Vaselina y El submarino amarillo: El aniversario de dos musicales que casi no son

Los 50 años de Yellow Submarine y los 40 de Grease permiten revisar el cine hecho en los últimos años.

20 de julio, 2018
  • Los 50 años de Yellow Submarine y los 40 de Grease permiten revisar el cine hecho en los últimos años

Este año es el aniversario de dos de los musicales más recordados de la historia, que entre otras cosas, se volvieron objetos de culto y además, en dos de las más redituables películas de la historia. Aunque son radicalmente opuestas (una representa lo más comercial y la otra es un trabajo 100% experimental) las dos tienen en común más de lo que se puede creer.

A finales de los años 60, el grupo The Beatles se encontraba en el pináculo de su popularidad y al mismo tiempo, también hartándose de la fama. Tenían un contrato para hacer tres películas con United Artists, debido al éxito que significó A Hard Day’s Night (1964, Richard Lester). A esta le siguieron Help! (1965, también de Lester) y Magical Mystery Tour (1967, Paul McCartney), las cuales fueron filmadas cada vez más rápido y con menor cuidado. Debido a ésto, para terminar de una vez con el contrato de marras, decidieron producir una cinta de animación barata y con todo el desgano del mundo. Contrataron a George Dunning, un director de animación poco conocido, del que ellos sabían porque se dedicaba a realizar las caricaturas de los Cuatro de Liverpool que se transmitían en TV. La cinta era una especie de Los siete samurai a lo marihuano, en la que el cuarteto era reclutado para salvar de la desgracia al pueblo de Pepperland. Yellow Submarine (1968), resultó ser mejor de lo que esperaban los artistas, y al estrenarse, resultó un éxito sin precedente. La realización es bastante discreta, su animación tiene la particularidad de ser bastante sencilla pero no por eso es mala, al contrario, a pesar de su baratura o quizá por eso mismo, representa el universo de los ídolos ingleses mejor que sus anteriores filmes, resultado de que su psicodélica visión del mundo fue más fácil de representar con dibujos que con los entonces todavía en pañales efectos visuales. Sus trabajos cinematográficos son muy difíciles de analizar, esto debido a que son, en realidad, más cercanos a lo que hoy en día son los videos musicales, sin embargo, el más cercano a un filme tradicional, al cine en general, es precisamente Yellow Submarine. 50 años después todavía resulta una obra sui géneris que asombra a los que la vieron entonces y sorprende a los que la ven por primera vez. Y aunque estamos muy lejos de la obra maestra del musical, hay que reconocer que casi lo logran. Si quieren conocer más sobre el tema, el sitio de la revista Esquire Latam, subió un excelente artículo con la historia completa de esta maravilla animada. (https://www.esquirelat.com/cultura/yellow-submarine-50-anos-de-surcar-los-mares/).

10 años después, en 1978, el promotor y productor musical y cinematográfico Robert Stigwood – que casualmente estaría involucrado en Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (1978, Michael Schultz), una cinta homenaje al trabajo de The Beatles – contrató por tres películas a un joven y prometedor actor llamado John Travolta. Al buscar trabajos que pudieran servir para lanzar a su descubrimiento, se encontró con que el extravagante productor Allan Carr, se encontraba buscando quién le ayudara a realizar la versión fílmica de un exitoso musical de Broadway llamado Grease. La situación era que, antes de exponer a su brillante promesa en un trabajo tan grande y de tanto prestigio, era necesario hacer que el público cinéfilo se familiarizara con él, ya que más bien era famoso por salir en películas y programas de TV. Así que decidió lanzar a su proto-ídolo con un producto más pequeño: Saturday Night Fever (1977, John Badham), la cual fue terminada casi a las carreras para que Travolta pudiera estar concentrado al 100% en Grease (1978, Randal Kleiser), la cual, dicen, fue un caos para poder terminar. Entre las cosas que se han registrado, están el que muchos de los involucrados estaban molestos porque la coprotagonista fuera interpretada por una cantante country australiana de 33 años, Olivia Newton-John, poco conocida en EE.UU. o porque al actor Jeff Conaway no sólo se le quitó el personaje de Danny Zucco, al que venía interpretando en la puesta en escena desde años antes, para dárselo a Travolta, sino que también se le retiraría la canción Greased Lightning al personaje de Kenickie, que le fue asignado para la cinta. Además, debido a lo complicado del rodaje (el calor de Los Angeles, donde se filmaban las locaciones era tal, que a veces era difícil filmar, muchos actores enfermaron debido a una escena que se realizó en un canal de agua sucia, etc.) fue difícil terminarla a tiempo para su estreno, el cual fue muy azaroso. La crítica la destrozó, porque la historia de amor entre el creidito Danny Zucco y la ñoña australiana Sandy resultaba, lo menos, insoportable. Curiosamente, el público amó la producción y la volvió un éxito que a la fecha sigue cosechando fanáticos.

Ahora bien. La versión fílmica maneja un lenguaje menos soez que la puesta en escena, pero hay que reconocer que es superior al trabajo teatral (por lo menos que las versiones mexicanas), es una historia insulsa y poco atractiva. Es un filme muy plano, largo y sin ritmo; sus coreografías son muy elementales y no tienen la espectacularidad de, por ejemplo, las de Saturday Night Fever, la cual siempre le hará sombra por muchas causas, entre ellas porque si su protagonista no fuera el mismo, la gente no la hubiera vuelto la pieza de culto que hoy es. Grease es considerada “la otra película de Travolta”, su hermanita chistosa. Y es que el actor es el soporte de la producción. Si no fuera por el ángel que tenía en ese entonces y por lo pegajosas de sus canciones, nadie la recordaría. Sin embargo, para celebrar sus 40 años, se estrena en salas en versión restaurada, aparecerá en Blue Ray en 4K UHD con un final altenativo y se repuso en teatros con una producción, dicen, más fiel al original de Broadway.

Irónicamente, en estos días en que el cine se ha vuelto una especie de comercial de juguetes de dos horas, que se concentra en lo efímero de un espectáculo de fuegos artificiales, dos filmes tan disímiles como Yellow Submarine y Grease son una muestra de una época en que el hacer películas era, todavía, algo noble. En esos días también se filmaron grandes trabajos, como Planet of the Apes (1968, Franklin Schaffner), Rosemary’s Baby (1968, Roman Polański), 2001: A Space Odyssey (1968, Stanley Kubrick), Night of the living dead (1968, George A. Romero), Superman (1978, Richard Donner), Midnight Express (1978, Alan Parker), The Deer Hunter (1978, Michael Cimino), Halloween (1978, John Carpenter), entre otros clásicos que serán recordados por mucho tiempo más. La pregunta es si en el año 2068 podremos celebrar los 50 años de lo que se está filmando hoy: cintas poco memorables, plagadas de efectos visuales que son más importantes que el contenido, que prácticamente cuentan la misma historia pero con personajes diferentes. Mientras esos días llegan, celebremos que existieron grandes obras que, por lo menos, hicieron volar la imaginación y sentir que el cine todavía tenía algo importante qué decir.

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