Cuando se estrenó Trainspotting (1996) todos los reflectores del mundo estaban sobre Danny Boyle, un joven realizador que anteriormente había filmado una interesante y original comedia negra, Shallow Grave (1994), que recibió muchos halagos y premios. Trainspoting hoy en día sigue siendo el primer referente cuando se habla de las drogas en el cine, fue uno de los mayores éxitos de la cinematografía inglesa de la década de los 90 y sobre todo, catapultó la carrera de su director al grado que aún hoy en día puede filmar lo que quiera sin problema. Ahora bien, su filmografía no ha sido la más constante, ya que a cada buena cinta le sigue una bastante mala, y hay que reconocer que por lo menos hasta estas fechas no ha llegado al nivel que tuvo su segunda producción. Yesterday (2019) es el ejemplo perfecto.
Cuenta la historia de un músico mediocre que no ha tenido absolutamente un éxito en años y que es atropellado exactamente en el momento en que el mundo sufre un apagón de 12 segundos. Al regresar la energía, nadie más que él, que se encuentra hospitalizado, recuerda a The Beattles, por lo que decide hacer pasar sus canciones como propias.
Realizada con el oficio característico del director, la película es una muy divertida comedia, que tiene momentos extremadamente afortunados y que muy superficialmente critica el mundo de la música en la actualidad. Los personajes son entrañables y si uno no va a verla con muchas expectativas, seguramente tendrá un buen momento. Por desgracia, aunque las versiones de las canciones son bastante buenas, no aportan mucho en realidad, aunque eso sí, al escucharlas uno se percata de la grandeza de los músicos oriundos de Liverpool en comparación a lo gris que llegan a sonar las melodías de los “genios” contemporáneos como Ed Sheeran, que aparece como él mismo.
El gran problema de la cinta es que todo el tiempo aparenta ser y no es. Aparenta ser un homenaje al “cuarteto de Liverpool” y simplemente los usa para demostrar el punto de que hoy en día ya no se hace música buena – con notas interesantes, como el que se llegan a usar hasta 16 compositores para poder generar un éxito como el Taki-Taki – . Pretende alejarse de las convenciones del cine comercial y termina sucumbiendo a la tentación de forzar un final feliz con mensaje ñoño de que el amor es más importante y el comercio apesta.
Hay dos cosas que son bastante inexplicables en la cinta: Una historia de amor metida con calzador y el que el “artista” decide traicionar a su representante, cuando esta siempre ha sido honesta con él y nunca le mintió en el hecho que iba a explotarlo mientras fuera popular. Y es que Boyle mismo siempre ha sido eso mismo que critica: Parte del sistema, aunque navegue con bandera de independiente.
Después del éxito de Trainspotting, todo el mundo vio en él un autor capaz de adaptar novelas infilmables, visualmente deslumbrante y original, y sobre todo, irreverente como nadie. Poco después dejó ver que en realidad era un tipo creativo, capaz de sacar ciertos proyectos adelante y que disfrazaba de obras de autor sus productos (porque él hace productos y no películas). Un ejemplo de ello es Slumdog Millionaire (2008), una cinta hecha para ganar premios, no por su tema social, mitad película de Bollywood, mitad Trainspotting, pero descafeinado. En realidad, el trabajo se planeó para convencer a los productores Indios (de la India, pues) de invertir en Hollywood, debido a que en ese momento se vivía una crisis económica en los grandes estudios. A final de cuenta fueron los chinos quienes los salvaron, pero entonces el plan era otro. Por lo mismo, no creo que pueda tener ninguna autoridad moral para criticar el que la música de hoy sea hecha con plantilla y manual.
Yesterday no es lo que debería ser; ni es un homenaje a esos genios que fueron The Beattles, ni es una carta de amor a la música, ni tampoco es una crítica al sistema. Es, irónicamente, la película que más demuestra quién es en realidad Danny Boyle: un hábil engañabobos.
Una película divertida, con 2 o 3 momentos disfrutables, realizada con el clásico oficio del cine inglés, pero que no pasa nada si no se gasta en ella.
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