Dark, el día en que David Lynch y García Márquez filmaron Terminator

Los viajes en el tiempo han sido una obsesión de los creadores desde hace muchísimo tiempo; se dice que la primera vez que se habló...

5 de julio, 2019

Los viajes en el tiempo han sido una obsesión de los creadores desde hace muchísimo tiempo; se dice que la primera vez que se habló de ello fue en una novela menor del siglo XVI y desde entonces, tanto la literatura, el cine, la televisión y casi todos los medios de expresión, han realizado incontables versiones y variaciones al respecto.

Dark, una de las más exitosas producciones de Netflix, es quizá la más excesiva prueba de ello.

La serie comienza con la desaparición de un chico en una comunidad alemana. Dicha ausencia no parece importar mucho hasta que ocurre lo mismo con el hijo de Ulrich Nielsen, policía del pueblo, que se percata que el evento es parecido a otro, ocurrido 33 años atrás, cuando su hermano se perdió sin dejar rastro. Poco a poco se va develando que estas pérdidas tienen que ver con una cueva que contiene un hueco que permite viajar en el tiempo y que hay fuerzas que buscan evitar la desaparición de la existencia, mientras otras intentan que las cosas se mantengan igual.

La segunda temporada sirve para reforzar el hecho de que Jonas Kahnwald, quien indirectamente es nieto de Nielsen puede ser el mesías o el anticristo de esta inclasificable saga familiar, en la que todos los personajes viajan al pasado y al futuro, amén de que tienen tantos lazos en común, que horrorizarían al mismísimo García Márquez. Un ejemplo, el que Jonas es hijo de Mikael, el hijo de Ulrich que se perdió y que fue en realidad enviado al pasado, a 1986 y ahí se quedó a vivir. Dicho personaje termina suicidándose ya adulto el mismo día de su secuestro, dejando a su hijo desesperado por no conocer el motivo. Cuando el chico se entera de la situación (por una carta que le deja su padre), comienza sus traslados temporales para rescatar a su padre del pasado, pero no lo hace porque eso generaría que no llegue a nacer. Al mismo tiempo, descubre que su novia, que era hija de Ulrich, es su tía, pero lo peor es que convive con otras versiones de sí mismo de diferentes épocas. Así como ese caso, hay otro personaje que es enviada al pasado para que pueda engendrar a su propia madre, otro que se entrena a sí mismo para cumplir una misión sagrada, etc. Vamos, hasta hay un perrito que salta al futuro.

Y sí, Dark es lo mismo que una monja que va al gimnasio, o sea, una reverenda mamada. Sin embargo, su sofisticado terminado visual, lo intrincado de su trama, su excelente cast, su fantástico soundtrack y sobre todo sus muy cuidados guiones, la vuelven una obra muy atractiva, a pesar de que tiene muchas lagunas, situaciones que o están puestas para rellenar tiempos o son verdaderamente ridículas. Su anécdota no puede tomarse demasiado en serio, no intenta ser un análisis sobre la naturaleza humana y tampoco se trata de una serie que, como Doctor Who, busca que sus teorías de los viajes en el tiempo tengan coherencia. En realidad es una telenovela que mezcla Terminator con Cien años de soledad. Lo que ocurre con sus protagonistas es tan excesivo que hasta un capítulo de Ricky & Morty tiene más credibilidad.

Sin embargo, hay algo en ella que atrapa al espectador y es el hecho de que los seres que habitan el universo de la producción pasan de un lado al otro, debido a la causalidad o la casualidad, no hay buenos ni malos, no hay inocentes ni culpables. Es, por extraño que parezca, como en la vida misma.

De ser una producción poco promovida en un comienzo, pasó a convertirse en una de las más exitosas y se espera con ansiedad su última temporada, en la que podremos comprender el por qué Jonas pasó a transformarse en el malévolo Adán, quien es una extraña mezcla del Dr. Evil con un Garbage Pail Kid, y por qué a nadie se le había ocurrido investigar de dónde sale tanto pájaro muerto cada que hay un bajón de luz.

Vale mucho la pena.

Trailer:
 

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