Mi reflexión

Tlahuelilpan duele y duele por todos los costados. Duele por lo inexplicable, duele por la razón que a nadie asiste, duele por la trascendencia, duele...

24 de enero, 2019

Tlahuelilpan duele y duele por todos los costados. Duele por lo inexplicable, duele por la razón que a nadie asiste, duele por la trascendencia, duele por el simple hecho de contemplar el dolor humano; no existe mayor dolor. No hay culpables, se distrajo la conciencia de los años de carencia, de los años de separación palpable de la vida de muchos otros. Brotó como siempre lo ha hecho la infamia y el olvido, una negación que no corresponde a nadie y en la paradoja de nuestra existencia, nos corresponde a todos. No son los gobiernos, los gobiernos siempre han sido fruto de la indolencia colectiva, de la pasividad que podemos encontrar en raíces muy profundas y en herencia.

Culpemos a la historia, pero la historia siempre ha sido contemplativa, nunca ha hecho otra cosa. Busquemos en donde no queremos buscar, en la desigualdad, en ella nos va nuestro acervo de nación aguerrida y en ella nos van nuestras diferencias de cuna, que ignoramos por conveniencia. Nadie menciona el nacer diferente como complicidad que reúne lo que hemos querido difundir como cimiento de nuestra historia. Hemos señalado el comportamiento y muchas, innumerables agregaría, diferencias, pero en eso quedan, diferencias señaladas como un pretérito irredento, sin destino.

El dolor despierta el ánimo y otros sentimientos, nos contemplamos unos a otros impávidos, pasmados, nos sume la vergüenza con el mundo que contempla a una horda de vándalos regocijarse en el peligro, una horda que no lo hace por hambre, no lo hace por necesidad, lo hace ante lo inusitado del fenómeno al que pueden acudir, desprendiéndose de su rutina, de sus afanes, que por siglos no han cambiado mucho. Impera la distracción, el momento, lo chusco de verse sumergido en un líquido que no representa nada para nadie en esa comunidad, y que para otros, los que viven lejos de ellos, representa todo lo intangible de la modernidad que los sepulta una y otra vez.

Asimilamos la lección en silencio, podemos cerrar los ojos pero no la conciencia, tenemos una pérdida lamentable en nuestras manos, las de todos, todos perdimos algo, no sabemos buscar la respuesta correcta, un día tal vez tengamos un poco más de luz…

 

Manuel Torres Rivera

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