No me quedaré a hablar de un solo libro. No abusaré de la autopromoción. Yo daba por cosa del pasado mi libro El muerto que nos llegó de Estados Unidos. Hice lo que tenía que hacer: lo auto publiqué en la Internet, lo difundí apenas a mi alcance. Tuvo sus lectores, pocos, como es de esperarse; pero eso no importa porque el escritor tiene mucho que leer y poco tiempo para escribir lo que tiene que decir. Este libro, electrónico y todo, representa algo especial para mí porque fue mi primera publicación formal. Aparte de mis textos que empecé a publicar en mi blog desde enero de 2014. Antes de eso yo era un escritor con cuatro manuscritos a cuestas. Y cualquiera que ha cargado con un manuscrito varios años sabe de la carga, de las vueltas, de la esperanza y la duda, de la inquietud, de ese ir y venir de la vanidad, de ese ¿qué hago con este mamotreto? Dos sucesos coincidieron para que yo eliminará engargolados y archivos de mis cuatro manuscritos que aún recuerdo sus títulos con cierta ternura: Las flores de San Nicolás; El amigo, el diablo; Los herederos y Recuerdos del alma. Los dos sucesos fueron la creciente del río Balsas en 2013 y mi lectura de Dinero para la Cultura de Gabriel Zaid ese mismo año. Los manuscritos se fueron en la serpiente devoradora de la corriente y los textos de Zaid fueron muy inspiradores y motivantes para empezar a publicar mis textos en mi blog.
Mi libro de relatos lo terminé a mediados de 2016 y lo mandé al Programa Editorial 2016 que convocó la Secretaría de Cultura del Estado de Guerrero. Un año después me informaron que había sido seleccionado para publicarse. Sin embargo, tal publicación no ocurrió por falta de dinero de dicha dependencia. No lo lamento. El escritor no debe afanarse por estímulos del gobierno. Su trabajo no debe reducirse a tal o cual programa oficial. Soy de los que cree que el escritor debe huir de las prácticas decadentes del gobierno. Este, para el escritor, es como el sol, entre más lejos, mejor. Más tratándose de secretarios de cultura que por ignorancia o villanía no saben qué hacer con la palabra “literatura” dentro de sus programas y festivales. Para bien hay cosas que no necesitan del gobierno. Una de ellas es la literatura que vive en la palabra escrita cuando un texto, un libro conecta al hombre con su lenguaje y la tierra. Vive cuando parte en añicos la conciencia del hombre y le despeja la mirada y lo libera. La vida está siempre por encima de la literatura, no cabe duda, pero esta eterniza la memoria y el conocimiento.
Si nadie hace caso de la literatura no hay por qué quejarse. Siempre ha sido de una minoría, misteriosa y callada minoría que es capaz de poblar una ciudad que nos sorprendería por su tamaño poblacional. La literatura no es bien intencionada, y junto con los escritores, pobres y dispersos, pervive a pesar de la estulticia y los gobiernos.
Consumido en mis preocupaciones domésticas, muy ocupado en mi trabajo de Supervisor Electoral y entretenido en la trama de la novela que estoy escribiendo, me detuve un momento en El muerto que nos llegó de Estados Unidos. Necesitaba diez libros de papel para mandarlos a un concurso. Se lo comuniqué a Daniel Silverio Díaz quien me dijo que me conseguiría una cotización en la editorial donde le han publicado sus dos novelas. La respuesta no tardó mucho. La editorial Innova no me imprimiría diez libros nada más sino un tiraje de mil ejemplares. No sé si les gustó o le ven un mercado potencial. Es una apuesta editorial y el primero en ruborizarse soy yo. “Daniel, este libro ya lo publiqué en electrónico, ya no me interesa, mejor quisiera, si se pudiera, que se publique mi novela”, le dije. “La editorial lo quiere publicar, si tú autorizas, si no les hubiera gustado simplemente no lo toman en cuenta”, me dijo Daniel, amistoso como caballero noble.
Así es como surge la segunda edición. Un caso de libro que circula primero en la web y luego va a parar en el tradicional y siempre novedosísimo libro de papel.
No hay cosa más grande para el escritor que la libertad y aquel debe cuidarse de la prisión de hasta la misma literatura. Yo confío en la auto publicación en la Internet. Y he visto buena literatura en blogs, en muros. No todo es frivolidad y entretenimiento. Que se conozca depende de futuros curadores literarios, pero sobre todo de la circunstancia del escritor. De ese camino que debe emprender en conectar con los lectores. De lo contrario, ocurre la extinción y el olvido. ¿Cuántas páginas de las mejores literaturas no se han perdido? Más aún ¿cuántas literaturas no han quedado en el olvido?
Este librito toma su propio camino. No necesita más de su autor porque el lector será quien le dé la discreta murmuración o el escarnio merecido. La mayoría de relatos hablan sobre los que no fuimos a Estados Unidos, y, sin embargo, vimos partir a familiares y supimos de la espera. Otros relatos hablan sobre la violencia desatada por los capos en los últimos tres lustros. Tema del cual me interesa escribir, y que lo he hecho en textos que aparecen en mi blog y en esta página web y que si hay oportunidad seguiré escribiendo.
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