Ghost in the Shell, los fantasmas de Philip K. Dick pesan demasiado

Cuando se estrenó Blade Runner (1982, Ridley Scott) fue un fracaso en la taquilla, aunque, curiosamente...

7 de abril, 2017

 

Cuando se estrenó Blade Runner (1982, Ridley Scott) fue un fracaso en la taquilla, aunque, curiosamente, se volvió una poderosa influencia en el cine desde ese momento. Tal fue su injerencia en el inconsciente colectivo de los autores dentro y fuera de Hollywood, que incluso una cinematografía tan hermética como la japonesa se vio contaminada con el aspecto visual de la obra maestra de Scott. Y en 1995 apareció en escena Gosth in the Shell (Mamoru Oshii), que adaptaba el manga escrito por Masamune Shirow. La historia de la animación era bastante compleja pero su poderosa carga filosófica y visual, la volvieron un referente, a pesar de tomar casi todo de la obra de Philip K. Dick, escritor de ciencia ficción cuya obra fue la base para Blade Runner y muchas otras obras cinematográficas. Para 1999, los hermanos Wachowski emplearon el anime de Oshii como base para su obra más reconocida, Matrix. Era lógico que los grandes estudios se interesaran muy tempranamente en ella.

Ghost in the Shell, la película, es la segunda que realiza Rupert Sanders, director de la muy mediocre, Blancanieves y el cazador (Snow White and the Huntsman, 2012). Nadie se esperaba gran cosa de esta adaptación live-action, de la cinta de culto, aparte que desde muy temprano generó una polémica ridícula, debido a la contratación de Scarlett Johansson para interpretar a la protagonista, “La Mayor”, que en el original, según los troleadores de internet, era japonesa. La situación llegó al grado que muchos activistas raciales se molestaron y hasta hicieron una petición en el sitio care2petitions (algo así como changes.org) para que la actriz saliera del trabajo que no fue ni mínimamente tomada en serio. Todavía, a punto de estrenarse, se reactivaron las protestas tanto, que el director de la cinta tuvo que explicar su situación, igual que la actriz. Curiosamente, quien puso punto final a los comentarios fue el director de la adaptación animada, Mamoru Oshii, diciendo que, como “La Mayor” era un cyborg que únicamente conservaba el cerebro humano, podría tener cualquier aspecto que sus creadores quisieran, así que no había por qué hablar de whitewashing (blanqueamiento).

La cinta cuenta cómo “La Mayor”, que es parte de la policía cibernética, intenta detener a un hacker que se infiltra en la mente de sus víctimas. Poco a poco, gracias a la investigación, va descubriendo un oscuro secreto de su pasado, y se explica precisamente lo que comentaba Oshii. Ahora bien. Ya entrando en materia, el filme es bastante atractivo visualmente, se puede decir que a pesar de ser algo así como la mezcla entre Matrix con Dreed (2012, Pete Travis), tiene su propio estilo, a veces más parecido a Blade Runner que a la fuente que le sirvió de inspiración. Por desgracia, la carga filosófica sobre la ética de crear vida artificial y cómo las máquinas pueden tener más sentimientos que los seres humanos (tema recurrente del Cyberpunk, género en el que se inscribe la obra de K. Dick) se pierde o es diluida por una trama en ocasiones muy explícita. Afortunadamente, su ritmo está muy controlado, no todo el tiempo hay escenas de acción y estas no son extenuantes. Además, su corta duración (1:40) la hacen más que disfrutable, ya que no se toma demasiado tiempo para explicar los eventos. Johansson realiza una muy estudiada actuación para representar a “La Mayor” y Takeshi “Beat” Kitano, como jefe de la policía, no desmerece, por el contrario, cada una de sus apariciones son tan atractivas que casi se lleva la cinta. Por desgracia, los villanos (no doy sus nombres por si quieres verla) son demasiado grises y deslavados.

Fuera de las muy ridículas quejas de racismo (poco sustentadas desde su fuente. Seamos honestos: Los mismos japoneses siempre se dibujan con rasgos occidentales), la cinta vale mucho la pena, aunque por desgracia, los fantasmas de Blade Runner y el anime original siempre estarán presentes.

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