Empecemos aclarando algo: Gravedad (Gravity, 2013, Alfonso Cuarón) no es ciencia ficción (CF). Esto lo comento porque mucha gente todavía se pelea en los cafés, aún cuatro años después de su estreno, sobre esto. La cinta del director mexicano, si bien toca un tema que muchas veces ha atraído a diversos escritores de este estilo, dista mucho de serlo. En realidad es un melodrama de supervivencia ambientado en el espacio. Curiosamente, la nominación al Oscar de esta película abrió el camino para una posible revaloración del cine Sci-Fi. Y eso que es uno de los géneros más recurrentes en la producción hollywoodense. En EE.UU. comienzan a filmarse estos trabajos hasta ya entrados los años treinta, pero en su mayoría son simples seriales (cintas de episodios de bajo presupuesto) o filmes de clase “B” destinadas al consumo infantil. No se tomarán en serio durante muchos años, incluso aunque los grandes estudios empiezan a ver en ellas uno de los mejores negocios de la historia. Es quizá el musical Just Imagine (1930, David Butler) la primera incursión de una mayor en este estilo de filmes. Pero no es sino hasta 1950 que la Academia se fijara en ellos, claro, porque ya era imposible no hacerlo. Destino la luna (Destination Moon, 1950, Irving Pichel), una increíble hipótesis sobre lo que serían los viajes estelares, se convierte en la primera CF en ganar un Oscar aunque sea en el rubro de mejores efectos especiales, ya que prácticamente todos los avances tecnológicos del Séptimo arte se han debido a estas producciones. Basta con ver lo que generaron La guerra de los mundos (The War of the Worlds, 1953), 2001: Odisea del espacio (2001: A Space Odyssey, 1968, Stanley Kubrick), La guerra de las galaxias (Star Wars: Episode IV – A New Hope, 1977, George Lucas), Terminator 2: El juicio final (Terminator 2: Judgment Day, 1992, James Cameron), Parque jurásico (Jurassic Park, 1993, Steven Spielberg), Matrix (The Matrix, 1999, Hermanos Wachowski) o Avatar (2009, James Cameron), todas ellas ganadoras al premio en esta categoría menor pero que transformaron drásticamente la historia de los efectos visuales.
Curiosamente, la primera de estas realizaciones en ser nominada al premio de la mejor película es una que pocas personas ubican en el género: La naranja mecánica (A Clockwork Orange, 1971, Stanley Kubrick). Le siguieron Star Wars (ya mencionada), E.T., el extraterrestre (E.T. The Extra-Terrestrial, 1992, Steven Spielberg), Avatar (también mencionada arriba), Sector 9 (District 9, 2009, Neill Blomkamp), Misión rescate (The Martian, 2015, Ridley Scott) y Mad Max: Furia en el camino (Mad Max: Fury Road, 2015, George Miller). Son pocas, la mayoría excelentes (Avatar apesta), de culto, con grandes críticas y ni así ganaron. Con estos antecedentes, es de esperar que La llegada (Arrival, 2016, Denis Villeneuve) tampoco lo haga.
La anécdota es poco sencilla de contar, ya que va del pasado al futuro de forma aparentemente arbitraria, y conforme va corriendo la cinta, es difícil saber cuándo hablan del porvenir o de lo que fue. Narra el primer contacto con una civilización extraterrestre y se exponen las diversas formas en que reacciona la humanidad al evento. Para gran parte de la crítica es la mejor cinta de ciencia ficción de los últimos tiempos, para otros es comparable con las grandes del género, como Solaris (Solyaris, 1972, Andréi Tarkovski), con la que se empata de algún modo, igual que con El origen (Inception, 2010), Interstellar (2014, ambas de Christopher Nolan) y el capítulo Magnetic Rose de Memories (1995, Kōji Morimoto, Tensai Okamura y Katsuhiro Ōtomo). Sus posibilidades de darle el primer Oscar a los filmes del género son difíciles, especialmente porque a gran parte de la Academia le quedan todavía muchos prejuicios respecto a considerarlas “obras mayores” o trascendentes. Además, cada año hay producciones que se vuelven el común denominador en las entregas de premios. En este caso, La la land (2016, Damien Chazelle ) y Luz de luna (Moonlight, 2016, Barry Jenkins), las más cantadas en las demás entregas de premios, son sus enemigos a vencer. La llegada es una gran película. Quizá no sea una obra maestra pero vale mucho la pena. Amy Adams, dicen los memes, tomó el estandarte de la maldición de DiCaprio como la eterna nominada (en este caso ni siquiera lo logró), pero en este trabajo se nota madura y lista para recibir la corona de manos de Merryl Streep. Por desgracia, muchos ni siquiera recordarán esta más que correcta obra después del 26 de febrero, pero si da la sorpresa y se encumbra en la categoría, sembrará una semilla que cambiará la visión hacia la ciencia ficción.
Para Gisela, te quiero y ojalá este sea el primer año del resto de nuestras vidas.
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