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AMLO no controla al Poder Judicial, ni lo va a controlar

18 de mayo, 2021

El presidente y MORENA acaban de recibir palo por parte del Poder Judicial de la Federación –no es albur: la expresión “dar o recibir palo” es parte del argot de los litigantes–. Ya van varios reveses consecutivos: la reforma eléctrica, los datos biométricos, la anulación de las candidaturas de Macedonio y Morón, la ley de hidrocarburos… y ahora el asunto del gobernador de Tamaulipas.

El estadio de futbol y la arena política se parecen en algo: si el juez marca una falta en contra de nuestro equipo, es un árbitro vendido; y si marca a favor de nuestro equipo, es un árbitro justo. La afición se apasiona y lo que menos importa es la verdad detrás de los hechos. Como dice Bruce Springsteen en una de sus célebres canciones, “you can’t start a fire without a spark”: no puedes iniciar un fuego sin una chispa. Y así tenemos un país entero que ya arde en el encono y en las diferencias cada vez más irreconciliables entre los pro-régimen y los anti-régimen. Después del juego de futbol, los hinchas pueden pelear y hacerse daño; a veces hasta se matan. Tras la diferencia política, las facciones pueden entrar muy peligrosamente en los terrenos de la guerra civil.

Cuando el presidente recibe un revés en los tribunales, centra sus ataques en la figura del juez que ha dictado el fallo, y en todos los jueces en general. Cuando recibió palo por la reforma eléctrica, pidió que el juez Gómez Fierro fuera investigado. De hecho lo pidió directamente al presidente de la Corte, Arturo Zaldívar. Mucha gente pensó que Zaldívar era un peón del presidente y que ya no había división de poderes. A mí me pareció esto una exageración, y no me equivoqué. El Poder Judicial no ha reconvenido ni cesado al juez Fierro, a quien muchos AMLovers hacían ya tras las rejas. Los que temen al presidente sostenían que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación era feudo privado de Obrador; los seguidores del régimen se ufanaban de tener a ese Tribunal de su lado. Pero vino el fallo que anuló las candidaturas de Macedonio y Morón, con el tremendo coraje que esto supuso para López Obrador, y entonces el Tribunal “amigo” se convirtió en una agencia del diabólico neoliberalismo.

Mientras el presidente y sus legisladores sigan actuando al margen del Estado de Derecho y en total desafío a la Constitución, seguirán recibiendo palos. Va a parecer una posada navideña de la fila tan larga de jueces formados para romper la piñata de la inconstitucionalidad y del abuso. Si el presidente y su partido no desean recibir más reveses del Poder Judicial, es hora de que empiecen a actuar bajo la ley, no contra ella.

Antes de referirme al caso del gobernador Cabeza de Vaca, quiero decir que no se trata de él. Hay acusaciones serias en su contra y no soy yo la persona indicada para meter las manos al fuego por él –ni por él, ni por nadie–. Resulta increíble que tenga que hacer yo esta aclaración, pero, dadas las circunstancias, no me queda otro remedio. Cuando una persona cae en el fanatismo, se vuelve esclavo de la ideología y su mente es controlada por el gurú y por los grupos a los que pertenece, aunque no sea consciente de ello, y así, es imposible sostener un diálogo en el que impere la razón. No se trata de Cabeza de Vaca, quien en lo personal podrá ser un pillo, sino de la aplicación del Derecho vigente. Pero un seguidor del presidente que no prestara la atención debida, creería que estoy haciendo una apología de Cabeza de Vaca. Y no.

La Cámara de Diputados “desaforó”, según ellos, al gobernador tamaulipeco para ser juzgado por diversos delitos. Pero los diputados no conocen la Constitución, o al menos eso parece, visto cómo actúan. Y no solo los diputados desconocen la Constitución: tampoco la conoce la inmensa mayoría de mexicanos. Para empezar, muchas personas tienen la idea de que ya no existen los “fueros”. Fue una promesa de campaña de Obrador, y muchos de sus seguidores creen de buena fe que es cierto –ha habido spots de radio en los que MORENA presume que quitó el fuero (ja, ja, ja, permítame reír)– y que todos los funcionarios pueden ser juzgados como cualquier otro ciudadano. Falso. Hay fuero y el presidente goza de él. El presidente y decenas de funcionarios más. Ni MORENA ni el presidente han erradicado el fuero. Si usted lo creía, perdón por disturbar su cómoda inocencia.

El Artículo 111 de la Constitución establece las reglas para que un funcionario de los que goza de fuero pueda ser juzgado por responsabilidad penal. Para quitar el fuero es necesario que la Cámara de Diputados haga una “declaración de procedencia”, y para ello se requiere la mayoría absoluta (la mitad más uno) de los diputados presentes, habiéndose cumplido el requisito del quórum. El presidente goza de un procedimiento aún con mayor privilegio, pero ese no es el punto en este momento. Los gobernadores pueden ser sujetos al “desafuero” o “declaración de procedencia”. Claro, hay garantía de audiencia y el inculpado es escuchado por el pleno. Este Artículo constitucional (111) indica que si la Cámara de Diputados “desafuera” a un gobernador, en este caso Cabeza de Vaca, “la declaración de procedencia será para el efecto de que se comunique a las Legislaturas Locales, para que en ejercicio de sus atribuciones procedan como corresponda.” El caso de los funcionarios federales con fuero es diferente: ahí sí la declaración de procedencia tiene efectos inmediatos. Pero Cabeza de Vaca no es un funcionario federal, sino estatal (local).

Lo anterior significa que las legislaturas estatales tienen la última palabra. Y esto hace sentido. El federalismo es una estructura político-jurídica fundamental del Estado Mexicano. No es un adorno. La Constitución entera debe ser entendida e interpretada a la luz de los principios que alimentan el espíritu del federalismo. El Derecho de la Federación no es superior al Derecho de los Estados; las autoridades federales no son superiores jerárquicamente a las autoridades estatales. Muchos creen que sí, pero se equivocan. La Corte ha definido este punto con mucha claridad –lo explicaré en otro artículo–. Si una de las cámaras del Congreso central pudiera, motu proprio e irrestrictamente, remover vía declaración de procedencia a un gobernador, el federalismo estaría de adorno y los Estados podrían ser fácilmente aplastados. Ahora bien, la Suprema Corte de Justicia no solo es el máximo tribunal federal, sino es además un Tribunal Constitucional, lo que la convierte en el garante y portavoz de la Constitución. La Suprema Corte tiene la última palabra en materia de constitucionalidad, guste o no al presidente de la república; y en ese sentido, guste o no, su poder es mayor que el del presidente.

En el caso de Cabeza de Vaca, si bien fue “desaforado” por los diputados federales, el Congreso de Tamaulipas, en cumplimiento de lo dispuesto por el Artículo 111 constitucional, conservó al gobernador en sus funciones y no le quitó el fuero; es decir, no homologó la decisión de los diputados federales. Así, Cabeza de Vaca –culpable o no, como la canción de Luis Miguel– permanecerá en el cargo y no podrá ser aprehendido hasta que termine su periodo, aunque se enoje el presidente y se frustre la Fiscalía General de la République; tampoco es que falte tanto, es el año entrante, y entonces sí podrá ser juzgado como cualquier ciudadano.

La resolución de la Corte se resume en esto: “desecho la controversia que presentas, Congreso de Tamaulipas, porque no tienes interés legítimo para presentarla: tus facultades no fueron vulneradas cuando tomaste la decisión de no homologar la declaración de procedencia de la Cámara de Diputados federal en contra del gobernador; tú, Tamaulipas, como cualquier Estado de la Unión, eres autónoma y soberana. Así que tu gobernador se mantiene en el cargo.” Dicho en cristiano llano: “cálmate, congreso tamaulipeco, que nadie ha invadido tus facultades… yet: si tú no homologaste el desafuero que aprobó la cámara de diputados federal contra tu gobernador, no has sufrido ningún detrimento ni ninguna invasión de facultades; tan es así, que estoy desechando tu demanda por ser abiertamente improcedente.”

Una decisión judicial de esta naturaleza se convierte en dinamita para todos aquellos que han perdido ya la capacidad de discusión razonada. Para los que apoyan al régimen, es un atropello y es signo inequívoco de que la Corte es corrupta y de que hay que desaparecerla. El ministro que por turno recibió el caso fue González Alcántara Carrancá, propuesto por AMLO. Las huestes guinda ya se refieren a él como “traidor” porque no le dio gusto al presidente. No se trata de dar gusto a nadie, sino de hacer prevalecer la Constitución y el Estado de Derecho. Cuando fue propuesto, los anti-régimen lo criticaban sin razón diciendo que sería un títere de AMLO. Yo conocí a González Alcántara en la Ibero, cuando éramos ambos profesores en el Departamento de Derecho, y coincidimos en varios exámenes profesionales como miembros del sínodo. Es un jurista muy serio y experimentado; es una persona muy honorable y culta (claro que cuando escribí un artículo diciendo esto, todos los anti-AMLO quisieron crucificarme y me llamaron el Rey de los Chairos, por aquello de Venus Rey Jr: la estupidez es un cuchillo que corta de ambos lados, como la canción de Gloria Stephan: cuts both ways).

En las mañaneras pasa lo que sucede en los shows de Vicente Fernández: el cantante dice: “mientras sigan aplaudiendo, Chente sigue cantando”. Lo mismo en la presidencia: mientras Obrador siga exclamando que tal o cual decisión del Poder Judicial que le da palo es prueba de la corrupción y putrefacción de los jueces, los AMLovers seguirán aplaudiendo y Chente seguirá cantando. ¡El show nunca va a acabar!

Y para terminar, en el siglo XIX los conservadores eran centralistas, los liberales federalistas. Hoy en día, quienes se dicen liberales y progresistas resulta que son centralistas y apoyan el más rancio y nocivo centralismo al estar dispuestos a hacer todo lo que esté en sus manos para que el presidente López Obrador concentre cada vez más poder, como Santa Anna, que fue el paladín del centralismo y del conservadurismo. Y, oh sorpresa, los que para el presidente Obrador son pérfidos-conservadores-neoliberales, resulta que ahora son quienes defienden el federalismo. ¡Cómo cambian las cosas!

Por los recientes fallos de la Corte, de los jueces federales y del Tribunal Electoral, me parece que el presidente López Obrador está lejos de tener un control sobre el Poder Judicial de la Federación. Así que es muy probable que en los siguientes días seamos testigos de ataques sistemáticos de su parte en contra del Poder Judicial, y hasta del propio ministro González Alcántara Carrancá, que el mismo AMLO propuso y sus senadores aprobaron. Mientras las condiciones constitucionales actuales prevalezcan, estos ataques no dejarán de ser mera estridencia. Si el presidente quiere controlar al Poder Judicial, tendrá que disolver el Congreso de la Unión, erigir una asamblea constituyente afín a sus ideas y exenta de opositores, descabezar a la Corte, crear un Tribunal Supremo leal a él y crear una nueva Constitución en la que ya no exista el Poder Judicial de la Federación ni la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ni el INE, ni el Tribunal Electoral, ni nada de organismos autónomos ni todas esas cosas que Obrador considera obstáculos para su 4T, sino un solo y único Supremo-Poder-Conservador (los que saben de historia me entienden). Pero no veo que esto pudiera suceder, por tremendo que parezca el poder del presidente. ¿O alguien cree que sí? Es pregunta.

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