Nos referimos al aún presidente Andrés Manuel López Obrador, en esta ocasión, como un revisionista, en particular en lo referente a una disciplina como lo es la Historia nacional mexicana por lo que a este texto corresponde. Y es que, contrario a lo que la mayoría hubiese pensado y también en lo que quizás no pocos aún no se han detenido a meditar, Andrés Manuel, conocedor de la Historia de México como muy pocos presidentes (quizás López Portillo sea el único a su nivel), se atrevió a hacer algo que ni siquiera los presidentes panistas hicieron, que por cuestiones ideológicas debieron ser los indicados, y esto es el darle a Agustín de Iturbide su lugar en los hechos referentes a la consumación de la Independencia (1821).
El periodo 1821-1823 siempre fue manipulado con criterios políticos, algo ni nuevo ni mucho menos exclusivo de México, pero sí en este caso, lo que se miraba como un tabú, y que se llegó al paroxismo de prácticamente eliminar por decreto al ex oficial realista que pactó por pragmatismo con los insurgentes que aún vivían, Vicente Guerrero como la cabeza más visible. Eliminado de plano de la Historia “oficial” (gubernamental) por, sobre todo, Luis Echeverría, al grado de llegar afirmar este que Guerrero había sido el único consumador de la independencia de la metrópoli virreinal (España), con agregados tan disparatados como lo fue el afirmar que había sido la esposa de Guerrero mismo la que diseñó y confeccionó nuestra bandera. Es decir, ese periodo de nuestra Historia fue obscenamente manoseado; santificando a una parte y satanizando a la otra.
Afortunadamente, en México siempre se ha gozado de espacios libres en la cátedra y en la academia, lo que ha permitido que la Historia de bronce no se alce como la única e incontestable, sino todo lo contrario, si bien no ha dejado de ocasionar sus respectivos perjuicios; en el periodo en cuestión, por ejemplo, no existe tal cosa cómo lo del “autoproclamado Emperador”, sino que fue nuestro primer congreso soberano y constituyente el que votó mayoritariamente por esa, nuestra primera forma de gobierno independiente de la Corona. Ni hablar, hijos de dos absolutismos no era de extrañar eso, sino acaso si, algo distinto, que a duras penas y hasta los últimos años se ha venido, y no sin penas, configurando. López Obrador pues, en el marco de haber sido presidente durante el año 2021 (bicentenario de la consumación de la Independencia) impulsó, como todo un revisionista histórico, lo que hubiese sido (y fue) antes impensable: la efigie de Agustín de Iturbide en los nuevos billetes de veinte pesos.
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