Mucho antes del estreno de Joker (2019, Todd Phillips) ya se había generado un debate sobre si esta era la primera obra de arte del cine de superhéroes. Triunfadora en el Festival de Venecia, en un principio con calificación perfecta en Rotten Tomatoes, Metacritic y otros sitios, de pronto, cerca de su estreno se llenó de controversia porque algunos críticos despotricaron por su “excesiva violencia”. Llegó el grado en que en Aurora, Colorado, donde hace unos años hubo un tiroteo durante una función de una cinta de Batman, se pidió su prohibición, aunado esto al odio generado por los fans de las cintas de Marvel Studios (dicen algunos que orquestado desde el mismo corazón de Disney), que daban por hecho que la última de los Avengers podría estar nominada al Óscar y con la aparición de la producción de DC/Warner, esto quizá quede reducido a mera esperanza. Las polémicas parecen no tener fin – que si el personaje canta una canción perteneciente a un pedófilo, que a Michael Moore le fascinó, que una senadora del PAN quiere que cambien su clasificación de PG-15 a R, etc. –, así que acá le paramos porque si no, no terminamos nunca. Lo cierto es que, fuera de lo que se podría esperar, no estamos ni ante la obra maestra que se anunció ni tampoco ante algo fuera de lo común.
Y antes que mis amigos fans de la cinta me amarren a una silla y me torturen viendo todas las películas con Omar Chaparro y Martha Higareda en maratón y en versiones del director, déjenme decirles que por el contrario, me parece uno de las mejores, valientes y originales trabajos que tengan algo relacionado con el cine de superhéroes.
La cinta cuenta lo que pasa con un aspirante a comediante, que trabaja de payaso comercial y que sufre diversos trastornos psicológicos, así como maltrato de varias personas. Al ser objeto de burla de un conductor de televisión que admira, ser golpeado en el metro y despedido de su trabajo, el hombre tiene un colapso y reacciona violentamente contra todos los que lo agraviaron.
La obra más reciente de Phillips tiene un torrente de virtudes. Comenzando con la apabullante actuación de Joaquin Phoenix como Arthur Fleck/Joker, así como de un espectacular reparto, encabezado por el siempre inspirado Robert De Niro. La ambientación de época es impresionante, así como la fotografía que busca replicar la estética visual de las películas de fines de los 70, principios de los 80, en los que se ubica el filme.
El guión, excelente también, está plagado de referencias no sólo al cine sino al medio del que se desprende el personaje. Es la amalgama perfecta entre películas como Taxi Driver (1976) y King Of Comedy (1983), ambas de Martin Scorsese, así como los cómics Killing Joke de Alan Moore y Brian Bolland, y Joker de Brian Azzarello y Lee Bermejo. En estas obras se puede ver el hilo central del trabajo y son la influencia más evidente que se puede encontrar, pero también hay múltiples referencias a otras fuentes, como es V for Vendetta de Alan Moore & David Lloyd, The Shinning de Stanley Kubrick, etc. Una de las más visibles alusiones es a Charles Chaplin y su icónico personaje en Modern Times. La representación que hace Phoenix de Guasón tiene muchas notas del cómico clásico del cine mudo.
Ahora bien, precisamente por estas referencias es que hay que reconocer que, como cine no ofrece nada que no se haya visto y sin embargo, ofrece más de lo que el cine de superhéroes ha podido hacer. Hace unos meses, debido a la discusión por el estreno de Avengers: Endgame, que los fans juraban que era la opus magnum del subgénero, publiqué un largo artículo en la revista Empire en el que comentaba la imposibilidad de que esto fuera posible pronto. Basándome en un comentario que hizo Steven Spielberg prediciendo el fin de este tipo de trabajos, encontré que para que estos pudieran ser considerados arte en algún momento, deberían cumplirse tres condiciones: La primera es que no haya injerencia de los estudios en el producto, es decir, que exista libertad creativa total. La segunda, que el género deje de ser una moda y sea visto como un objeto de culto. Y la tercera, que surjan directores que de alguna manera se hayan formado viendo este tipo de materiales. Y en el caso de Joker casi se cumple todo esto. Estamos ante una cinta pensada para un público menos masivo – que gracias a la mercadotecnia se ha multiplicado –, realizada con un presupuesto menor (lo que significa menos pérdidas si es un fracaso) y por lo mismo, el estudio permite que se tomen riesgos que normalmente no tomarían –sería difícil, sino imposible, que aprueben que se haga algo así con Supermán –, así como el hecho de que Phillips pertenece a una generación que para bien o para mal, se formó viendo el Batman de Tim Burton, el Spider-Man de Sam Raimi, el Hulk de Ang Lee y los X-Men de Brian Singer. El director, además, tiene la libertad de hacer un trabajo que de una u otra manera es congruente con su filmografía, fuera de que todo el mundo lo conoce por la saga The Hangover y por Old School, mismas que en un excelente análisis realizado por Cinescondite, se puede discernir que de alguna manera se empatan con lo visto en Joker. En el cine de Todd Phillips existen personas que terminan atrapados en situaciones que los llevan a reaccionar de formas que resaltan lo peor de su naturaleza. Prueba de ello son tres de sus mejores realizaciones, Frat House (1998), Due Date (2010) y War Dogs (2016). En las tres vemos a personajes que dejan ver el que Phillips quiere ir más allá de las convenciones fílmicas de la comedia y el drama. La primera es un documental sobre los abusos existentes en las fraternidades estudiantiles, mientras que la segunda es una tragicomedia en la que dos personajes intentan llegar a Los Ángeles y en el camino se topan con situaciones que los harán comportarse de la peor manera. Uno de ellos es un aspirante a actor, visiblemente con deficiencias intelectuales, que parece que puede explotar en cualquier momento y que tiene la capacidad para volver al otro en un verdadero psicópata. Y en la tercera de las citadas, se narra la historia real de un joven que fracasa en varios negocios, que se asocia con un ex compañero de clase que vende armas al gobierno de E.U. y que a pesar de lo agradable que aparenta ser, es un psicótico en potencia. Parece que al director le gustan mucho los seres que desafían el sistema.
En Joker está muy bien cimentada la crítica al sistema, el que los ricos y poderosos se burlan de los que consideran inferiores y de paso, una muy acertada cachetada directa en la cara a Donald Trump (se ve por ahí que el país está saturado de protestas por tensiones raciales, una crisis económica muy fuerte que los más afortunados no parecen notar o de plano ignoran y sobre todo, el recorte presupuestal a los programas de salud). Sin embargo no se adentra del todo en los temas y aunque muchos críticos y youtubers han forzado el mensaje del abandono a los enfermos mentales, las críticas al sistema o un serio análisis sobre la locura, y demás, lo cierto es que esto sólo sirve de telón de fondo para conocer uno de los seres más enigmáticos y complejos creados en las historietas.
Es una obra incómoda, hecha con una insólita libertad para ser una producción de un gran estudio, que intenta reflejar la visión de un autor sobre el mundo y sin embargo, no es la obra maestra que muchos dicen pero tampoco el fracaso que otros quieren. Y por encima de todo, no es una PELICULA DE SUPERHÉROES. Sí, es verdad que es sobre un ente salido de las páginas del comic de Batman y que está producida por una empresa que dedica gran parte de sus esfuerzos en hacer este tipo de filmes, pero eso es mera referencia. Y es también el por qué trasciende sobre las otros filmes del subgénero, principalmente las realizadas por Marvel. Como Logan (2017, James Mangold), Waltchmen (2009, Zack Snyder) o Captain America: The Winter Soldier (2014, Joe Russo), Joker no intenta privilegiar a los héroes o los medios de donde surgen, sino que prioriza el cine. Y eso es el primer paso para ser consideradas como las mejores del género.
Joker es una gran obra, si quieren ponerla como filme de superhéroes, sin duda es la mejor hasta el momento y como cine, es quizá también de las más logradas de la década. Sea como sea, la última disertación sobre la locura hecha para una sala oscura, ha trascendido a su género, a su autor e incluso a su público. Imperdible.
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