alguna de ellas está mal o miente; sin embargo, en ambas se refleja que, a tres años de su administración, López conserva la aprobación de un poco más de la mitad de los mexicanos. Es evidente que los restantes no lo aprueban, ni le creen y pareciera que eso no se toma en cuenta. Desde el poder se destaca cuántos lo aprueban como si esa porción fuera todo el país, sin diferenciar los que lo aprueban mucho y los que lo aprueban poco.

Y cuando viene la encuesta de evaluar sus resultados como gobierno, es lo contrario: la gran mayoría no lo aprueba. Esto debe analizarse con mucha cautela, ¿cómo explicar estar de acuerdo con que te caiga bien López, pero a su vez, repruebes que no haya hecho casi nada? Hay un enorme desfase entre aprobación y resultados.

Finalmente, como se señaló, ¿para qué le sirve a López tener altos niveles de aprobación, si está reprobado en resultados y su aprobación no le reditúa votos? Es jugarle al Tío Lolo.

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