Heal, de Kelly Noonan se exhibe por primera vez en salas mexicanas. ¿En verdad vale la pena verlo o es un documental genérico tipo National Geographic?
Es difícil hablar del cine espiritual sin caer en la polémica. Por un lado, están los que creen que es una cinematografía pensada para vender ideas de charlatanes y por otro lado, los que consideran que están llenos de verdad. Lo cierto es que es tan valioso como cualquier otro género fílmico, y como tal, existen los trabajos de explotación y los que son materiales serios, pensados para difundir una idea, en este caso, para mejorar la forma en que vive el ser humano. Y en este sentido, creo que es tan válido que existan festivales especializados en este tipo de material tanto como para cualquiera otro, como el cine de terror o independiente. Aunque los prejuicios a este tipo de realizaciones están a la orden e incluso, muchos consideran que son más deleznables que la pornografía. Es por eso que es importante la existencia del Ciclo de Cine de Luz y Consciencia organizado por Gabriel Ángel, coach energético y espiritual y colaborador permanente del programa de Mariano Osorio. La idea de este cine, según el material de prensa, es inspirar a las personas por medio de películas que transforman y siembran el conocimiento sobre la consciencia y la energía primordial del amor. Y para empezar, exhiben en funciones especiales el documental Heal (2017), de la debutante Kelly Noonan. La siguiente función será el próximo 3 de marzo a las 10:00 a.m. en Cinépolis La Cúspide. Para más informes, heal.boletia.com
El documento explora algo muy sencillo y poco hablado: La pérdida de la capacidad de sanar por sí mismo del cuerpo humano. La directora y protagonista se dedica a entrevistar a diferentes personalidades de la sanación, tanto espiritual como terapéutica, así como a personas que experimentaron la curación de enfermedades consideradas incurables en sí mismas. Aunque en un principio podría parecer que es un trabajo que difunde algún tipo de terapia o que incita a la gente a olvidarse de la medicina tradicional y dedicarse a sanarse por sí misma, lo cierto es que procura ser neutral y se dedica a reflexionar sobre la necesidad de un cambio de consciencia, lo cual puede ayudar a salir delante de este tipo de situaciones.
Hace algunos años, un amigo y maestro mío, el Doctor Luis Carrillo, un viejo sabio que creía que había algo más que simplemente lo evidente, me comentaba que cuando un enfermo perdía la capacidad de reírse era muy difícil que saliera adelante. Aplicando al trabajo de Noonan este comentario, es evidente que su planteamiento está aterrizado en una realidad indudable. Está comprobado y ha sido ampliamente difundido que el estrés y la tensión provocada por el mismo son una de las principales causas de la enfermedad, así como los malos hábitos de vida. Y eso es lo que a finales de cuentas explica la joven directora en su obra. En ella narra el fracaso de la medicina tradicional, ya porque muchas de las sustancias usadas, aunque curan algo, llegan a causar otro tipo de daños o que los laboratorios que las fabrican están más concentrados en las ganancias que puedan obtener que en el bien que se pueda obtener con ellas. Pero por otro lado, demuestra que acompañada de las terapias y un cambio de hábitos y de actitud, los resultados son más que espectaculares. Pero también comenta que no siempre funciona esto, porque por desgracia está más que arraigado en nosotros el sucumbir a la enfermedad o creer que sólo los medicamentos nos pueden aliviar.
Como cine, si bien no aporta demasiado, es una cinta correcta y disfrutable. Trata de ser ecuánime y no se casa con la idea de que lo mejor del mundo es la sanación espiritual, sino que intenta analizar cada una de las formas de esto que existen, sin juzgar ninguna de ellas y permitiendo que los entrevistados den sus diferentes puntos de vista sin casarse con ellos. El único problema que quizá pueda imputársele es que algunos de los entrevistados, desgraciadamente, no pueden en realidad sostener que sus terapias funciones, principalmente los que están escudados en cuestiones meramente parapsicológicas o “espirituales”, mientras que otros, por el contrario, son tan interesantes sus formas de sanar que hacen que uno en verdad quede fascinado con ello. Por ejemplo, hay alguno que utiliza sonidos y música para detectar niveles de estrés y para disminuirlos o hacerlos desaparecer. Por desgracia la existencia de los primeros va a hacer que muchos descalifiquen al documental.
Al final, el trabajo de la debutante Kelly Noonan deja muchas puertas abiertas y muchas dudas que permiten reflexionar, y más en estos días en que la obesidad y las enfermedades crónico-degenerativas están a la orden del día. Un filme interesante que debe verse sin prejuicios y que permite acercarse a un tipo de trabajos que pocas veces pueden verse en las salas mexicanas.
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