Cómo ser un latinlover o “Si ya se llevaron a Derbez, no se aceptan devoluciones”

La verdad no tenía muchas ganas de hablar de Cómo ser un latin lover...

26 de mayo, 2017

 

La verdad no tenía muchas ganas de hablar de Cómo ser un latin lover (How to Be a Latin Lover, 2017) la ópera prima del actor cómico Ken Marino y la primera con Eugenio Derbez como protagonista, producida en EE.UU. Creo que demasiado se ha hablado de ella como para poder aportar más, pero debido a que a más de tres semanas de su estreno sigue en los primeros lugares de taquilla, me decidí, además que al ser una cinta que casi medio mundo ya vio, me da la posibilidad de decir todo lo que quiera sobre ella sin temer a los hoy tan odiados spoilers.

La producción cuenta la historia de un mexicano que vive en Los Angeles y que desde pequeño deseaba ser un gigoló o “latin lover”, es decir, un prostituto o “mantenuto”, como le decían a mi tío George. Al alcanzar la edad madura, es abandonado por su anciana amante y obligado a vivir en casa de su hermana a quien no ha visto en diez años. Debido a las circunstancias, al intentar ligarse a una millonaria muy guapa, empezará a convivir con el púber de su sobrino, que a la vez está enamorado de la nieta de la susodicha. Poco a poco, el personaje empezará a darse cuenta que porque una mujer sea amable con él, no significa que quiera acostarse y lo importante que son los lazos familiares. Eso sí, al final se liga a la millonaria y ayuda a su hermana a realizar su sueño de ser arquitecto en jefe, así que la lección sólo servirá para hacerlo un mejor “latin lover”.

Decir que la película es un porquería, misógina, machista y llena de estereotipos que llegan a ser, incluso, insultantes para los mexicanos, sería redundante, eso ya lo han dicho casi todos los críticos serios. Lo que sí puedo es confirmar que es misógina, machista y está llena de estereotipos que llegan a ser, incluso, insultantes para los mexicanos. Lo más rescatable de la cinta es quizá, que resulta por lo menos más honesta en sus pretensiones que No se aceptan devoluciones (2013, Eugenio Derbez), cinta anterior del comediante. Derbez nunca ha sido un buen actor, ni un genio, mucho menos una buena persona. Pero siempre ha tenido en claro su objetivo de ser una estrella. El tipo sabe reinventarse, aunque sea a costa de la copia descarada y la imitación. En su primera etapa como comediante, la de Derbez en cuando y XHDRBZ, calcó cínicamente el estilo de humor de Andrés Bustamante, el “Güiri-Güiri”. En su ópera prima como director, reconoce que su cinta (No se aceptan…) está basada en el trabajo de Roberto Benigni, básicamente en La vida es bella (La vita è bella, 1997). E igual que sus trabajos televisivos, tuvo un éxito sorprendente. Ahora, en su primer encargo como estrella de Hollywood, toma nota del trabajo de Adam Sandler y Rob Schneider, y obtiene como resultado una mezcla tal, que parece una de esas hamburguesas con guacamole que llegan a vender en McDonald’s, es decir, algo que pueda parecerle exótico a los gringos pero que le guste a los mexicanos, aunque para lograrlo deba de tomar la parte más triste y vergonzosa de la visión que tienen ellos de nosotros: El mexicano vago, desobligado, holgazán y que todo lo quiere sin esforzarse demasiado. Por otro lado, el papel de la hermana busca reivindicar al paisano, al ponerla como una mujer trabajadora, humilde, fuerte y luchona, que se esfuerza todos los días por sacar adelante a su hijo y ser exitosa en su carrera… aunque esto lo logre gracias a que su hermano anda vendiendo las nalgas (bueno, vende algo que está en el lado opuesto, pero para el caso es lo mismo). A su favor puede decirse que el film es bastante hábil y si se ve sin muchas pretensiones, resulta hasta mucho mejor que la insufrible No se aceptan devoluciones.

Hace un par de días publiqué una frase en mi muro de Facebook. Sólo posteé “Feministas casándose por la iglesia vestidas de blanco”. De inmediato se me fueron encima muchas de mis contactos que se dicen feministas. Me llamaron misógino e hipócrita porque, en mi defensa, no les caía el veinte de que las religiones que derivan del culto a Abraham (judíos, católicos, mormones, musulmanes y demás) son, universalmente, las instituciones que más han maltratado y menospreciado a la mujer; que la palabra “conyuge” viene del latín jugum, que significa unión forzada y deriva a su vez en yugo, el collar que llevan los bueyes. Se dice que la boda era una manera de demostrar que la mujer es propiedad del hombre y que el vestido blanco simboliza que la “mercancía” llegó pura al matrimonio, es decir, sin estrenar. Por algo las chicas de FEMEN se van sobre la religión católica cada que pueden. Es decir, que lo que defendían mis amigas (el derecho a elegir con quién y cómo casarse, que hacerlo o no de blanco no tenía nada de malo, etc.) representa lo mismo que desean erradicar, es decir, la subyugación de la mujer. Lo mismo pasa con Derbez. Según él, su llegada a Hollywood se retrasó porque le ofrecían papeles que denigraban al mexicano, al ponerlo como narco, ilegal, vago, desobligado, holgazán y que todo lo quiere sin esforzarse demasiado. Pues yo no le veo mucha diferencia a su debut. En defensa de mis amigas, por lo menos ellas lo que dijeron fue por ignorancia; Eugenio, por el contrario, intenta capitalizar el estereotipo. Qué bueno que llegó a la “fábrica de sueños”. Señor Trump, recuerde, salida la mercancía, No se aceptan devoluciones.

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