En 1996, cuando llegó Nada personal, Argos Comunicaciones realizó lo impensable al usar la telenovela para hablar no sólo de la realidad sino de las traiciones políticas tan sabidas por todos y que sólo se quedaban en algunas revistas políticas o en películas que pasaban sin pena ni gloria en los peores cines del país o enlatadas en alguna bodega de la entonces RTC. Quizá por lo novedoso del asunto o porque la sociedad no estaba tan politizada como ahora, impactó tanto que muchos se sintieron incómodos con la producción. Años después Argos realizó obras que impresionaban y ocasionaban ríos de palabras, casi siempre halagadoras, hasta que llegaron a HBO y ahí se les acabó el encanto. Capadocia, su primera colaboración con el canal de tv de paga era impactante, pero para el año 2008 ya empezaba a mostrarse cierto cansancio en Epigmenio Ibarra, cabeza de la productora y además que ya no eran los únicos que hablaban de temas polémicos. Ahora llega Argos a Netflix con Ingobernable, una serie de 15 episodios que estuvo envuelta en la polémica desde el anuncio de su producción debido, principalmente, al pleito entre su protagonista, Kate del Castillo y la presidencia de la república, amén de su tontería al entrevistar al “Chapo” Guzmán en compañía de Sean Penn.
Si piensas que Ingobernable es algo así como House Of Cards porque es de Argos y está en Netflix pues mejor ponte a ver House Of Cards. La serie cuenta el asesinato del Presidente de México, Diego Nava (un inquietantemente clonado EPN) y cómo su esposa, Emilia Urquiza, es la principal sospechosa. Por lo mismo, la Primera Dama huye como loca, directo a la casa de la familia de la nana de sus hijos, ni más ni menos que en el barrio de Tepito. El primer capítulo coloca a la del Castillo como una Emilia Urquiza que es casi un émulo de Rambo, que sabe utilizar armas, localizar posiciones de las cámaras de vigilancia por toda la ciudad y que se tapa como vampiro para que nadie la reconozca. Las primeras escenas son impactantes y dan la impresión de que Argos y Kate están confabulando para vengarse de la “familia presidencial” al poner al “preciso” golpeando a su esposa porque sospecha que lo va a dejar por otro hombre y a su hija como lesbiana, metida en una relación extramarital con la secretaria de la Procuradora de Justicia que después va a llevar la investigación del magnicidio. Y eso es todo.
Después empiezan las confabulaciones clásicas de Argos pero en esta ocasión sin el colmillo de Capadocia o Nada personal, lo cual es curioso, ya que la serie es casi un remake de esta última. La visión de Tepito que se muestra es la clásica que siempre se ve: El barrio es bravo, criminal pero carnalito, solidario y sobre todo, muy cabrón; las mujeres son aguerridas, bravas y muy prietitas. Aunque la ambientación de es de primera (nadie creería que gran parte de las escenas de del Castillo se filmaron en E.E.U.U.) y algunos actores están más que bien caracterizados (por ejemplo, el cubano Alberto Guerra, que es quizá el tepiteño más tepiteño que se haya visto en años; Aida López, excelente como siempre; Mitzi Mabel Cadena como una boxeadora de barrio, casi calcada de la “Barbie” Juárez y sobre todo, Erick Hayser, que no sólo se ve sino que se comporta como un Peña Nieto en ácidos, esto no llega a volverlo el gran y valiente espectáculo que cree Álvaro “me quiero volver chango” Cueva.
Aunque te logra atrapar por momentos, lo aclaro por si quieres verla, debo reconocer que queda a deber demasiado. Por ahí se logran ver, con otra cara, por supuesto, los 43, la toma del barrio de Tepito por la PFP, las “cholas” de Neza, Anonimus… Pero el problema es que la visión de Argos es la del rico que mira conmiserativamente al pobre. Ahí vemos a la Primera Dama siendo apoyada por la “prole”, a un hacker español que ayuda a un pequeño comando de 5 a localizar una de las mitológicas cárceles clandestinas y después, ese pequeño ejército, logra acribillar a un pelotón del ejército que la vigila; más para allá, vemos a esos 5 obligar al Secretario de la Defensa a confesar su participación en la desaparición de 39 tepiteños. Parece mentira que esa pequeña facción no pueda detener la invasión del Ejército al barrio. Al final, uno no sabe si la intención de la producción es la de decirle a presidencia “ya perdónanos, somos chidos, no volvemos a hablar mal de ti ni de Angélica Rivera” o si de a tiro quieren dar a entender que el Presidente es un pelagatos. De Nada personal a Ingobernable han pasado 20 años y la productora ya se siente cansada. Es triste que hablen de la culpa que tienen el gobierno, el ejército y el gobierno norteamericano en los problemas nacionales, y que lo hagan de forma tan complaciente, artificial y sobre todo, parcial. Muy raro. Y más sabiendo que ellos son de los culpables que la televisión esté llena de “narconovelas”, como El señor de los cielos, Camelia la texana, Señora de acero o El Chema, que glorifican y vanaglorian a los narcotraficantes. En una época en que los servicios stream permiten tener más libertad que cuando hicieron su primera telenovela, es una lástima que no aprovecharan más las ventajas de una plataforma como Netflix. Ahora sí que perdón, “no es nada personal, cuates”.
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