A pesar de que en el artículo anterior prometí continuar hablando de los principales comercios centenarios, tal como en las novelas de entregas se solía hacer, es decir por capítulos, interrumpiré dicha entrega para hablar en esta ocasión del Gran Teatro Nacional y con ello el cambio que tuvo la hoy Avenida 5 de Mayo, gracias al cual se alojan varios de los comercios de 100 o más años, de los que continuaré relatando sus historias en las siguientes “entregas”.
NOTA: Para ambientar la lectura de este artículo se anexan en links de YouTube música que se escuchaba en México durante el gobierno de Santa Anna, el Imperio de Maximiliano, la República restaurada de Juárez y el porfiriato, es decir durante la segunda mitad y finales del siglo XIX, tiempos en los que se desarrolla este artículo.
EL GRAN TEATRO
Durante la época colonial la hoy conocida y transitada Avenida 5 de Mayo, ubicada en el Centro Histórico de la Ciudad de México, permaneció bajo la sombra sin participar mucho de los cambios y el ajetreo de la ciudad novohispana, a pesar de estar a un costado de la Catedral.
[[{“fid”:”2803″,”view_mode”:”default”,”fields”:{“format”:”default”,”field_file_image_alt_text[und][0][value]”:””,”field_file_image_title_text[und][0][value]”:””},”type”:”media”,”attributes”:{“alt”:”gran-teatro1.png”,”title”:”gran-teatro1.png”,”class”:”image-style-none media-element file-default”},”link_text”:null}]]Anónimo, Avenida 5 de Mayo, Fotografía, 1898.
Ante este abandono se convirtió en una calle barata en relación a costos de alojamiento, por lo que poco a poco se habitó con artesanos que trabajaban fibras naturales como el henequén, el mecate, entre otras. Fue por ello que se le comenzó a llamar calle de “Mecateros”.
Trascurrieron la Colonia, la Independencia y fue hasta el gobierno de Antonio López de Santa Anna (1839-1847) cuando se consideró esta calle como sede para albergar a un teatro de grandes dimensiones llamado el “Gran Teatro Nacional” o “El Gran Teatro de Santa Anna” como fue conocido en aquella época.
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Antonio López de Santa Anna, Ca. 1850.
Construido por el arquitecto español Lorenzo de la Hidalga entre 1842 y 1844, es considerado por los historiadores de la actualidad como la obra arquitectónica más relevante realizada entre la construcción de la Catedral Metropolitana y el Palacio de Bellas Artes.
A pesar de que con esta cosntrucción se rescató a la calle de la soledad, se le dividió en dos, ya que el Gran Teatro cruzaba por la calle de Vergara (hoy Bolívar) cerrando el paso y la vista que hoy conocemos desde Catedral hacia la Alameda, tal como lo podemos apreciar en las fotografía que presento a continuación.
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Anónima, Gran Teatro sobre la calle de Mecateros (hoy Av. 5 de Mayo) vista desde la Catedral hacia la Alameda, fotografía, Ca. 1850.
[[{“fid”:”2806″,”view_mode”:”default”,”fields”:{“format”:”default”,”field_file_image_alt_text[und][0][value]”:””,”field_file_image_title_text[und][0][value]”:””},”type”:”media”,”attributes”:{“alt”:”gran-teatro4.png”,”title”:”gran-teatro4.png”,”class”:”image-style-none media-element file-default”},”link_text”:null}]]Anónima, Gran Teatro sobre la calle de Mecateros (hoy Av. 5 de Mayo) vista desde la Catedral, con dirección hacia la Alameda, fotografía, Ca. 1860.
El teatro constaba de un aforo de 3,000 butacas, el doble de lo que hoy aloja el Palacio de Bellas Artes, y fue testigo no sólo de la transformación del siglo XIX, sino que fue sede para el estreno de grandes y destacadas obras de la época como óperas escritas tanto por compositores mexicanos como extranjeros. Casa de la voz de Ángela Peralta quien fue la más importante cantante de aquella época, o por ejemplo nada más y nada menos que fue allí donde se llevó a cabo el estreno del Himno Nacional Mexicano el 15 de septiembre de 1854, dirigido por el mismo Jaime Nunó, catalán compositor de la música.
Gracias al paisajista italiano Pedro Gualdi podemos apreciar el interior de lo que fue aquel “Gran Teatro Nacional”, ya que no hay muchos registros de su interior, por lo que a continuación añado la imagen de un óleo pintado por él con vista desde el escenario.
[[{“fid”:”2807″,”view_mode”:”default”,”fields”:{“format”:”default”,”field_file_image_alt_text[und][0][value]”:””,”field_file_image_title_text[und][0][value]”:””},”type”:”media”,”attributes”:{“alt”:”gran-teatro5.png”,”title”:”gran-teatro5.png”,”class”:”image-style-none media-element file-default”},”link_text”:null}]]Pedro Gualdi, Interior del Gran teatro Nacional, vista desde el escenario, Óleo sobre lienzo, Ca. 1850.
Cuando terminó el gobierno de Santa Anna el teatro tomó el nombre de “Gran Teatro Vergara”, ya que estaba sobre aquella calle hoy conocida como Bolívar. Por unos años se le llamó así hasta que de 1864 a 1867, durante el imperio de Maximiliano, su nombre cambio a “Gran Teatro Imperial”.
Se cuenta que el 27 de enero de 1866, durante el estreno de la ópera “Ildegonda” del compositor mexicano Melesio Morales e interpretada por Ángela Peralta, la emperatriz Carlota aplaudió y se conmovió profundamente con la historia la cual trata sobre una princesa que se vuelve loca ante el asesinato de Rizzardo, su amado.
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Anónima, Ángela Peralta, fotografía, Ca. 1850.
Esta historia será vivida en carne propia por Carlota, un año después, cuando Maximiliano el 19 de junio de 1867 sea fusilado en el Cerro de las Campanas, Querétaro, bajo el mando de Juárez quien buscaba la restauración de la República.
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Anónima, Emperadores Carlota y Maximiliano, fotografía, Ca. 1860.
Durante el gobierno de Benito Juárez tomó el nombre de “Gran Teatro Nacional” (como se le recuerda hasta la actualidad), y permaneció con este nombre hasta la presidencia de Don Porfirio Díaz. Bajo el lema porfiriano del avance hacia la modernidad se mandó demoler dicho edificio en 1901, con la promesa de crear uno aún mayor (Palacio de Bellas Artes), para ampliar la avenida creando un paso desde la Catedral hasta la Alameda y generar con ello una calle con propósito comercial y vanguardista. Fue así como esta calle finalmente se convirtió en lo que conocemos hoy como una avenida transitada, popular y comercial. Sin olvidar que lleva en su nombre el orgullo de la victoria contra la invasión francesa, en Puebla el 5 de mayo de 1862.
[[{“fid”:”2810″,”view_mode”:”default”,”fields”:{“format”:”default”,”field_file_image_alt_text[und][0][value]”:””,”field_file_image_title_text[und][0][value]”:””},”type”:”media”,”attributes”:{“alt”:”gran-teatro8.png”,”title”:”gran-teatro8.png”,”class”:”image-style-none media-element file-default”},”link_text”:null}]]Anónima, Gran Teatro Nacional, fotografía, Ca. 1870.
Cabe destacar que “El Nuevo Gran Teatro Nacional” es decir el Palacio de Bellas Artes (que al final no resultó ser más grande que el primero), a cargo del arquitecto italiano Adamo Boari, quien edificó Palacio de Correos, inició su construcción en 1904 y en vez de concluir en 1907, como se había pensado, se fue demorando debido a que comenzó a hundirse la construcción por el peso y los costos empezaron a aumentar. El estallido de la Revolución no ayudó y en 1916 el arquitecto abandonó el país y con esto la obra se frenó por completo. Fue hasta que México recuperó su estabilidad y logró el 29 de septiembre 1934 estrenar el nuevo “Gran Teatro Nacional”, conocido por todos como Bellas Artes, bajo el gobierno del presidente Abelardo L. Rodríguez.
Tristemente solo podemos conocer hoy día el “Antiguo Gran Teatro Nacional” por medio de pinturas, litografías y fotografías de la época, pero es al menos gracias a estas obras que podemos saber cómo fue y rescatar su imagen y grandiosidad. Una vez más, el arte nos ayuda a poder revivir una parte de la Historia que ha quedado en las sombras del pasado y rescatar el recuerdo de aquella grande y bella construcción que para la sociedad del siglo XIX fue la más importante de su época.
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Pedro Gualdi, Gran Teatro Nacional, óleo sobre lienzo, Ca. 1850.
[[{“fid”:”2812″,”view_mode”:”default”,”fields”:{“format”:”default”,”field_file_image_alt_text[und][0][value]”:””,”field_file_image_title_text[und][0][value]”:””},”type”:”media”,”attributes”:{“alt”:”gran-teatro10.png”,”title”:”gran-teatro10.png”,”class”:”image-style-none media-element file-default”},”link_text”:null}]]
Pierre Frédéric Lahnert, Teatro Nacional, Litografía coloreada, Ca. 1850.
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RELACIÓN DE MÚSICA QUE ACOMPAÑA A ESTE ARTÍCULO
SIGLO XIX, MUSICA EUROPEA
Mendelssohn, Verdi, Chopin, Strauss, Lumbye, Tannhäusser, entre otros.
SIGLO XIX, MUSICA MEXICANA
Juventino Rosas (varios vals y composiciones)
Melesio Morales
Ópera “Ildegonda”, “¡Fa core!L´estreme tue parole” (escena final).
Ágel J. Garrido
Cuando escuches este vals, interpretada por la Orquesta Típica de la Ciudad de México.
LECTURAS RECOMENDADAS
- Gruzinski, Serge, La ciudad de México. Una historia, México, Fondo de Cultura Económica, 2008.
- Rafael Pérez Gay, Héctor de Mauleón y Carlos Villasana Suverza, Ciudad, sueño y memoria, México, Ediciones Cal y Arena, 2013.
- Villalobos Jaramillo, Javier, Los 100 sitios y monumentos más importantes del Centro Histórico de la Ciudad de México, México, Matesis Aso
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