– Dime, joven del futuro. ¿Quién es el Presidente de los Estados Unidos en 1985?
– Ronald Reagan.
– ¿Ronald Reagan? ¿El actor? ¿Y quién es el Vicepresidente? ¿Jerry Lewis? – Volver al Futuro, 1985.
Cuando Richard Nixon triunfa en las elecciones de 1968, comienza a ganar terreno la parte más conservadora y reaccionaria del Partido Republicano. Su política intervencionista y paranoica sería secundada por su Secretario de Estado, Henry Kissinger. Quizá por los cambios que se venían gestando en todo el mundo en los años sesenta, que culminaron en las revoluciones y movimientos de protesta que hubo por todo el planeta o por la Guerra de Vietnam, Nixon no pudo o no quiso detener la ola de cine (el Nuevo Hollywood, le llamaron) que apareció. El cine independiente surge como una alternativa poderosa y los grandes estudios se doblegan ante él. Comienza una generación, quizá la mayor de la historia, de arriesgados y visionarios directores, todos ellos dados a criticar al sistema de forma muy polémica y directa. Martin Scorsese (Mean Streets, 1973), Dennis Hooper (Easy rider. Busco mi destino, 1969), George A. Romero (Night of the Living Dead, 1968), George Lucas (THX-1138, 1971), Woody Allen (Bananas / La locura está de moda, 1971), Francis Ford Coppola (The Rain People, 1969) entre otros, se encargaron en mostrar una América desconocida, desubicada, triste y oscura. Algunos antiguos maestros y artesanos muy capaces, se unieron a este movimiento, como Arthur Penn, John Cassavetes, Robert Altman y más.
En 1973, los periodistas Carl Bernstein y Bob Woodward presentaron una investigación sobre la culpabilidad del gobierno de Nixon en el robo de información de las oficinas del Partido Demócrata. El escándalo remontó al saberse que el presidente contaba con grabaciones de todas las conversaciones que realizó y se descubrieron diversas anomalías en su mandato. En 1974 renuncia a la presidencia y comienza un periodo de demócratas, hasta que en 1980 gana por un margen altísimo el que era considerado hasta ese momento el peor y más racista gobernante que haya existido en los Estados Unidos (se ve que no sabían lo que vendría después): Ronald Wilson Reagan.
Antiguo actor de dotes muy limitadas, que participó en numerosas películas de clase “B” (cintas de bajo presupuesto que imitaban los temas de las cintas de los grandes estudios), Ronald Reagan, corrió con mayor fortuna a partir de que comenzó a aparecer en programas de T.V. durante la Época del Macartismo (puedes consultar la primera parte de este artículo para conocer del tema), se desempeñó como presidente del Sindicato de Actores y obligó a muchas personas a testificar en las audiencias del Comité de Actividades Antiestadounidenses. Siempre se caracterizó por ser un orgulloso patriota y por su gusto por la política (nunca fue famoso por su talento o su inteligencia, algo que es una constante en los presidentes republicanos). Sus pininos en la política lo llevaron a contender por la gubernatura de California, misma que ganó en 1966. Su mandato se caracterizó por su inflexible intolerancia a cualquier protesta o brote de rebelión, por lo que se le conocía por ser algo así como Peña Nieto en la gubernatura del Estado de México, solo que sin niña que se le perdiera debajo de su cama. Era notable su racismo y su reaccionaria forma de pensar. Intentó reinstaurar la pena de muerte en el estado y le mandaba la Guardia Nacional a cualquiera que intentara protestar, aunque esto significara heridos o hasta muertos.
En 1968 pierde la candidatura de su partido para poder contender por la presidencia, pero en 1979 logra imponerse a sus oponentes y gana por un porcentaje enorme las elecciones. Su mandato se extendió hasta 1988 y para 1989 declararía públicamente que tenía alzhéimer – quizá por eso hacía tantas estupideces. El suyo fue uno de los momentos más oscuros que ha tenido la política norteamericana, debido a su locura intervencionista (el Salvador, Colombia, Granada, Nicaragua, Beirut y principalmente, Irak) y anti comunista. La llamada “Guerra Fría”, que se había gestado casi desde el término de la Segunda Guerra Mundial llegó a su apogeo con él en la Casa Blanca y el miedo constante de una tercera guerra mundial estuvo más presente que nunca. Obviamente, el cine saldría más que afectado con esta situación, aunque, curiosamente, el que se hizo en este periodo es, hoy en día, no sólo reverenciado, sino homenajeado e imitado hasta el cansancio. Casualmente, son los ochentas los años de la mayor franquicia de la historia, misma que aunque se generó a finales de los setenta y con un gobierno demócrata, hoy en día se considera la panacea del cine de toda la historia: La guerra de las galaxias. Sobre el cine que se hizo en ese entonces y de la Opus Magnum de George Lucas, hablaremos en la siguiente entrega, claro, si la fuerza nos acompaña.
Dedico este texto a la memoria de Carrie Fisher, la inolvidable princesa de los sueños de todos los niños nacidos en los setenta. Que tengan un feliz año.
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