Una de las partes más importantes de la administración (sea privada o pública) es la planeación que tiene tres niveles: estratégica, organizacional y táctica, cada una tiene su modelo respectivo: perceptivo, conceptual y operativo y sus plazos: paramétrico, largo, mediano, corto e inmediato. Los niveles jerárquicos altos se enfocan en la estratégica a través de diversas herramientas alrededor de los planes que llevan a cumplir con los objetivos y sus metas intermedias. Se debe además indicar de qué manera se organizará, dirigirá y sobre todo que elementos de control se diseñan para comparar resultados contra acciones y en su caso continuar y/o corregir. Además, hay que contemplar las siete “P”: pronósticos, plazos, planes, programas, políticas, procedimientos y el más importante presupuesto.
Las preguntas:
¿Qué objetivo tiene el gobierno actual en su planeación estratégica? ¿Qué metas intermedias persigue? ¿En qué plazos? ¿Cómo será la transición entre el modelo perceptivo y el organizacional? Y ¿Habrá tiempo (político) para llegar a implementar el modelo operativo?
Las dudas:
¿Se está llevando a cabo un análisis consciente (o cuando menos realista) del entorno internacional, nacional y local? En cuanto a la claridad de objetivos: ¿Cuál adoptamos? ¿El Plan Nacional de Desarrollo? ¿El Plan México? o ¿Los 18 puntos del Plan del Museo de Antropología? o ¿El que se diseñe en Washington? o ¿El de la mano invisible del mercado?
En la Constitución mexicana se contempla (Artículo 26) que el nuevo gobierno dentro de los primeros seis meses de haber iniciado tendrá que presentar un Plan Nacional de Desarrollo (PND), así se ha hecho por muchos sexenios el siglo pasado y los cuatro anteriores del presente siglo, en el actual se llevaron a cabo una serie de consultas regionales organizadas por Jesús Ramírez (exdirector de la oficina de comunicación del presidente AMLO) y cuyo resultado se presentaron verbal y gráficamente en una de las conferencias de prensa del pueblo. Este plan se envía al Congreso para su conocimiento que no para su aprobación y será obligatorio para su ejecución sin anticipar de qué manera se llevará a cabo y, se ejercerá su control.
El Plan México se dio a conocer desde enero ante la incertidumbre de lo que el presidente Trump anunciaría, en el marco del Museo de Antropología con la magnificencia del agua, la arquitectura, la arqueología y la antropología como fondo, nuestra presidenta Claudia Sheinbaum dio a conocer este plan para fortalecer una estrategia que busca apoyar a las empresas mexicanas, impulsar las inversiones extranjeras, trazar una ruta nacional frente a un escenario mundial nuevo, cambiante y dependiente de la volatilidad en decisiones comerciales que finalmente impactan en la economía mundial y que en nuestro caso y gracias a iniciativas de hace 30 años estamos cubiertos por un T-MEC.
Este plan propone que México pueda llegar a ser una de las 10 economías primeras del mundo, la creación de 1.5 millones de empleos, programas de capacitación para profesionales y técnicos, incentivos para que las empresas innoven y el aumento de producción energética y de infraestructura, en 5 años hemos de haber incrementado el consumo nacional en industrias que substituyan importaciones tales como, alimentos básicos, textiles, calzado, mobiliario, juguetería y automoción eléctrica con el relanzamiento de la marca “Hecho en México”. Se busca la diversificación de mercados (aprovechando TLC con UE, Japón, centro y Sudamérica), en suma, un nuevo modelo de desarrollo. Se, reforzó con una asamblea en el Zócalo (entre discursos, pasarelas, olvidos y desdenes y perdones) y luego se ratificó en la ceremonia de cambio de la presidencia de CAINTRA en Nuevo León, donde la Doctora presenció la investidura de Jorge Santos como nuevo líder a la misma.
El 3 de abril, nuevamente en el Museo de Antropología se dieron a conocer 18 puntos estratégicos del actual gobierno que si bien coinciden en parte con lo expuesto el Plan México y el PND se plantean ciertas ampliaciones: autosuficiencia alimentaria, energética, acelerar proyectos de obra pública, de vivienda, sustituir importación de productos por producción nacional en autos, farmacéutica, equipos médicos, de la industria petroquímica, fertilizantes, más contenido nacional en compras públicas, en tiendas, una mayor inversión, ventanillas digitales , liberación de 15 polos de desarrollo para incrementar empleo y consumo, financiamiento a micro y PYMES, facilidad en registro de patentes, combatir inflación, incrementar SMN y más programas de bienestar.
Muy bien todo. ¿Y la confianza?
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