Dos son familia y no de peluche

El estreno de Dos son familia, remake francés de No se aceptan devoluciones, llega a las salas mexicanas. Gracias a Dios no sale Samy.

28 de julio, 2017
  • El estreno de Dos son familia, remake francés de No se aceptan devoluciones, llega a las salas mexicanas. Gracias a Dios no sale Samy.

 

No sé qué fijación tengan los franceses con las familias de padres solteros. Francis Veber explotó esta temática en algunos de sus filmes, como Le Jouet (1976) y Les fugitifs (1986), con tal éxito que, posteriormente se hicieron remakes norteamericanos de ellos: The Toy (1982, Richard Donner) y Three Fugitives (1989, del mismo Veber). Pero sin duda el mayor éxito de este tipo de cintas lo tuvo Trois hommes et un couffin (1985, Coline Serreau), que no sólo fue un triunfo a nivel mundial, sino que se hicieron tres cintas más: un remake hollywoodense, Tres hombres y un bebé (1987, Leonard Nimoy), y dos secuelas; una de la cinta americana, Tres hombres y una pequeña dama (1990, Emile Ardolino) y otra de la original, 18 ans après (2003, Coline Serreau). No era extraño que el filme mexicano No se aceptan devoluciones (2013, Eugenio Derbez) llamara la atención por allá, pero lo que sí es verdaderamente raro es que fuera motivo de un remake y más producido en Francia.

Seamos francos: Si hay una cinematografía que se ha caracterizado por la originalidad de sus propuestas, así como por su exigente calidad, es la francesa. A diferencia de lo que pasa en el cine a nivel mundial, ellos han sabido poner e imponer sus propias reglas, al grado que es más fácil encontrar influencia de sus productos en Hollywood que viceversa. Desde los orígenes del cine han sido la competencia directa de los norteamericanos e incluso en muchas ocasiones han “reinventado” sus géneros más emblemáticos. Cintas como Le salaire de la peur (1953, Henri-Georges Clouzot), À bout de souffle (1961, Jean-Luc Godard) y Le Cinquième Élément (1997, Luc Besson), no sólo lo hicieron, sino que influyeron tanto que fueron, o rehechas en Estados Unidos, o imitadas hasta el cansancio. Por lo mismo no se puede encontrar una explicación al remake de la ópera prima del mexicano Derbez.

La historia de Dos son familia (Demain tout commence, 2016, Hugo Gélin) es básicamente la misma: Un lanchero que se la vive ligando turistas es visitado por una de sus conquistas para dejarle una bebé que tuvieron como resultado de una noche de sexo desenfrenado y cochino. El irresponsable fiestero irá a buscar a la madre desnaturalizada hasta Londres para regresarle a la niña, pero por desgracia es imposible. Por ciertas causas se volverá doble de riesgo y se hará cargo de la niña. Pero años después, como buena madre desnaturalizada que entra al redil, la susodicha regresa a tratar de recuperar a su retoño.

Aclaremos que desde el principio se nota que lo que decidieron hacer los productores fue una versión libre de la cinta mexicana, lo cual se agradece. Desaparece el humor fácil y de pastelazo, así como ciertas situaciones que eran bastante inexplicables. En el camino se van también las referencias a ciertas cintas (The boy, de Chaplin, El rey del barrio, de Martínez Solares y La vita è bella, de Roberto Benigni) y las sustituye por otras más propias de su mismo cine, básicamente, de las cintas de Veber y Serreau, aunque, inevitablemente, sigue referenciando a Kramer Vs. Kramer, de Robert Benton. La presencia de Le salaire de la peur en el papel que hizo en México Eugenio Derbez es más poderosa que la del mexicano, principalmente porque es menos mamón. La pequeña Gloria Colston, al igual que su predecesora, Loreto Peralta, son aprovechadas al máximo por su gracia natural y simpatía. El final, en parte por la lejanía que se marcó desde el principio con el tono “adamsandleresco” y de La vita è bella que tenía la versión nacional o por el hecho que desde ya, uno sabe, y sin spoilear, que la niña se va a morir por una rara enfermedad que no se explica nunca qué fregados es, disminuye el chantajismo que era el sello de la versión región 4.

Por desgracia, ni con estos cambios, ni con la extrema calidad francesa, ni con el cambio de idioma y de veleta, se logra una buena película. Los pocos elementos que se repiten del filme en que se basó son no son sólo los que lo hacían fuerte sino los que la debilitaban. Sigue siendo un trabajo doble moralista y poco creíble, además que se ve afectada por una duración que, si bien por el humor baboso de Derbez no se apreciaba, en esta ocasión, las cerca de 2 horas se sienten como piedra en el zapato. Si no hubiera un antecedente, quizá hubiera sido una buena película. Pero como el “hubiera” no existe, ni yendo a bailar a Chalma se salva del olvido.

Lo único bueno es que ya no salen ni Rosa Gloria Chagoyán, ni Hugo Stiglitz, y mucho menos Alessandra Rosaldo. A quien vamos a extrañar es a Samy. Por lo menos, él era el pretexto perfecto para decir que la película era una basura. Y la versión francesa, por lo menos, en este sentido, se vio ecologista.

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