Rumbo al Óscar 2018: La forma del agua y el cine fantástico

La nominación al Óscar de la obra cumbre de Guillermo del Toro, podría darle a México el 4o premio al mejor director.

16 de febrero, 2018
  • La nominación al Óscar de la obra cumbre de Guillermo del Toro, podría darle a México el 4o premio al mejor director.

Decir que La forma del agua (The Shape of Water, 2017, Guillermo del Toro) es una cinta de terror por el hecho de ser dirigida por el mexicano que se ha caracterizado en hacer este tipo de cine o porque tiene un monstruo como coprotagonista, sería hacerle un feo favor. En realidad, la última obra del tapatío es un homenaje a los monstruos clásicos del cine y además, una fantástica historia de amor. Por lo mismo, pudo ser contemplada para la nominación al prestigiado premio de la Academia Norteamericana.

Pocas veces el cine fantástico ha sido nominado a este premio, curiosamente El sueño de una noche de verano (A Midsummer Night’s Dream, 1935, Max Reinhardt y William Dieterle), basada en la obra de William Shakesperare, será la primera vez en que algo que no tiene que ver con la realidad, sino con seres salidos de la imaginación y los sueños, es considerada para el galardón. Le seguirán Horizontes perdidos (Lost Horizon, 1937, Frank Capra) y El mago de Oz (The Wizard of Oz, 1939, Victor Fleming), aunque esta última quizá fue elegida por la perfección técnica y por ser un musical. Será hasta entrados los años 70, que se volverá a tomar en cuenta este tipo de cine, también más por sus valores técnicos que por su contenido, siendo El exorcista (The Exorcist, 1973, William Friedkin) y Tiburón (Jaws, 1975, Steven Spielberg) las elegidas. Mención aparte, estos títulos son las únicas cintas de terror que se han logrado colar en esta categoría en toda la historia. Son los años 80 cuando se empieza a considerar más en serio este tipo de trabajos, debido entre otras cosas a la maduración del género, gracias a los efectos visuales y al cada vez mayor gusto del público por este tipo de obras. Desde entonces y hasta la fecha se han nominado, Los cazadores del arca perdida (Raiders of the Lost Ark, 1981, Steven Spielberg), Babe (1995, Chris Noonan), Milagros inesperados (The Green Mile, 1999, Frank Darabont), El curioso caso de Benjamin Button (The Curious Case of Benjamin Button, 2008, David Fincher), Life of Pi (2012, Ang Lee) y Mad Max: Fury Road (2015, George Miller). El único caso en que una producción inscrita en esta modalidad ha logrado alcanzar el trofeo, ha sido El Señor de los Anillos: el retorno del Rey (The Lord of the Rings: The Return of the King, 2003, Peter Jackson), indiscutiblemente la mayor obra del género fantástico. Su premio fue resultado de la maestría técnica del director, que supo resumir en tres cintas (todas fueron nominadas) el universo de J. R. R. Tolkien, y es bastante llamativo que el mexicano que hoy está nominado a Mejor director y Mejor Película, sea tan cercano del creador de la impresionante saga fílmica – colaboraron juntos en la trilogía de El Hobbit.

Con La forma del agua, del Toro ha llegado a la cumbre de su carrera. No en vano se ha enfrentado en un tête à tête con Tres anuncios por un crimen (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, 2017, Martin McDonagh) por todos los premios, a partir de que ambas cintas estuvieron nominadas en los Golden Globe el mes pasado. Si bien se le pueden objetar muchas cosas (entre ellas el “casual” parecido con el cortometraje The Space Between Us del joven Marc S. Nollkaemper o que de pronto parece muy gratuito y hasta de mal gusto el enamoramiento con el monstruo), lo cierto es que hay momentos que se volverán seguramente, referentes fílmicos, como el número musical o la hermosa escena de créditos iniciales, con la mujer flotando dormida en el agua. Más cercana al cuento de hadas (como Cronos y El laberinto del fauno, dos de las mejores obras del director) que al cine de terror clásico, el autor jalisquillo logró un filme redondo que sin duda debería, en un mundo perfecto, ganar el Premio de la Academia. Quizá lo logre, y si es así, sería un triunfo más que merecido, pero en su contra está la circunstancia de que muy rara vez (sólo una, de hecho) una película de este tipo lo ha logrado – la obra de Peter Jackson. Además, está la situación de que Tres anuncios… es más cercana a lo que busca siempre la Academia, es decir, películas que lleguen a la fibra humana. Otra cosa en contra es que si gana como mejor director, muy por seguro no hará lo mismo con la mejor cinta, ya que desde hace algunos años los dos trofeos son entregados a producciones diferentes. Algo más es que por lo regular el Golden Globe y el Óscar coinciden en la decisión de la que consideran mejor cinta y el mejor director, y ya ganó el globo el trabajo de Martin McDonagh, aunque lo positivo es que si se sigue esta lógica, el “Gordo” se convertiría en el tercer mexicano en ser considerado el mejor realizador del año. Con todo, este será, sin duda, el año del mexicano y sus monstruos.

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