El futbol no me gusta. Y no como deporte. Debo reconocer que tiene su dificultad y como todas las actividades físicas, no a todos se les da. Lo que nunca terminó de agradarme es el fanatismo generado a su alrededor, que lleva a violencia, discusiones fútiles y sobre todo, a una tremenda estupidización de la población. Nunca entendí cómo alguien es capaz de gastar un dineral por los boletos de una final y si su hijo le pide dinero para algo de la escuela, le parece un despilfarro o que gran parte de la familia se la pase los domingos enfrente del televisor mirando el previo, el partido y el programa de análisis en donde les repiten una y otra vez el gol que llevó a su equipo consentido al fracaso o al triunfo. Y tampoco me agrada mucho que un jugador llegue a ganar lo que todos sus fans nunca podrán, ni en sueños, percibir. Y todo por perseguir un balón. Quizá por eso me encantó El presidente, la nueva producción de Amazon Prime.
La serie presenta el caso real del llamado “fifagate”, escándalo en el que arrestaron a todos los representantes de las federaciones de futbol más importantes de Latinoamérica por fraude, usando como protagonista a Sergio Jadue, quien fue presidente de la Asociación Nacional de Futbol de Chile. En la producción se usa como narrador a Julio Grondona, quien fue vicepresidente de la CONMEBOL y que a su muerte fue sucedido por Jaude. Él se dedica a contar desde el cielo, los entramados del negocio del futbol, así como la corrupción que impera en el llamado “deporte del hombre”.
El trabajo es bastante entretenido. El estilo escogido es de comedia negra y de situaciones, muy didáctica, en el estilo de Adam McKay (Vice, The Big Short), que utiliza la ironía para explicar, paso a paso, cómo funciona la corrupción y los vicios del poder. La obra presenta el machismo, los excesos, las depravaciones y la misoginia existente en el soccer, de una forma divertida y que a la vez permite al espectador indignarse con lo sucio que resultan los tejes y manejes detrás del espectáculo que alguna vez fue considerado deporte.
Visualmente tiene momentos muy afortunados, como cuando se cuenta la importancia de la venta de espacios televisivos y de mercancías como si fueran animaciones de un videojuego de FIFA. Las actuaciones van de lo correcto a lo inspirado en el caso de Paulina Gaitán como María Inés Facuse, esposa de Sergio Jaude, quien es interpretado por el colombiano, Andrés Parra, uno de los mejores histriones latinoamericanos, un verdadero camaleón que pasa de encarnar a Hugo Chávez y a Pablo Escobar, a ser un verdadero clon de Jaude, a quien reproduce en los modismos, la mirada y sobre todo, el acento chileno, que le queda a la perfección. El punto más bajo es Karla Souza, quien no trasciende lo que siempre ha realizado. Evidentemente está en la producción por su fama y porque domina el inglés, pero su personaje no logra la atraer en lo más mínimo y lo convierte en un elemento que debilita las escenas en que aparece.
Mucho se ha criticado el tono elegido para contar los hechos, pero en el fondo sirve para demostrar lo absurdo y patético que es el mundo del futbol y sobre todo, la desvergüenza de los que están involucrados en él. No. No es una serie que hable del balompié, de hecho, simplemente aparece el deporte por segundos. Habla del cinismo, de la corrupción, del desprecio que tienen los que están involucrados en el negocio por los que lo consumen. Ellos los ven como números, como dinero, como servidumbre, son hormigas que siguen ciegamente lo que decide la FIFA y la CONMEBOL, que son como el Vaticano y ellos sus feligreses. El “fucho” es una religión. Y como los fieles, sus seguidores están ciegos y siguen sus designios sin cuestionar.
El futbol apesta. Apesta a podredumbre, a degradación, a tenis sucios, a sudor y sobre todo, a dinero mal habido. El presidente, a diferencia de otras producciones, como Club de cuervos, es inmisericorde con el deporte-negocio. No solo se ríe de él sino que se escandaliza, lo destroza y al final, en lugar de dar una lección moralina, de que los criminales siempre pagan, muestra que como dice el dicho mexicano, “con dinero baila el perro”. De todos los involucrados, tristemente, quien termina pagando más cruelmente fue “Nené” Facuse, quien pasó de ser “la primera dama del futbol” a terminar sus días como panadera en Miami, ganando menos de 10 dlrs. por hora y viviendo al día, triste si se piensa que era fanática de la ropa de marca y la “buena vida”. Su único crimen fue involucrarse con un personaje oscuro y deshonesto, vivir una mentira y querer sentirse orgullosa de su marido, quien, lógicamente, si se volvía un funcionario importante, le daría la posibilidad de trascender. Y los demás, criminales sin escrúpulos, que tranzaron, robaron, violaron y corrompieron, fueron exonerados o multados, o están en libertad bajo palabra. Y el “fut” sigue en la mente los hinchas y en los bolsillos de los vivales.
Una serie que es imperdible, quizá de las mejores hechas en Latinoamérica para Amazon, pero que no es para los amantes del deporte, sino para los que amamos la verdad.
https://www.youtube.com/watch?v=EC3sAN6xvC4
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