¡Hoy es mi cumpleaños!
A medida que he avanzado en el camino de esta vida, me pregunto cada vez con más frecuencia, si valió la pena que yo naciera.
Mi madre (a quien considero cada día más sabia) solía decirme que, aunque no lo creyera, con el tiempo conocería la verdadera contrición.
Contrición, no como un arrepentimiento alimentado por el miedo al castigo, sino como una visita a los puntos de inflexión; a los parteaguas; las coyunturas; las bifurcaciones; los puntos donde las decisiones nos llevaron por un camino en lugar de por otro.
Las decisiones moldean nuestra existencia y nos convierten en el resultado de nuestras elecciones.
Mi vida es única, pero no es excepcional; es única, como lo es cada vida que ha surgido desde la creación de Adán; al margen de las posibilidades de evolución, con las que mi fe católica no está reñida.
Conversando con un amigo que aprecio mucho, me hizo la siguiente observación:
–Es imposible que sigas ignorando a Dios, después de todos los mensajes que te ha enviado; todas las oportunidades que te ha dado.
–¿Cuántas veces has estado al borde de la muerte y Dios simplemente te trae de vuelta para que puedas seguir viviendo?
¿Vivir para qué?
–¡Deberías hacer balance y aprovechar las muchas bendiciones y talentos que has recibido!
Siguiendo el consejo de mi amigo, conté algunas de las veces que he estado al borde de la muerte, y la verdad me lleva a preguntarme: ¿por qué Dios me ha mantenido entre los vivos?
Desde que nací, mis padres decidieron mantenerme con vida a pesar de mi tipo de sangre 0 RH negativo, que en 1951 implicaba serias dificultades para sobrevivir.
Una vez que lograron salvarme, me encargué de complicar los resultados. Mi primer encuentro con la muerte ocurrió cuando éramos chicos, y mi hermana Malu me dijo que era hora de saltar del balcón e ir con Peter Pan.
Me perdí de alcanzar a Peter Pan, y mi vuelo terminó entre las ramas de un colorín que amortiguó mi caída, lo que me fracturó ambas muñecas y me llevó a mi primera visita a la Cruz Roja, que entonces estaba en la calle Durango, a pocas cuadras de mi casa en Orizaba.
No tardé en caerme de nuevo desde lo alto de los estantes de nuestra biblioteca, intentando alcanzar una pistola pirata. La pistola hizo una herida en la cabeza y aterricé sobre unas licoreras, lo que puso fin a mi aventura con otra visita a la Cruz Roja.
Poco después, me bebí las sobras de las bebidas de los invitados a una reunión de amigos de mis padres. Me congestioné, y adivine dónde terminé… EN LA CRUZ ROJA.
El Ministerio Público le dijo entonces a mi madre que, si quería, facilitaría los tramites para un acta de defunción, si se cansaba de la lata que yo le daba.
He tenido todo tipo de accidentes: en bicicleta, en las barras paralelas, en coches e innumerables episodios que no viene al caso narrar aquí. Lo cierto es que, habiendo estado al borde de la muerte en innumerables ocasiones, Dios se ha encargado de mantenerme en este mundo. Y no puedo evitar preguntarme: ¿PARA QUÉ?
Aquí es donde entra en juego la pregunta de mi amigo Carlos Ruiz de Teresa:
Este cumpleaños es una oportunidad inmejorable para repensar la razón por la que Dios me ha mantenido con vida contra todo pronóstico.
Debo decir que estoy agradecido de estar vivo. Estoy agradecido de gozar de buena salud; de estar rodeado de amor; de tener amigos extraordinarios como mi hermano Ramiro López García; Renato Cárdenas Sánchez; Paul Henric; Rodrigo Cortina, Sergio Bringas y, sorprendentemente, muchos otros verdaderos amigos, cuya lista sería demasiado larga para incluirla en este espacio.
Mi caso es similar al del campesino que fue llamado a trabajar casi al final de la jornada y recibió el mismo salario que los obreros que comenzaron muy temprano.
A diferencia suya, Dios me ha llamado muchísimas veces a su viña desde muy temprano, pero no solamente eso; me ha pagado por adelantado cubriéndome de bendiciones que no he comenzado a merecer.
Tiene razón Eduardo Ruiz-Healy cuando dice que siendo abogado de profesión, soy escritor por vocación.
Creo que puedo combinar las dos; y celebro que ayer mismo Novum Publishing de Londres, me confirmó su interes por publicar mi libro The Comeback River.
Este regalo Providencial me permite encaminarme como escritor y como abogado, porque este libro que combina historia y derecho, me permite servir y ayudar a muchos hermanos, compatriotas nuestros que necesitan ser defendidos contra las políticas migratorias que hoy se están aplicando por el gobierno de los Estados Unidos.
Este día es buena ocasión para mirar atrás, pero sin abandonar la intención de seguir adelante.
Viene al caso recordar el poema de Robert Frost:
The woods are lovely, dark and deep,
But I have promises to keep,
And miles to go before I sleep,
And miles to go before I sleep…

El futuro de Ucrania en la guerra: tres perspectivas posibles ante la creciente incertidumbre
Autor: José María Faraldo Jarillo Historiador, Universidad Complutense de Madrid El momento es de máxima tensión. Presionado por Estados...
marzo 14, 2025
Reivindicar el egoísmo
El egocéntrico lo que hace es dañarse a sí mismo de manera inconsciente e indirecta al estar interna e...
marzo 14, 2025
Alfaro y el rancho de Teuchitlán
La terrible realidad de las desapariciones en el país es un pendiente histórico de los tres niveles de gobierno.
marzo 13, 2025
Los Caballistas se Doblaron. ¡Los Acuerdos no se Cumplieron…!
Los Caballistas se Doblaron. ¡Los Acuerdos no se Cumplieron…!
marzo 13, 2025